Félix Merino
retrato de chagford

El Brexit en la Inglaterra rural

Hace más de dos años que en Gran Bretaña no se habla de otra cosa que del Brexit, el proceso a través del cual los británicos abandonarán la Unión Europea gracias a que el 51,9% de los votantes (el 72% de los electores) votó sí a salir. El 48,1% restante y toda Europa, que teme un efecto dominó en otros países, han empezado una campaña para deslegitimar el resultado. Por otra parte, los ingleses observan alucinados la falta de previsión y la poca seriedad de los políticos que deben liderar las negociaciones con la UE. La sociedad está muy dividida y los medios de comunicación con capital en Londres a menudo tienen un discurso partidista a favor de la permanencia en la UE. No así la prensa populista. Lejos de la capital, en la Inglaterra más agrícola, la vida transcurre como siempre, entre estación y estación. Ésta es la crónica de cómo se vive el Brexit en la Inglaterra rural.

Bienvenidos a Chagford (condado de Devon), uno de los pueblos más apacibles de toda Inglaterra. Situado en el sureste de la isla, a unas cinco horas en coche de Londres y hora y media de Bristol, este pueblo, igual que todo el condado, vivió un pasado esplendoroso por su riqueza minera. Pero hoy basa toda su economía en la agricultura y ganadería, aparte del turismo: aquí está el Dartmoor National Park, uno de los lugares que inspiraron a Alan Lee, el director artístico de “El Señor de los Anillos”, para imaginar cómo era la Comarca o la Tierra Media de los Hobbits.

En Chagford viven unas mil personas diseminadas en parroquias que convierten el pueblo en una aldea de casas bajas a las faldas de unas cuantas colinas amables y sinuosas que dominan el paisaje. A pesar de que la herencia de Inglaterra a la cultura mundial es enorme (ellos se han inventado el capitalismo, la mayoría de los deportes y la música pop), sorprende comprobar lo diferentes y auténticos que continúan siendo en su orden diario: no sólo conducen por la izquierda, pesan en onzas o miden en pulgadas; en las cocinas y váteres hay moqueta y desayunan té en vez de café. Los británicos aman su cultura, su identidad y es una sociedad con unas estrictas normas sociales que parece que solo olvidan cuando salen de su isla.

En toda Gran Bretaña, no hay mejor termómetro social que los pubs, auténticos centros sociales de cualquier comunidad, más cuando se trata de un pueblo. En Chagford hay cuatro pubs y todos son elegantes, con diana para jugar a los dardos, chimenea y una generosa barra de bar. Sorprende que en todos haya piaras de perros de caza, muy tranquilos, tumbados después de una larga caminata por los páramos o los frondosos bosques que rodean este bellísimo pueblo.

Pueblo o ciudad, desde que pisas territorio inglés, el Brexit se te cuela por todas partes. Es un tema omnipresente, retransmitido en directo desde el país con mayor consumo de medios de comunicación del mundo. No hay lugar en el planeta donde se lean tantos diarios ni donde se centralicen los medios que marcan la información como aquí.

Ante tanta “infoxicación” empiezo por el pub más concurrido por los locales con el ánimo de captar qué piensan los habitantes de esta zona rural. Chagford está en West Devon, donde el 81% de la población participó en el Brexit y los resultados fueron: 53,2% para salir frente a un 46,8% para permanecer.

Familias divididas. Mary (66 años) and Graham (64) son los dueños del pub local por excelencia, el Globe Inn. Llegaron a Chagford hace una década buscando «un cambio total en sus vidas» y están «encantados». Este matrimonio alegre y jovial comparte cinco hijos de anteriores parejas. Graham tiene los cuatro que tuvo con su esposa de origen francés por lo que ha vivido mucho tiempo en el Estado francés. Mary, un hijo, inglés de pura cepa como su madre que es partidaria de salir de la UE a pesar de que ella pasó sus primeros años en el sur de Irlanda. «De hecho, no es ni inglesa», bromea Graham que defiende quedarse en la UE.

La gente está cansada y rehúsa hablar del Brexit y más en público. Muchas familias están divididas. Mary y Graham se lo toman con humor aunque reconocen haber discutido, y mucho, acerca del tema. «Yo he votado por la salida», explica Mary, «pero reconozco que el gran problema es que la gente votó por sentimientos más que por razones ya que nadie nos presentó un plan de cómo sería la salida de Europa. Mi voto no es contra Europa sino para recuperar nuestra soberanía y dejar de tener que obedecer a lo que se dictamine desde Bruselas».

Graham discrepa: «Gran Bretaña fue un imperio hace un siglo. Pretender ser un país fuerte en un mundo globalizado yendo por libre es soñar con un pasado que nunca volverá. Ahora tendremos que ser más clientelistas con la América de Trump, la Rusia de Putin o China. Es verdad que Bruselas puede ser muy intervencionista, incluso sus políticos corruptos (como aquí) pero también hay ventajas de pertenecer a la UE. Y si no que se lo pregunten a Grecia y España cuyas economías no dejaron colapsarse».

«Alemania ha ido demasiado lejos. Se ha adueñado de Europa con sus políticas de austeridad», protesta Mary. «En 20 años seremos mucho más pobres que ahora», augura Graham. «No solo porque los precios subirán –la vida se ha encarecido un 20% en dos años– sino porque no habrá mano de obra barata que haga que nuestra economía sea competitiva, ya que los británicos no quieren ser camareros o agricultores».

«Pues yo opino lo contrario», rectifica Mary. «Antes de ingresar en la UE (1973), Gran Bretaña ya gozaba de una buena economía. Creo que la gente de aquí se pondrá las pilas y luchará para ser competitivos porque estarán motivados. Trabajaremos mejor, nos esforzaremos más y saldremos adelante como lo hemos hecho en otros momentos claves de la historia, por ejemplo, durante la II Guerra Mundial. Somos un gran mercado para Europa. Y es posible que la libra pierda valor frente al euro pero esto será bueno para que vengan más turistas a visitarnos. De hecho, si pudiera, mañana mismo me iba a vivir a Italia. Me encanta», suspira.

«¿Cómo vamos a levantar cabeza con los políticos que tenemos?», protesta Graham. «Todos nos han mentido. No se ponen de acuerdo y solo miran por sus intereses. Prometen que el ‘cheque europeo’ (entre 5.000 a 17.000 millones de euros) se invertirá en la economía local. ¿Pero si no son capaces de ponerse de acuerdo en cómo salir de la UE cómo nos vamos a fiar de ellos? Son unos incompetentes».

«En esto estamos todos de acuerdo», apoya Mary. «Los políticos actuales son muy malos: el ex Primer Ministro británico, James Cameron, que fue quien convocó el referéndum, dimitió al perderlo porque ‘no podía negociar una salida habiendo hecho campaña por quedarse’. Pero es que Teresa May, la actual primera ministra, votó para quedarse y ahora está negociando la salida. ¿Nos hemos vuelto locos?»

«Creo que debería haber un segundo referéndum”, añade Graham. Algo tan importante para la nación no se puede decidir con tan poca diferencia (3%) de votos».

«En esto difiero», tercia Mary. «¿Qué sentido tendría la Democracia si repites un referéndum cuando el resultado no juega a tu favor?».

«¿Pero no eres tú quién asegura que los políticos nos mintieron y que la gente votó por sentimiento, no con la cabeza?», inquiere Graham. «¿En qué quedamos: somos o no somos un país serio?»

Ser o no ser. “¿Ser o no ser? He ahí la cuestión”, parafraseando al Hamlet de Shakespeare, los británicos vuelven a dividirse. Para unos el pueblo manda y el gobierno obedece. Por lo tanto nada de repetir el referéndum. Mientras que otros opinan que la historia, en cambio, ha demostrado que los problemas se resuelven por el funcionamiento regular del Estado de derecho y de la democracia representativa, una idea genuinamente británica.

La gente protesta, pero por lo general está claro que no habrá un nuevo referéndum. A poco más de seis meses de la fecha final fijada por Londres, lo que ahora se discute es si el Brexit será “duro”, “suave”, a la Noruega o por un sistema de “cheques”. La geopolítica y las alianzas serán cada vez más importantes para evitar quedarse aislados. Como reza un refrán inglés: “La lluvia no importa, lo que importa son tus ropas”, en referencia a las buenas compañías, el grupo, no quedarte rezagado.

«Dejar Europa es un error porque nos aislará más», teme Annie Bint (48 años). Nacida en Chagford creció en este adorable pueblo hasta que empezó a viajar siguiendo la tradición de muchos jóvenes británicos de clase alta que en el siglo XIX pusieron de moda el viaje (“tour”) como una experiencia de crecimiento personal.

Los dos hijos de Annie, (Malena de 11 años y Lucas de 13) nacieron fuera de la Gran Bretaña donde regresó para la crianza. Vive en una maravillosa casa a las afueras del pueblo con un gran jardín donde tiene gallinas y un poco de huerta. «Me acuerdo que cuando viajaba por el mundo ya tenía la sensación de que a los ingleses nos trataban diferente porque quizás somos algo más ‘raros’ que otros turistas. Imagina ahora. Cuando mis hijos quieran salir, no solo será más difícil circular libremente por el tema de visados y burocracia sino que los mirarán como ‘los raros’. Me parece injusto que la gente mayor haya decidido por las generaciones futuras», asegura.

Todavía no se sabe qué condiciones impondrá la UE para los británicos que quieran entrar en el continente. Pero sí se sabe que Gran Bretaña solo permitirá la entrada a aquellos ciudadanos que acrediten un nivel de ingresos (50.000 euros anuales) y un buen nivel de estudios. Además se primará la contratación de trabajadores británicos antes que foráneos.

Entre los más jóvenes, como Joe (19 años), la frustración por salir de la UE es unánime ya que están seguros de que «la relación con Europa será más fría, tendremos más problemas para viajar y nos gusta formar parte del continente. No estar aislados», nos cuenta este estudiante de Biología Marina en Plymouth durante el año pero regresa cada verano a su pueblo natal. «Mi intención al acabar la carrera es viajar y trabajar fuera. Está claro que ahora será más complicado. Como jóvenes nuestro cabreo es doble porque vivimos el Brexit como una decisión que han tomado por nosotros la gente mayor sin tenernos en cuenta», añade.

Hoy más que nunca, los británicos están valorando irse de su país para trabajar. Según el último estudio de Boston Consulting Group, el número de trabajadores dispuestos a buscar empleo en el extranjero se ha disparado a más del 60%, una cifra nunca vista. Es el mayor aumento entre los 20 países analizados. «Esto podría profundizar en una crisis de talentos en Reino Unido por la fuga de gente bien preparada», alerta dicho informe. A este estudio también hay que sumar los datos ofrecidos por la Oficina de Estadísticas Nacionales, que reveló que la migración neta en el país disminuyó un 6,5% hasta setiembre de 2017.

Sí a Europa no a la UE. «Pues yo no lo veo así», dice Mr Phillip Fowllers. «Desde hace dos años, cada día hay más inversores holandeses y franceses que buscan casas por aquí», cuenta este director de la agencia inmobiliaria más importante de la zona. Y es que Chagford vive una especie de burbuja inmobiliaria ya que por segundo año consecutivo los lectores del “The Times” lo han distinguido como el mejor pueblo de toda Inglaterra para retirarse. En los últimos años, los precios se han disparado y muchos jóvenes tienen que irse a vivir a pueblos vecinos como Moretonhampsted o Wihddon Down. Los alquileres en Chagford (piso con 3 habitaciones) rondan los 1000 euros/mes. Y aunque en el pueblo hay trabajo, los salarios hace años que no suben igual que en el resto de Inglaterra donde ya observan un peligro de un pleno empleo pero de trabajo precario o donde la gente se ocupará pero no podrá pagarse sus gastos.

«Con el Brexit nos irá mejor», asegura Phillip Fowllers, un amable y simpático señor de mediana edad que cuando no vende o alquila pisos pone voz en un grupo de swing o navega en barco. «Salimos de Europa para dejar de ser una provincia de Europa y recuperar nuestra soberanía para defender mejor nuestros intereses en un mundo globalizado donde los cambios se producen con mucha rapidez».

Amante de los perros (en todo Devon sorprende ver pubs con el cartel en la puerta diciendo “perros son bienvenidos. Niños mejor no”), lo acompañamos a pasear con su preciosa perra negra. Paseando por las colinas de Maldon, cima que domina el paisaje de Chagford, observando los campos suaves de un verde alegre y un amarillo mostaza, entiendes que esta gente ame su tierra por encima de todo. Más, si recordamos que el campo inglés sufrió muchísimo con la mala gestión por parte de Europa durante la crisis de las vacas locas cuando mandaron cercar todos los campos y matar a todos los animales vivos. Aquí mismo, donde ahora pastan ovejas, caballos y vacas en total libertad, hace unos años solamente había cadáveres y pastos en barbecho.

«Los políticos de Bruselas han demostrado ser unos incompetentes y unos corruptos. Espero que las negociaciones beneficien a ambas partes porque Europa exporta más a Inglaterra que no al revés, de lo contrario la UE se estaría pegando un tiro en el pie. Para nosotros, salir de la UE no significa irnos de Europa porque compartimos continente. Lo único que reivindicamos es el control de nuestras instituciones», zanja.

Algunos analistas han publicado que el Brexit es la primera gran consecuencia de la gran crisis económica del 2008 que divide al mundo entre ganadores y perdedores. Me explico: si eres rico, estás de acuerdo con el orden establecido. Es decir, “remain” (permanecer en la UE). Pero si ves cómo tu vida cada día es más complicada, quieres un cambio, lo que en este lugar se ha traducido por salir de la UE. Los resultados de la votación así lo demuestran: Londres y los alrededores votaron para “stay” (estar) en Europa porque la city es rica y cosmopolita. Pero el resto del país, especialmente en el Norte donde los efectos de la crisis económica son desastrosos y la presión migratoria amenaza a la mano de obra local (entre los ingleses se dice que los salarios nacionales no suben por la competencia de la mano de obra extranjera), votaron por salir.

A esto se le suma el miedo a los atentados y la nostalgia por un pasado imperial que, sobre todo, se manifestó entre los electores más mayores. Entre los jubilados más del 65% votaron a favor de salir de Europa. No es el caso de Peter.

Peter Boswell es un elegante y culto señor ya retirado que conoce muy bien las dinámicas de la burocracia europea, ya que después del hundimiento del Muro de Berlín (1989) se dedicó a asesorar a granjeros de países del este para activar nuevos modelos y procesos de negocio. Su especialidad es el campo pero su lugar se mueve entre los despachos de los antiguos países de la órbita soviética: Estonia, Polonia, Lituania, Uzbekistán, Kazajastán, Mongolia… Es increíble como la clase media británica ha vivido en medio mundo, no en vano, fue el mayor imperio colonial de la historia hasta los años 70.

«Inglaterra para los ingleses». Peter habla tranquilo mirándote fijamente con sus ojos azules. Reconoce que los euroescépticos ganaron el referéndum porque prometían cambios frente a la crisis, ¡ilusión! mientras que los partidarios de quedarse apostaban por ‘más de lo mismo’. «Y ésto la gente no lo compró», explica para matizar: «El Brexit no es sólo salir de la UE sino que es hacerlo sin que nuestras condiciones sociales, políticas y económicas queden lesionadas. De ahí la importancia del proceso de salida», relata. Votó por quedarse porque opina que dentro de la UE les ha ido bien ya que ha habido regulaciones que han sido muy positivas «tanto en lo social como en lo civil. Creo que hay problemas como el medioambiental o las grandes migraciones que es mejor tratar en bloque. No como solistas».

Con casi 70 años y una buena jubilación, duda que el Brexit le afecte en lo personal. Tiene claro que para los jóvenes será peor porque pierden oportunidades de trabajo fuera de su país, además teme que Rusia se haga con el control de la situación ya que tilda de “improvisada” la agenda internacional de los Estados Unidos.

No cabe olvidar que recientemente se ha demostrado que Rusia intervino en la campaña del Brexit. Aparte de denunciar que fue una consulta manipulada, los partidarios de celebrar una segunda votación afirman que hubo muchas mentiras durante los días anteriores al referendum. «Fue una campaña muy rara y donde todo sucedió muy deprisa. Incluso hubo muertos» recuerda Bob Cole.

Efectivamente, la laborista Joe Cox fue asesinada por un exaltado nacionalista al grito de ‘Britain first’. Bob Cole (71 años) se estremece cuando recuerda aquellos días. Este señor no es un cualquiera sino que pasó todos los días de su vida trabajando en la mesa de redacción del “New York Times” desde 1975 al 2001, ya que era el ilustrado de cabecera del periódico más influyente del mundo.

Bob se crió en Indonesia y Malta. De joven vivió en Libia y Gran Bretaña para ya establecerse en Nueva York como profesional desde donde viajaba a Kenia habitualmente por razones profesionales. Ahora vive en un modesto estudio diáfano en la plaza mayor del pueblo. Cada día regresa con el último rayo de sol con su libreta llena de apuntes y dibujos. Está perdiendo la memoria y vive con poco dinero. «El Brexit es un desastre absoluto, aunque a mí ya no creo que me afecte», ironiza.

«Solo pensar que Cameron lo convocó por la presión del partido UKIP (nacionalistas y anti-europeos) y que fue la propia Europa quien le pagó la campaña al UKIP porque se impusieron en las elecciones europeas en el Reino Unido me parece un aberración», sigue Bob. «Además la campaña por el sí estuvo llena de mentiras: en los buses había anuncios asegurando que se invertiría 3,5 millones de euros al mes gracias a no tener que pagar a Bruselas. Había anuncios de niños sirios escapando a Europa y preguntando: ¿quieres que esto pase aquí? La demagogia fue total».

El carácter afligido de Bob se enciende cuando habla del tema. Raro en un país donde los mayores defiende salir de la UE. «Es la generación de nostálgicos», protesta. «Te advierto una cosa: el slogan de ‘Britain First’ (‘Gran Bretaña primero’) no es nuestro. Es un slogan de la Gran Depresión (años 30), que empieza en América pero del que se adueñó Hitler. Cerrar las fronteras para controlar la libre circulación de personas es un error capital», asegura. Desde el triunfo del Brexit los ataques racistas han aumentado. El grito de ‘Britain first’ que pronunció el asesino de la política laborista parece tomar cuerpo.

Ante tanto jaleo Manus Home (50 años), de origen escocés y mentalidad cosmopolita gracias a más de una carrera veinte años en el mundo del cine que le ha llevado por medio planeta, es de los que opinan que la city de Londres –donde cada día se mueven 335 billones de euros- y los partidarios del “stay” todavía no han dicho su última palabra. “This is a blody mess” (esto es un follón) repite riendo. «¿Qué pasará si Escocia pide un referéndum? ¿O si Irlanda no quiere levantar una nueva frontera entre el Norte y el Sur y vuelve el terrorismo?», duda.

Gran Bretaña es un país global (la Commonwealth tiene 53 países, más del doble que la UE) que siempre quiso ser ella misma. Pero el aislacionismo nunca le ha ido bien. En su hermosa casa familiar del siglo XIX, Manus da un trago de whisky malta escocés y admite: «Fuera o dentro de UE, claro que saldremos de ésta, ¿pero a qué precio?, ¿Cuántos años pasarán? ¿Es justo que mis tres hijos tengan que pasar por una nueva crisis cuando justo estábamos saliendo de ésta?», se pregunta.

Mientras en otro país tantas preguntas abiertas generarían pánico, en esta sociedad curiosa y científica parecen entretenerles. Pocos creen que el Brexit no será y que haya otro referéndum. Y sin embargo, todos admiten que esto será largo y variable por lo que muchos se despiden repitiendo uno de sus refranes favoritos en estas tierras lluviosas y alegres: «Un día pueden ser cuatro estaciones, así que mejor tómate una taza de té».