EDITORIALA
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Dos apuntes para el optimismo desde Cuba

En días en los que predominan el dolor, el miedo y la tentación de seguir renunciando a porciones de libertad en nombre de una falsa seguridad, conviene alzar la vista, mirar alrededor y recordar que el mundo no acaba en Europa. Veremos entonces que, mientras en Bruselas o Idomeni se instalan la barbarie y el horror, hay lugares del mismo planeta en los que la solución y la paz avanzan. Y Cuba ha sido estos días el mejor ejemplo, por doble motivo.

La visita del presidente de EEUU, Barack Obama, a La Habana deja asuntos pendientes como el fin definitivo del bloqueo económico (cuestión que depende del Congreso estadounidense) o el cierre de Guantánamo, tan urgente como dilatado. Deja también abierta la pregunta de quién sale ganando con la visita, si EEUU, la revolución cubana o los dos a la vez. Pero al margen de estas cuestiones, no ver un hito histórico en la visita de Obama es tratar de negar la realidad en contra de toda evidencia. Ha roto con una ausencia de casi un siglo, ha reconocido por fin la legitimidad de las instituciones surgidas de la revolución cubana y ha hecho autocrítica del aislamento al que su país ha sometido a la isla durante más de medio siglo.

Aunque de un perfil más bajo, todavía resulta más significativo, en aras de la paz en el continente, la visita que el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, ha realizado en la propia La Habana a las dos delegaciones colombianas que negocian. Es decir, el jefe de la diplomacia estadounidense se ha sentado con Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, líder de las FARC-EP, una guerrilla que Washington sigue incluyendo en su listado de organizaciones terroristas y que ha combatido durante años a través de aportaciones millonarias al Plan Colombia. Una reunión impensable hace apenas unos meses que demuestra que siempre, por difíciles que estén las cosas, si existe la voluntad política necesaria, hay vías para caminar hacia la paz y la convivencia.