Jon Odriozola
Kazetaria
JO PUNTUA

100 años de la I GM

En julio se cumplieron 100 años de la I Guerra Mundial. Nos enseñaron que el desencadenante fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, de visita en Sarajevo, a manos del serbiobosnio nacionalista Gavrilo Princip. Es igual que explicar la Historia por el pecado original. O el origen del mundo por el Génesis.

Bajo el imperialismo, el capital financiero se convirtió en el dueño y señor de los estados capitalistas. Y el capital financiero (capital industrial más capital bancario) exigía nuevos mercados, la anexión de nuevas colonias, nuevas bases para la exportación de capitales y nuevas fuentes de materias primas. Pero a fines del siglo XIX, casi todo el territorio del planeta se hallaba ya prácticamente repartido entre los estados capitalistas. Ocurre que en la época imperialista el capitalismo se desarrolla de un modo desigual y a saltos. La lucha por un nuevo reparto del mundo tenía que provocar, inevitablemente, la guerra interimperialista.

La guerra había sido preparada de un lado por Alemania y Austria, y de otro por Francia, Inglaterra y Rusia (la «Entente»). Alemania ambicionaba despojar a Francia e Inglaterra de sus colonias y a Rusia de Ucrania, Polonia y el Báltico. La Rusia zarista aspiraba al reparto de un exangüe Imperio Otomano, con Turquía a la cabeza. También Inglaterra abrigaba el propósito de quitar a Turquía la Mesopotamia (lo que queda del Irak actual) y Palestina y establecerse en Egipto. Los capitalistas franceses, por su parte, querían arrebatar a Alemania la cuenca del Sarre, rica en carbón y hierro, y la Alsacia-Lorena, en poder alemán desde la guerra de 1870-71.

Esta guerra de rapiña -esta es la palabra exacta-, en la que se ventilaba el reparto del mundo, afectaba a los intereses de todos los países imperialistas, razón por la cual se vieron arrastrados a ella el Japón, los Estados Unidos y otros países. La guerra adquirió carácter mundial: la Gran Guerra.

A ello contribuyó la traición de la socialdemocracia de la II Internacional votando a favor de los créditos de guerra en los parlamentos de países como Alemania, Francia, Inglaterra, Bélgica, etc. Y traición porque en 1910, en el Congreso de la II Internacional celebrado en Copenhague, se había adoptado el acuerdo que obligaba a los partidos socialistas a votar contra los créditos de guerra (ya se olía la tostada guerrera). Papel mojado.

La II GM ya fue otra historia.