La musa de Fernando Fernán Gómez
El anarquismo parece una cosa del pasado lejano, tal vez porque la libertad en esta era de la vigilancia masiva también lo sea. Por eso cuando alguien libre y ácrata como lo era Emma Cohen nos deja, el sentimiento de pérdida aumenta. Habrá quien piense que ser “la mujer de” no es ningún oficio, pero no conviene confundir la sumisión con la entrega voluntaria. Ella nunca dejó de ser creativa, y como compañera del genio siempre supo estar a la altura. Le transmitía una alegría y una vitalidad que al cineasta en su vejez ya le iban escaseando, después de 37 años juntos entre los años 1970 y 2007.
Leyendo los obituarios, me entero de que en su larga y estrecha relación también hubo rupturas. La rebelde Emma Cohen dejó una vez a su amado Fernando Fernán-Gómez, y se fue con el escritor Joan Bonet. Y entre plumas andaba el juego, porque el ser abandonado y herido escribió una carta de amor tan sincera en la revista “Triunfo”, que la musa a la fuga no pudo sino regresar a su lado definitivamente.
De sus colaboraciones artísticas hay mucho que rescatar, pero por casualidades de la vida este mismo fin de semana se repone en algunos cines “¡Bruja, más que bruja!” (1976), película maldita donde las haya, por ser una comedia musical que se adelantó a su tiempo.

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