Ramón SOLA
donostia

El patinazo electoral, otro frente abierto para EH Bildu

Tras el bajón de mayo y consciente de que las estatales no son su espacio propicio, en EH Bildu se tomaron estas elecciones como un mal trago que había que pasar. Las previsiones globales se estimaban en algo más de 250.00 votos, lo que en teoría garantizaría cinco diputados y algún senador, un paso atrás no demasiado traumático tras el espectacular avance de 2011. El desarrollo de la campaña empeoró las expectativas, y ello se ha traducido finalmente en una pérdida de apoyo añadida, que deja el resultado final en 218.467.

La Ley de Murphy ha hecho el resto: el asalto de Podemos a los cielos electorales vascos ha descuadrado totalmente el reparto de escaños calculado y se ha llevado por delante un acta de senador en Gipuzkoa, otro en Araba y uno más en Nafarroa, cuando los dos primeros parecían seguros y el tercero probable. Con un tercio menos del voto de hace cuatro años, EH Bildu pierde cuatro quintos de su representación en Madrid (de siete diputados y tres senadores a solo dos diputadas). Y lo que venía anunciado como un mal trago se ha convertido en pura quina. Santo Tomás amargo.

Con las Navidades llamando a la puerta, en EH Bildu no se ponen paños calientes a la derrota (especialmente sincero fue Adolfo Araiz en Nafarroa), aunque quizás se imponga un análisis detallado y en calma, según apuntó Hasier Arraiz en Radio Euskadi: «Hay que enfriar la cabeza, hablar y pensar mucho». Y más cuando la sintonía entre los socios en esta última etapa no ha sido la mejor por cuestiones como las listas, contribuyendo a enfriar aún más una campaña afrontada con notoria desgana.

El patinazo electoral se convierte en otro expediente sobre la mesa de EH Bildu. Las carpetas se van acumulando. La izquierda abertzale al completo está en una reflexión (‘‘Abian’’) para dar más eficacia a su estrategia. La cuestión del paso o no de coalición a frente amplio se está eternizando. Y a ello se suman las zozobras electorales, con las que ya no hay más márgenes de error: «Las autonómicas de 2016 son fundamentales», dice Arraiz, que apunta que «desde mayo queríamos iniciar un nuevo camino, pero no nos ha dado tiempo a poder llevarlo adelante». Sin olvidar las dificultades que la coalición halla para avanzar en la resolución del conflicto o lanzar un proceso soberanista, que a su vez bloquean la opción de presentarse como la izquierda transformadora que es.

Muchos debates pendientes, por tanto, que en realidad quizás sean uno solo con distintas manifestaciones. La izquierda abertzale acertó al cambiar todo el escenario en 2011, pero le está resultando más difícil cambiarse a sí misma para seguir avanzando. «No hemos hecho una oferta que interesara a quienes nos apoyaron», asumía ayer Arraiz.