«LA LUCHA EN LA CALLE ES LO QUE DIGNIFICA NUESTRA SITUACIÓN»
INVOCADOS CONTINUAMENTE COMO UNA CIFRA, PERO SILENCIADOS Y NADA ESCUCHADOS, RECUERDAN QUE TODO EL MUNDO DICE ENTENDERLES PERO SOLO LES VISITA LA ERTZAINTZA, Y ESO QUE «SOLO PEDIMOS EMPLEO DIGNO». GARA LES ACOMPAñÓ EL JUEVES EN UNA DE SUS PROTESTAS. TAL Y COMO SUBRAYAN, «LA LUCHA ES LO QUE DIGNIFICA Y DA SENTIDO A NUESTRA SITUACIÓN».

Jueves, 10.45, estación de metro de Areeta. La Coordinadora de asambleas de parados de Bizkaia se reúne en la plaza para movilizarse ante una empresa ligada a reformas y construcción. «Vamos a pedir que contrate gente del pueblo», explican los primeros en llegar, mientras esperan que se sumen más participantes llegados de distintos puntos. La coordinadora reúne a 18 asambleas.
En Areeta solo hay hombres, de todas las edades y muy diversas procedencias. Comentan que en algunas asambleas hay mujeres, pero pocas, y dejan claro que las puertas están abiertas sin exclusiones por razón de sexo, etnia o procedencia. La única condición es reclamar puestos de trabajo dignos, nada de horas extra y que el empleo sea rotativo. «Ni hombres ni mujeres ni raza ni nada, cualquiera se puede unir a la lucha con unos principios: no meter horas, trabajar seis meses y dejar el puesto a otro. Lo hacemos por solidaridad», afirman tajantes.
De camino a la oficina de la empresa se ponen los chalecos reflectantes con que se identifican como miembros de asambleas de parados y despliegan varias banderas negras con el lema “Contra el paro lucha obrera. Gure eskubideen defentsan”. Recuerdan que algunas asambleas han conocido muchas crisis antes de esta y que Periko Solabarria fue uno de los fundadores de la de Barakaldo, de las más veteranas, con más de 30 años.
Cuentan que es posible que la empresa a la que se dirigen llame a la Ertzaintza, pero tienen permiso para concentrarse. No podría ser de otra manera, porque, según explican, ellos, los parados de larga duración, los que están detrás de esas cifras por las que todo el mundo muestra tanta preocupación, son muchas veces multados por protestas en obras. «Te dicen eso de ‘yo tengo en mi familia gente como tú’ –ya me gustaría verlo– y al final siempre se soluciona llamando a la Ertzaintza. Te entienden, te comprenden, pero al final es la Ertzaintza la que viene a la obra cuando vas a pedir derechos», comentan.
«O aceptas o ya sabes...»
Las posibles multas son una de las razones por las que cada asamblea y la propia coordinadora tienen cajas de resistencia que se alimentan con cuotas, vendiendo papeletas, mecheros, camisetas... «Cada asamblea tiene su sistema», explican, y recuerdan que las protestas en la calle no son gratis. Moverse en transporte público supone un esfuerzo importante para gente que subsiste con la RGI y un subsidio para mayores de 45 años, «426 euros que te conceden un año sí y otro no, así hasta tres veces, luego nada, la RGI». «Se pidió transporte público gratuito para los parados, pero todavía estamos esperando», lamentan.
Lo que no esperan es que nada cambie en el terreno laboral, porque según denuncian hay mucha gente ganando con esta situación y, desde luego, no son los trabajadores. Tal y como apuntan, la impresión generalizada es que a este sistema le conviene que haya mucha gente buscando trabajo para que funcione la amenaza «o aceptas esto o ya sabes...» y en los sectores que mejor conocen, construcción y supermercados, la precariedad está a la orden del día.
Conscientes de que «para mucha gente la situación es tan límite que se agarra a lo que sea para poder subsistir», aclaran que no salen a la calle para mendigar trabajo a cualquier precio. «Para eso no necesitamos una asamblea», remarcan, «lo que pedimos en las obras, sobre todo cuando hay dinero público por medio, es que se aplique el convenio de Bizkaia y ‘no’ a las horas extra». No parecen demandas desorbitadas, pero lo son, a tenor de la realidad que describen. «Hay subcontratas que llegan de Burgos y alucinan con lo que pedimos. Están con convenios de fuera y no quieren pagar el convenio de aquí. Están acostumbradas a que sus plantillas traguen con todo», comenta Kike, uno de los más jóvenes de la protesta.
«La trampa es legal»
La «trampa es legal», según indican. Esas empresas de fuera vienen con un permiso especial que les permite aplicar sus convenios pero tampoco pagan a sus trabajadores las dietas que les corresponderían por la misma regla. Sucede igual con empresas llegadas de otros países de la UE. Explican al respecto que hay «trabajadores portugueses, rumanos..., que están trabajando con el convenio de su país, con ese permiso especial, pero eso no es lo que pone en su nómina». «Ellos mismos no quieren decir lo que cobran, pero sabemos que están cobrando cuatro euros la hora y por eso tienen que hacer 12 o 13 horas diarias. Les sale rentable porque aquí por lo menos tienen trabajo y allí no. Hay mucho falso autónomo, la empresa se ahorra pagar la Seguridad Social y luego a trabajar a destajo, por metros...Todo el mundo sabe que las empresas son las que quieren que esto siga existiendo», afirman un tanto resignados, porque «lo sabe todo el mundo, pero nadie hace nada por cambiarlo» y porque mientras «en Gipuzkoa están pidiendo que se cumplan requisitos», en Bizkaia la situación «es una pasada».
«Lanbide e INEM para nosotros son cero y tampoco esperamos nada de los partidos ni de los sindicatos, nos han defraudado de por vida, porque la falta de unidad sindical es también igual a cero. Hay alguno que puede intentar algo, pero solo buscan masa social y para eso con nosotros que no cuenten, no tenemos ni para pagar el sindicato».
En uno de los grupos congregados ante la empresa comentan que el último empleo conseguido ha sido en Derio. Ahora hay proyectos importantes a la vista. Recuerda Tino que en Zorrotza «vamos a empezar una lucha dura, están haciendo una residencia y la Diputación va a invertir cuatro millones de euros. Si hay dinero público tiene que haber puestos para la gente de la asamblea de parados. Se dice que aquí no existe el 3%, que no existe nada, los que existimos somos nosotros, estamos desempleados y de larga duración».
En medio de la conversación, la movilización llega a su fin. Los interlocutores que han entrado a pedir a la empresa que allí donde tenga obras contrate gente de las asambleas de parados del lugar, explican que se han comprometido a trasladar esta petición a las subcontratas. Parece que uno de los lugares en el que pueda surgir trabajo es Basauri y aclaran rápidamente que esos empleos corresponden a la gente de Basauri.
Toca plegar la pancarta hasta la próxima movilización, aún sin fecha ni lugar. Pronto llegará otro Primero de Mayo, una cita que no pasan por alto aunque, según lamentan, tampoco esperan especial protagonismo. «Solo somos cifras», comentan.

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