Jean-François Guyot
MIRADA AL MUNDO

El mítico cabaret Lido se reinventa

Tras una renovación en profundidad que se ha prolongado durante cuatro meses, el mítico cabaret Lido de París ha reabierto sus puertas con el nuevo espectáculo que durante los próximos diez años encandilará a los 500.000 espectadores que anualmente disfrutan con sus revistas. Se titula “París Merveilles” y tiene como reto incrementar un 30% la facturación del local en tres años.

El pasado 3 de diciembre, el cabaret Lido de París cerraba sus puertas con la última representación de “Bonheur”, después de diez años y 7.000 puestas en escena. Como señaló su presidenta, Nathalie Bellon-Szabo, esa fría noche de despedida, en compañía de 70 artistas y más de 350 trabajadores, se trataba de «pasar página para dejar espacio a un nuevo capítulo» en su historia.

Así que ese cierre no suponía el final de una trayectoria que comenzó allá por 1946, sino un pequeño descanso para regresar con bríos renovados, ya que con ese parón buscaba modernizarse a todos los niveles, tanto en su fachada y la maquinaria de la sala, como en la misma concepción de sus espectáculos. Se trataba de renacer con pantallas LED, proyecciones audiovisuales y un vestuario exclusivo para seguir atrayendo a su público tradicional, mayoritariamente extranjero, pero también a uno más joven «acostumbrado a los videojuegos y a un ritmo más fuerte», añadió Bellon-Szabo.

Con esa filosofía se empezó a trabajar en la remodelación del local y también en el primer espectáculo del renovado Lido, que ha corrido a cargo de Franco Dragone, director artístico de la primera etapa del Circo del Sol. Para Dragone, esta aventura entrañaba «un gran reto, porque conseguir el maridaje entre la tradición y la innovación es un equilibrio difícil, así que suponía experimentar con una nueva receta».

El título de su experimento es “Paris Merveilles” y en él, Dragone ha apostado por tecnologías ultra modernas, una escenografía original y prestaciones tan variadas como inesperadas para aportar una dimensión especial a esta nueva revista, la número 27 del Lido.

Antes de que las plumas y el glamour llenen el escenario, una voz en off se encarga de anunciar a las personas que abarrotan la sala que «escondan sus teléfonos móviles y las cámaras, lo que vamos a ofrecerles no se puede fotografiar, es pura felicidad». Es la misma idea que la presidenta del Lido lanzó cuando el cabaret reabrió sus puertas al señalar que «inauguramos un capítulo de nuestra historia con la misma meta de los orígenes, hacer soñar».

De hecho, las esencias más básicas permanecen intactas a pesar de que el aspecto haya evolucionado hacia un espectáculo del siglo XXI. Siete bailarinas fuera de serie, las Sublimes, llevan el peso de la revista, en la que participan un total de 32 “Bluebell Girls” y 14 “Lido Boys”, que pueblan unos números en los que se sumerge al espectador en un París romántico, lleno de glamour y fantasmagórico a través de veinte cuadros que pasan del terreno más intimista al gran show, al que regresa el frech cancán, ausente de su sala desde 1991, cuando dejó esta danza a su competidor el Moulin Rouge.

Es una revista en la que está muy presente el espectro de la Belle Époque, la magia de Josephine Baker y una banda sonora en la que domina el swing orquestal y el inevitable acordeón.

Con este nuevo espectáculo, el exclusivo local de los Campos Elíseos quiere seguir siendo una parada obligada para todo turista que se acerca a la ciudad de las luces. De hecho, los visitantes son mayoría entre los 500.000 espectadores que anualmente suele reunir el Lido con sus dos sesiones nocturnas de la revista en cartelera. Todos ellos están dispuestos a pagar los cien euros que, como mínimo, cuesta la entrada.

Pero no solo se trata de consolidar lo ya conseguido, sino de impulsar el negocio. La renovación ha supuesto una inversión de 25 millones de euros y lo que se busca con ella es incrementar un 30% la facturación del cabaret en tres años.

70 años de puro cabaret. El Lido se rejuvenece cuando está a punto de cumplir setenta años. Su andadura comenzó el 20 de junio de 1946, después de que los hermanos Clérico, Jean y Joseph, adquirieran un local llamado La playa de París en el número 78 de la avenida de los Campos Eliseos. Su nombre vino dado por la decoración original del lugar, que estaba inspirada en la famosa playa del Lido de Venecia.

Su primera revista fue “Sans rimes ni raisons” (Sin rimas ni razones) y fue el comienzo de una sucesión de grandes espectáculos que atraían a destacados personajes de todo el mundo. Incluso llegó a exportar alguno de ellos a Las Vegas en 1958, con un éxito tan rotundo que los seis meses originales del contrato se convirtieron en 32 años.

Aunque los protagonistas son sus famosos boys y girls, en el Lido también han actuado artistas destacados como Elvis Presley, Laurel y Hardy, Elton John y Shirley MacLaine, por citar algunos.

Estos nombres han terminado de dar relumbrón a un local en el que se ha podido ver desde una pista de patinaje sobre hielo a una pantalla de agua o una piscina en las que ofrecer unas galas a las que asistía el público en una sala panorámica con más de mil asientos.

Para hacer realidad cada noche los conocidos espectáculos del Lido, más de veinte sastres se suelen encargar de facilitar la treintena de cambios de ropa de los artistas en el escenario, a los que se suman las doce costureras que mantienen en perfectas condiciones los 600 vestidos que se llegan a utilizar en una revista. Un personal entre bambalinas al que se añaden los treinta técnicos que se ocupan de que todo el montaje salga a la perfección.

En 1977, el famoso cabaret se mudó del número 78 de los campos Elíseos al 116 bis, junto al mayor cine de la época y donde, con un aspecto renovado, sigue ofreciendo uno de los espectáculos más conocidos y renombrados de la ciudad de las luces.