Xandra  Romero
Nutricionista

Abuso de laxantes: una realidad demasiado «normal»

Los laxantes son preparaciones médicas que provocan la eliminación de heces mediante la defecación y se utilizan para aliviar y prevenir el estreñimiento. Este último, el estreñimiento, aunque es un concepto difícil de objetivizar por su carácter subjetivo, en general se entiende como la situación en la que se producen menos de tres deposiciones por semana, anormalmente duras, secas y difíciles de expulsar, y con escaso peso.

Lejos de lo que opina la mayoría, el estreñimiento no representa una enfermedad propiamente dicha, sino un síntoma. De modo que los fármacos laxantes son, en general, de uso paliativo del síntoma, pero no solucionan la causa que lo origina.

Así, los laxantes se han utilizado con fines de salud durante más de 2.000 años, y durante gran parte de ese tiempo ha habido abuso o mal uso de ellos. Y es que son uno de los fármacos más vendidos y, según algunos estudios, alrededor del 53,06% de los consumidores solicitan el laxante por automedicación y, por lo general, los principales consumidores de laxantes dispensados en farmacias comunitarias son mujeres. Dado que la gran mayoría los consume sin prescripción médica o farmacológica, es importante repasar el abuso de laxantes como una conducta más que extendida y, por ende, normalizada, pero que no por ello entraña poco riesgo.

Las personas que abusan de los laxantes se pueden clasificar en cuatro grupos. Con mucha diferencia, el grupo que más los utiliza de forma inadecuada (entre el 10% y el 60%) está formado por quienes padecen un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), como la anorexia, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón.

En el segundo grupo están personas de mediana edad o mayores, que comienzan a usar laxantes cuando están estreñidos, pero continúan usándolos en exceso. Este patrón está reforzado por ciertas creencias de que los movimientos intestinales diarios son necesarios para una buena salud o que es necesario evacuar a diario.

El tercer grupo incluye a personas que participan en ciertos tipos de entrenamiento atlético, incluidos los deportes con límites de peso establecidos y que, por lo tanto, también los usan como mecanismo inadecuado para el control del peso corporal. Y, por último, el cuarto grupo hace referencia a las personas que adquieren tolerancia a estas sustancias utilizándolas para distintos fines.

En todos ellos podemos hablar de cierta ‘adicción’ al uso de estas sustancias y, aunque la motivación entre los grupos pueda diferir, en esta conducta patológica del abuso de ellas se busca una sensación de control sobre el cuerpo que es lo que genera un patrón de conducta resistente. Estas personas utilizan este tipo de conductas como estrategia de regulación emocional ante la sensación de descontrol sobre cosas que ocurren en su vida, de manera que empiezan a desarrollar un control obsesivo sobre el cuerpo y sus mecanismos fisiológicos, generando una falsa sensación de seguridad.

Hay distintos tipos de laxantes, según su mecanismo de acción:

• Incrementadores del bolo intestinal: Son sustancias que absorben agua, se hinchan y ayudan a aumentar el volumen de la materia fecal. Sin embargo, su empleo continuado origina dependencia de uso, ya que pueden hacer disminuir la función intestinal normal.

• Agentes emolientes o surfactantes: estos compuestos actúan ablandando y lubrificando el bolo fecal.

• Agentes lubrificantes del contenido fecal: Son aceites vegetales y minerales que reblandecen las heces favoreciendo la secreción de agua y facilitando su deslizamiento.

• Agentes osmóticos: ejercen atracción del agua hacia el intestino aumentando el volumen, que favorece el avance y la eliminación del bolo fecal.

• Sustancias estimulantes de la mucosa intestinal: Estimulan directamente las paredes del intestino grueso, provocando su contracción y desplazando las heces.

Pero el grupo de laxantes del que se abusa con más frecuencia es el de la clase de los estimulantes. Esto puede estar relacionado con la acción rápida de los estimulantes, particularmente en personas con TCA, ya que pueden creer erróneamente que pueden evitar la absorción de calorías a través de la diarrea resultante. No obstante, la gran mayoría de ellos pueden originar dependencia de uso, de modo que conviene evitar su utilización prolongada.

Los otros problemas médicos asociados con el abuso de laxantes incluyen cambios en el equilibrio de minerales en el cuerpo que, junto con el aumento de pérdidas de líquidos, potasio y otros electrolitos, puede causar alteraciones cardiacas y musculares así como renales, poniendo en peligro la vida.

Asimismo, el uso continuado de laxantes, sobre todo los estimulantes, favorece la atonía del colon, que solo responde al estímulo químico del laxante y a largo plazo lo convierte en colon catártico. ¿Cuál es el problema para frenar esta situación? Pues que, además de que son medicamentos que pueden producir tolerancia, tampoco podemos olvidar la fácil accesibilidad que se tiene a ellos, puesto que pueden ser adquiridos sin receta, e incluso por menores de edad, lo que favorece que exista un consumo no controlado.