XANDRA ROMERO
SALUD

Tres cucharaditas más...

Dar de comer a nuestros hijos a demanda significa ofrecer a los niños alimento cuando muestran la mínima señal de tener hambre, permitiéndoles que tomen la cantidad que quieran y durante el tiempo que deseen. Esta práctica es algo que recomiendan hace ya años distintas organizaciones de alimentación infantil, entre ellas la propia OMS. Sin embargo, se sigue transmitiendo la teoría de alimentar al bebé o al niño según horarios, cantidades matemáticamente medidas, etcétera.

Un dato para los escépticos. En el año 2000, el Centro de Agricultura de Estados Unidos llevó a cabo un estudio sobre las calorías que necesitan tomar los niños desde el nacimiento hasta los 2 años de edad. Este trabajo concluyó que un niño sano puede necesitar la mitad de las calorías que otro niño que también esté sano y tenga su misma edad. Siendo así, ¿cómo sabremos calcular si le estamos alimentando de más o de menos? Pues lo sabríamos si “escuchásemos” sus necesidades.

Recordemos que los bebés y los niños son capaces de regular los nutrientes que necesitan si tienen alimentos adecuados a su alcance. Es decir, su apetito no se rige por horarios, sino por la necesidad de uno u otro nutriente en una u otra cantidad.

Los datos más recientes y más completos sobre la calidad de la dieta de niños de 0 a 4 años se encuentran en el estudio de 2008 titulado “Feeding Infants and Toddlers Study (FITS)”, cuyos resultados indican que la media de energía (calorías) ingeridas es mayor que los requerimientos estimados (las calorías que necesitan) en todas las edades estudiadas. Los lactantes menores de 6 meses de edad muestran una ingesta energética un 14% mayor que los requerimientos estimados para esa edad, lo que se traduce en un exceso de 83 kcal/día.

Otro estudio, titulado “Just Three More Bites: An Observational Analysis of Parents’ Socialization of Children’s Eating at Mealtime”, concluye que la capacidad innata para regular la ingesta de energía que tienen los niños puede ser interrumpida cuando estos alteran sus señales internas de hambre y de saciedad en favor de señales externas, tales como estrategias parentales de control de la alimentación (horarios, cantidades estipuladas, etc).

Otra estrategia es la llamada alimentación para confort o para dormir, en la que el alimento se utiliza a menudo para calmar a un bebé molesto o cansado. Sin embargo, un estudio muestra cómo los recién nacidos cuyas madres son más sensibles a sus señales de hambre y saciedad ganan menos peso entre los 6 y 12 meses de edad que los de madres menos sensibles a estas señales.

Pero cuidado con confundirlo con la restricción excesiva de alimentos, pues también puede tener efectos negativos, ya que los niños mayores que experimentan una sobrerrestricción de ciertos alimentos o exceso de control parental durante las comidas pueden tener también dificultad a la hora de identificar sus propias señales de saciedad y mantener su capacidad de autorregular la ingesta.

De modo que antes de pensar si irá a un colegio público o privado, católico o laico…pensemos en cómo le vamos a alimentar, pues de esto dependerá, en gran medida, su estado de salud futuro.