XANDRA ROMERO
SALUD

Claves para la alimentación veraniega

La premisa que responde al título es la siguiente: en verano debemos alimentarnos de la misma manera que lo hacemos durante el resto del año (suponiendo que lo hagamos bien). Sin embargo, en verano los eventos sociales como comidas familiares, comidas de cuadrillas, de veraneo, fiestas, etcétera ponen en jaque nuestra alimentación y, por ende, nuestra salud sin apenas ser conscientes.

Una sencilla forma de valorar cómo de bien o no tan bien estamos sucumbiendo a los placeres estivales es preguntarnos ¿cuántos días de la semana comemos y/o cenamos fuera en esta época?

Y es que es complicado en ocasiones salir fuera e intentar mantener eso de basar nuestra dieta en frutas frescas, verduras, hortalizas, legumbres, cereales integrales, frutos secos y reservar los alimentos o productos superfluos para ocasiones excepcionales, porque ya hemos dicho que las ocasiones excepcionales se vuelven hábito estos meses. De modo que vamos a intentar resumir en dos puntos clave algunos cambios que sí son factibles.

En primer lugar, debemos mantener e incluso aumentar nuestro consumo de fibra, puesto que a pocos elementos dietéticos aislados se les pueden atribuir tantos beneficios como a la fibra. Además, según las últimas investigaciones, los patrones de alimentación caracterizados por una adecuada presencia de fibra podrían proteger o, al menos, reducir el riesgo de padecer un importante abanico de enfermedades metabólicas.

La fibra, además de todo lo anterior, nos ayuda a saciarnos, por lo que, si la incluimos en nuestra alimentación, podremos tomar decisiones más conscientes cuando nos tiente el picoteo de ultraprocesados o alimentos más inadecuados.

Para incluirla, lo primero es huir de aquellos alimentos que estando envasados luzcan alegaciones relativas a su riqueza en fibra.

Por otro lado, ya que en invierno una de las fuentes principales de fibra suelen ser las legumbres, la propuesta es no olvidarnos de ellas en verano, puesto que la recomendación de que estén presentes entre tres y cuatro veces a la semana es la misma. Podemos consumirlas en forma de ensalada e, incluso, para la playa es una idea de táper estupenda. Si no nos van las legumbres en formato ensalada, siempre podemos incluirlas como picoteo saludable en almuerzos y meriendas si hacemos hummus.

Al tiempo, deberíamos preocuparnos de que en todas las ingestas principales del día haya al menos una ración de alimentos vegetales.

Asimismo, aunque el pan pueda ser una buena fuente de fibra, no es fácil encontrar un pan integral de verdad y menos de vacaciones, por lo que, por ejemplo, en desayunos y meriendas se puede sustituir su aporte de fibra por el de la fruta. Más allá de los bocadillos y tostadas, un desayuno muy fresco y saciante puede ser una macedonia de frutas frescas y fruta ultracongelada con yogur natural.

El segundo punto clave nos insta a recordar que durante los meses de calor se hace imprescindible una adecuada y mejor hidratación. En este sentido, merece la pena recordar que los productos que utilizamos normalmente para quitarnos la sed, realmente no solo no lo consiguen, sino que, lejos de hidratarnos, suman azúcar añadido a nuestra alimentación. Hablamos primero de los refrescos que llevan la friolera de 20, 30 o más de 40 gramos de azúcar por lata, o las conocidas como “bebidas energéticas” que pueden llegar a contener un 75%.

Y sintiéndolo mucho, no, las cervecitas tampoco hidratan. Los organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Departamento de Salud de la Comisión Europea, así como la absoluta mayoría de la investigación científica al respecto son tajantes sobre los efectos negativos de las bebidas alcohólicas, pero, sobretodo, en lo concerniente a la hidratación.

La bebida que debemos elegir para hidratarnos es el agua. Sí, el agua, aunque algunos se empeñen en camuflar a otras bebidas como “saludables” y ponerlas a su misma altura, no es así. Sin embargo, si queremos aportarle sabor, podemos hacer e, incluso, pedir en los bares aguas saborizadas (caseras). Su ingrediente principal debe ser el agua (con o sin gas) y no debe llevar azúcar añadido. Hay muchas maneras de dar dulzor al agua: con infusiones de canela, anís estrellado, coco o añadiendo frutas dulces como piña y melón e, incluso, pidiéndola con limón o naranja exprimidos.

Ya sabemos que es una época complicada, pero recordemos que son meses clave para afianzar o mantener los hábitos saludables. Seguro que aunque sea verano, por ejemplo, seguimos reciclando y manteniendo nuestros hábitos de higiene personal, entonces, ¿por qué no dar la misma importancia a nuestra comida?