M.I.
X-MEN: APOCALIPSIS

Los cuatro jinetes bíblicos en fase de mutación

N o hay sitio para todos en el competitivo mercado de las adaptaciones cinematográficas de cómics de superhéroes, y de ahí que la entente entre Marvel y Disney lleve claramente la delantera. La Fox no tendría que quedarse atrás, a nada que explotaran mejor los derechos que les quedan sobre la franquicia “X-Men”, pero su lectura del universo Marvel está a medio camino entre el humor de sus directos rivales y la grandilocuencia de los proyectos de Warner con el material de DC. Se empeñan en primar el espectáculo de las imágenes generadas por ordenador, en detrimento del desarrollo argumental y la sicología de los personajes, motivo por el que la saga del profesor Charles Xavier se encuentra despersonalizada y a merced del bombardeo de efectos digitales. Los 240 millones de dólares gastados dan para abrumar a más de uno, destacando tecnológicamente la aceleración del mutante Mercurio en sus carreras, por medio de cámaras Phantom que se mueven a 80 kilómetros por hora mientras graban a 3.100 f. por segundo. No lucen tan bien las explosiones ralentizadas, ni las capas de maquillaje bajo las que se esconde como villano Oscar Isaac.