Desde su segunda fuga, hace una semana, de una prisión de alta seguridad, la leyenda del poderoso narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán ha seguido creciendo en el estado de Sinaloa (Sierra Madre del noroeste de México), donde es venerado como un Robin Hood a pesar de las numerosas muertes cometidas por su cartel.

Las autoridades estadounidenses piensan que “El Chapo” Guzmán se esconde aquí, en este lugar de difícil acceso, donde cuenta con el apoyo de la población, según indican fuentes de la seguridad de EEUU. En Badiraguato, el pueblo que le vio nacer a él y a otros temidos narcotraficantes, los habitantes esperan que “El Chapo” va a dinamizar nuevamente la economía local.

Antes de su última detención en febrero de 2014, el líder del cartel de Sinaloa daba trabajo a los campesinos, enviaba alimentos a los hogares de ancianos y ofrecía juguetes a los niños en Navidad. «La gente se alegra por su evasión porque él ayuda a mucha gente» explica Gerardo Ávila delante de su pequeña tienda de ropa en el centro del pueblo de Badiraguato. «Da dinero y puestos de trabajo, ayuda más que los presidentes» asegura por su parte un joven de 22 años. «¿Qué tipo de trabajo? Por ejemplo cortar árboles en la montaña».

Un mal necesario

Erica, una mexicana de 40 años que vende caramelos delante de la iglesia del pueblo, piensa así mismo que “El Chapo” Guzmán hace mucho por la comunidad. «Gracias a él –prosigue– la gente trabaja y hay actividad, pero allí arriba» dice ella, indicando las montañas.

Pero el trabajo que ofrece Guzmán en las montañas, obviamente, no tiene nada que ver con el tamaño de los árboles, sino más bien con la cultura de la marihuana y la amapola. «Es un mal necesario», piensa Enrique Amarillas, responsable de una asociación local que se queja de que el Gobierno no ha sido capaz de crear «las condiciones de lucha contra la pobreza» en la región.

Según el alcade, Mario Alfonso Valenzuela, más de la mitad de los agricultores de este pueblo se dedica a la cultura de la droga. «En Badiraguato, por desgracia, todavía se cultiva la amapola y la marihuana, pero no es la única actividad». En cuanto a su comercio, depende de gente de gente como “El Chapo”. Las estadísticas indican que en este pueblo de 32.600 habitantes, el segundo más pobre del estado de Sinaloa, el 20% de la población vive en situación de extrema pobreza. La falta de agua corriente en los caseríos diseminados en el denso bosque, a los que solo se puede acceder con vehículos todoterreno, es algo común.

Aquí no hay criminales

En uno de estos caseríos del poblado de La Tuna nació “El Chapo” Guzmán en 1957, donde su madre de 86 años aún vive en una gran casa construida por su hijo. En palabras del alcalde, «ella se ocupa a tiempo completo de su casa y reza. La gente que se cruza con ella la respeta, no porque sea la madre de “El Chapo”, sino por que ella es una persona digna y respetable».

«Aquí no hay criminales. Solamente hay trabajo. Aquí no hay riqueza», asegura Martín Medina, de 44 años, en medio del cacareo de las gallinas, sentado en su porche junto a otros cuatro campesinos.

Los responsables de seguridad norteamericanos piensan que “El Chapo” Guzmán se esconde en el «Triángulo dorado» de la droga, entre los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua. El alcalde asegura que hay más policias en el pueblo desde su fuga, pero no he constatado ningún despliegue especial de fuerzas del orden ni controles de carretera.

No obstante, si bien la mayoría de la población de su feudo admira a Joaquín “El Chapo” Guzmán, no todo el mundo es un fan incondicional. «Cuando sea grande no quiero ser como él. Quiero tener un trabajo normal», dice un niño de 12 años que vende artículos de cocina en la plaza de la ahora tan famosa Badiraguato.

El alcalde Valenzuela, del gobernante PRI al que pertenece el humillado presidente Peña Nieto, explica así el sentimento de sorpresa y alegría que se vive: «¡Ah mira! se les escapó “El Chapo”, es bien chingón».