Sergio Iglesias

Depeche Mode en el BEC, un espectáculo grandioso y un repertorio sobresaliente

La histórica banda británica Deoeche Mode ha pasado este jueves por la noche por el BEC de Barakaldo, para ofrecer un concierto memorable en el marco de su gira ‘Memento Mori Tour’.

Los veteranos Depeche Mode ofrecieron un gran espectáculo sobre el escenario del BEC.
Los veteranos Depeche Mode ofrecieron un gran espectáculo sobre el escenario del BEC. (Marisol RAMÍREZ | FOKU)

Corrían los años 80 y dos bandas británicas se disputaban el trono de la música electrónica para masas en el mundo. Por un lado estaban los Pet Shop Boys, amables y con un estilo muy sencillo para escuchar, y por otro lado, estaban Depeche Mode, más incómodos y oscuros.

El tiempo pasó y es innegable que ambos grupos hicieron una carrera larga y exitosa, pero sin lugar a dudas, si tenemos que nombrar a la que supo evolucionar mejor, esos son Depeche Mode, protagonistas absolutos de una noche muy especial.
 
Así que después de correr el tramo correspondiente de Korrika, no había un plan mejor que acercarse al BEC a disfrutar del paso de los británicos por Euskal Herria, dentro de su gira ‘Memento Mori Tour’, en el que la presentación de su último trabajo hasta el momento sirve de excusa perfecta para mostrarnos el estado actual de una banda que siempre responde a las expectativas que, en esta ocasión, como suele ser habitual en cada una de sus visitas, eran altísimas. Algo que era evidente echando un rápido vistazo al fantástico aspecto que presentaba el recinto, con un lleno absoluto, para recibir a los considerados ‘padres del rock electrónico’.

Una interesante propuesta

Pero antes de ir con lo que dio de sí el concierto de Depeche Mode es de justicia destacar la media hora de disfrute que pasamos con la artista que precedía a las grandes estrellas de la noche, que fue la australiana Suzie Stapleton. A lo largo de los 30 minutos que estuvo sobre el escenario junto a su banda desgranó unos cuantos temas que forman parte de su, de momento, escasa discografía, compuesta, si no me equivoco, por varios sencillos, un EP titulado ‘Obladi Diablo’, del que sonó la larga y oscura adaptación del poema de Banjo Peterson ‘Song of the artesian water’, y un disco largo titulado ‘We are the plague’, del que pudimos escuchar, entre otras, la pieza que da título al disco, ‘September’ y ‘Thylacine’.

La música se atrevió –y lo hizo ciertamente bien– a hablar en castellano, y se mostró agradecida de poder formar parte de la aventura que ha de suponer girar junto a una banda como Depeche Mode, a la par que dejaba clara su propuesta, basada en un rock oscuro, rotundo y crudo, digno de la ‘escuela Nick Cave’, y apróximándose en la ejecución a divas de la talla de PJ Harvey o Patti Smith. Muy interesante, y espero que las promotoras tomaran nota para volver a traerla por aquí, porque tiene que ser un espectáculo verla en sala.

Y tras disfrutar de este mini concierto aperitivo, y después de una sesión de techno machacón como música ambiental previa al gran evento, las luces se apagaban a las 21.30 y miles de teléfonos en alto se preparaban para inmortalizar la salida de Depeche Mode, que hicieron su aparición gloriosa presentando un par de temas de su último trabajo: la oscura ‘My cosmos is mine’ y ‘Wagging tongue’, probablemente de las últimas composiciones la que mejor encaja en el repertorio clásico de la banda.

Con un Dave Gahan desbocado desde el primer momento, enfundado en un traje con chaleco brillantes ambos, calzando unas elegantes botas de color blanco impoluto, y con aspecto de dandy, demostró un estado de forma envidiable, siempre acompañado por el no menos elegante Martin Gore, que con los años ha adquirido un protagonismo absoluto, haciendo de todo: cantando, tocando la guitarra, los teclados… y todo bien.

Un repertorio sobresaliente

En cuanto al repertorio, simplemente se puede calificar como sobresaliente, haciendo una selección de sus grandes éxitos, entremezclados como ya hemos comentado con temas de su último trabajo, y revisiones de composiciones de siempre, llevadas a otro lugar alejado de las originales, como el zephyr mix de ‘In your room’, producida en su momento por Butch Vig, y que se encuentra a años luz de la versión original, incluida en el cuarto disco de la banda ‘Songs of faith and devotion’, de 1993; algo similar a lo que ocurre con el remix de ‘A pain that I’m used to’, llevado a cabo por Jacques Lu Cont, y cuya interpretación en el concierto creó una atmósfera rave, que tuvo continuidad con otros temas con el mismo espíritu “discotequero” , como ‘Behind the wheel’.

Pero el show también tuvo momentos brillantes cuando abordaban las composiciones de carácter más cercano al rock industrial, como ‘Walking in my shoes’, ‘Precious’ o ‘Black celebration’, oscura y donde destaca la batería de un Christian Eigner que estuvo inmenso toda la noche.

Tampoco faltó el pop electrónico de canciones como ‘Its no good’, coreada a voz en grito por un público totalmente entregado, ‘Policy of truth’, con un sensual Dave Gahan dándolo todo, o ‘Ghosts again’, entre otras, que se iban intercalando con los aires ochenteros que destilan temas como ‘Everything counts’ o la inevitable ‘Just can’t get enough’, que sonó en el bis.

Un paso al frente

Hubo tiempo también para el reposo cuando Martin Gore dio un paso al frente, para cantar un par de temas con la única compañía de Peter Gordeno al teclado, que crearon un ambiente de calma y sosiego, que nos permitió disfrutar de la capacidad vocal de un Gore que, insisto, estuvo genial en todo lo que hizo.

Pero si tengo que elegir lo mejor de este bolo, pensándolo muy mucho, puede que me quedara con ‘I feel you’, probablemente la más punk de todo el repertorio de la banda, ‘Stripped’, la imprescindible ‘Enjoy the silence’, y la más rockera ‘Never let me down again’, también incluida en el bis, precediendo a ‘Personal Jesus’, con la que se cerraba un concierto, en el que no hubo ni un segundo de descanso, y en el que no podíamos apartar la mirada del escenario y de la pantalla central, por donde constantemente pasaban imágenes y constantes estímulos luminosos, que acompañaban las canciones.

Un grandioso espectáculo de luces y colores que vestían aún más si cabe unas composiciones que, como hemos ido diciendo a lo largo de la crónica, por lo magníficas que son, no necesitarían de tanto artificio… aunque hay que reconocer que todo es mejor cuando el envoltorio también es atractivo. Y además, estamos en la era de la imagen, así que disfrutemos de ello.

Depeche Mode lo han vuelto a hacer, y han demostrado, una vez más, por qué, sin duda, son considerados los mejores en lo suyo.