Como un desgarro
Mario Benedetti, en su libro “Viento del exilio”, tiene un poema que siempre he sentido como un desgarro de mi libertad. Su título es sencillo, “Ex presos”, dos palabras para unos pocos versos que esconden cientos de vidas militantes y hablan de la cárcel sin nombrarla, mirando la libertad dolorida de los que, desde fuera, llenan los años de pequeñas cosas que luego contarán en visitas de 40 minutos. Dice Benedetti: «resulta casi insoportable/ comprender y admitir/ que mientras yo escribía/ caminaba/ buscaba/ y atravesaba el riesgo.../ y gozaba del sol/ y tenía a mano el mar y la mujer/ Durante cinco seis siete años/ vale decir durante/ toda una estropajosa eternidad/ ellos miraban firmes o rabiosos/ o tristes o distantes o serenos/ las arrugas del muro impenetrable». ¿Cuántas veces hemos pensado lo mismo y cerrado los ojos para no mirar de frente la suerte de nuestra libertad? Creo que muchas. Los sentimientos son así, espontáneos, y aunque solo reaparezcan al leer un poema, merece la pena mirarlos de frente y comprender. Mañana a la marcha por la libertad de los presos políticos vascos, cada cual acudirá con su propia intención política. No todas serán coincidentes, pero deben estar allí. Yo también iré y, junto a mi intención, llevaré las palabras de Benedetti para compartir con ellos ese momento de pequeña o gran libertad.

«Sartutako zuhaitzek milaka urte iraun dezakeen basoa sortu dezakete»

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