Arnaitz Gorriti
Kirol-erredaktorea, saskibaloian espezializatua / redactor deportivo, especialista de Baloncesto

Bilbao Basket se convierte en Hércules para completar su última prueba en la cancha del PAOK

Igual que Hércules tuvo que robar las manzanas doradas del jardín de las Hespérides, los hombres de negro deberán «robar» el título de la FIBA Europe Cup en un «Palataki» a rebosar y hostil, donde mucho deberán pelear para hacer valer su 72-65 favorable logrado en Miribilla hace una semana.

La afición que llenó Miribilla también estará con los hombres de negro en tierras helenas.
La afición que llenó Miribilla también estará con los hombres de negro en tierras helenas. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Entre las 12 pruebas de Hércules –no las de Asterix– la más conocida fue la de sacar a Teseo del Inframundo –de los Infiernos–, pero la más cuca de todas, donde Hércules demostró que no solo era una persona con una fuerza tremenda y valerosa, sino bien astuta, fue robar las manzanas doradas del jardín de las Hespérides, manzanas que Gea regaló a Hera por su boda con Zeus. Este jardín estaba custodiado por un dragón y tres «ninfas del atardecer» o Hespérides.

Una versión habla de que Hércules derrotó al dragón y otra, más cuca, habla de que primero liberó a Prometeo –el que robó el fuego de la vida para los seres humanos y por ello sería encadenado por Zeus–, y este le aconsejó que en vez de tomar él esas manzanas doradas, se lo pidiera a Atlas, poniéndose Hércules en lugar de este con la tarea de sostener el mundo.

Según esta versión, Atlas cumplió la tarea y quiso jugársela a Hércules dejándolo con el peso del mundo sobre sus hombros, pero, Hércules se dio cuenta del ardid de su aliado y consiguió a su vez cumplimentar sus doce cometidos con una argucia con la cual Atlas quedaría de nuevo con el mundo sobre sus hombros y Hércules victorioso.

Surne Bilbao Basket no deberá robar nada para hacerse con el título de FIBA Europe Cup, pero lo cierto es que el dragón y las Hespérides asomarán por millares en el «Palataki» –Palacete–, nombre por el que se conoce el PAOK Sports Arena, en un duelo en el que los hombres de negro parten con siete puntos de diferencia tras el 72-65 del Bilbao Arena de hace una semana.

Esos siete puntos tal vez sirvan de colchón cuando los 40 minutos –o más– restantes toquen a su fin, pero por lo pronto, Jaume Ponsarnau ha declarado que «viajamos como si hubiese un empate en el marcador. A día de hoy, siete puntos se pueden remontar en 15 segundos», has declarado el técnico de Tárrega.

Un poco más optimista por el botín obtenido en Miribilla, Thijs de Ridder declaraba horas antes a la web de la FIBA que «sabemos que llevamos una buena renta. Pero viendo cómo nosotros fuimos capaces de levantar una desventaja de 19 puntos en semifinales, lo mejor será estar concentrados en todo momento para seguir haciendo nuestro juego».

Tarde pero con todos

Una avería en el avión que ha llevado a la expedición bilbaina a la Macedonia helena ha supuesto retrasar la salida de las 14.00 que se preveía a las 15.30. Ello, aparte de poner de los nervios a la expedición por su parte logística, solo trastoca los planes en que los hombres de negro han decidido no entrenar este martes, sino que han decidido acudir directos a su hotel desde el aeropuerto, dejando la toma de contacto con el «Palataki» para el miércoles por la mañana, momento en el que velar armas para un duelo que arrancará a las 19.15 de Euskal Herria, las 20.15 en Salónica.

La buena noticia es que los lesionados, Hlinason, Cazalon y hasta Rabaseda, también han ido, después de acometer el último encuentro de Liga ACB ante Unicaja con ausencias de última hora, reservando piezas para el duelo en tierras helenas.

«Médicamente hablando, está casi todo el mundo disponible, incluso hay un día más para acabar de recuperarlo», ha dicho Ponsarnau, aunque no ha tardado en aclarar que «vamos a buscar intentar buscar a los jugadores que están más en forma, los que estén con mejores sensaciones  y que puedan aportar más cosas».

Los 8.650 asientos estarán copados para asistir a la vuelta de esta finalísima, igual que los 10.014 de Miribilla se llenaron hace una semana. En aquel entonces unos 500 aficionados griegos se desplazaron a tierras bilbainas y un centenar de seguidores de los hombres de negro, la mayoría viajando con los propios jugadores, estarán en el PAOK Sports Arena intentando hacer que se note su aliento y, en el mejor de los casos, celebrando la victoria de los suyos.

Pero en ese jardín de las Hespérides, uno no sabe si los que van de corto son el dragón o si el miedo más morrocotudo vendrá desde las gradas. El PAOK es un club nacido de la paz firmada entre griegos y turcos después de un conflicto bélico que duró entre 1919 y 1922. El Tratado de Lausana de 1923 provocó un desplazamiento de población griega a Turquía y de población turca a Grecia y lo cierto es que el PAOK de Salónica nace en 1926 con el impulso de estos turcos obligados a rehacer sus vidas en tierras que consideraban enemigas. Su «águila bicéfala» muestra a su vez las reticencias con su nuevo hogar y la nostalgia del hogar perdido de un colectivo que no pierde el orgullo de su procedencia.

«Ese ambiente tiene que ser un factor de motivación», ha destacado Jaume Ponsarnau a este respecto, ajeno al peso histórico de un club que está a punto de cumplir su centenario y que no ha ganado ningún título desde la Copa de 1999. «Vamos a jugar a un sitio con mucha tradición, forjada por un público muy caliente, pero a nosotros sobre todo nos preocupan las virtudes del PAOK, que es un equipo que ha llegado a la final por méritos propios y que ha tenido muchos días para preparar este partido –no ha jugado competición liguera este fin de semana–. Vamos a tener que estar muy despejados, muy abiertos, y vamos a tener que aprender en cada momento del partido», ha advertido el preparador catalán instantes antes de partir hacia tierras helenas donde esperan las manzanas doradas de la gloria.

Recibimiento en el hotel

Por encima de un centenar de aficionados han seguido los pasos de Surne Bilbao Basket, y aunque la llegada a Salónica ha resultado de lo más tortuosa a cuenta de los problemas de tráfico, la Peña Hirukoa, llegada a tierras helenas con adelanto, les ha hecho todo un recibimiento en la llegada al hotel de la expedición.

Y tras el acomodo de cada cual en sus habitaciones, Xavi Rabaseda y Rafa Pueyo han hecho unas penúltimas declaraciones previas a la cita del miércoles. Por un lado, el capitán de los hombres de negro, experimentado jugador con multitud de títulos en su haber, ha indicado la necesidad de «no perder el foco cuando sucedan malas acciones. Hay que dejar de pensar en el error y centrarse en la siguiente acción».

En ese sentido, el alero catalán ha subrayado la importancia de la defensa, pero sobre todo ha querido darle «naturalidad» a las horas previas a la finalísima. «Se ha hecho un trabajo grandísimo hasta llegar aquí. Para mí no ha sido fácil entre la lesión de la mano y la meningitis, pero lo que puedo aportar es que el equipo permanezca junto, que juegue junto, y disfrutar para intentar ganar el partido».

Rafa Pueyo se ha acordado de los ascensos camino a la élite como «esas finales ganadas, más allá de las que se han perdido en otras ocasiones. Entiendo lo que dice Jaume –Ponsarnau–, pero prefiero ir con siete puntos de ventaja, por más que los parciales se hagan en pocos segundos. Un partido a pocos puntos creo que es algo que nos puede venir bien, pero lo importante será controlar el ritmo del partido y los momentos malos cuando lleguen».

Los seguidores han podido además apurar unas pocas horas a la noche tesalonicense, y aún les quedará este miércoles para conocer su paseo marítimo, su parte antigua, la Torre Blanca y otros encantos de una ciudad con más personalidad que encanto estético propiamente dicho.

Pero los rigores horarios no permitirán muchas horas al turismo, al tener que acudir al «Palataki» con un par de horas de margen, antes de que la marabunta de aficionados helenos desembarque en pos de una FIBA Europe Cup que todos han ninguneado a lo largo del curso, pero que a la hora de la verdad todos quisieran añadir a su palmarés.