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bruselas

Con resistencias en el este, París y Berlín presionan hacia la UE a dos velocidades

Alemania y Francia presionaron en la cumbre europea para que la UE avance hacia una Europa «a varias velocidades», enfrentándose al rechazo de varios países del este europeo, con Polonia a la cabeza.

Los dirigentes de los Veintiocho celebraron ayer una reunión para preparar una solemne Declaración de Roma en la cumbre del próximo 25 de marzo, en la que deben definir el futuro de la Unión Europea tras la salida de Reino Unido. Y el escenario elegido por Alemania y el Estado francés es la UE de «varias velocidades» en la que en torno a un núcleo más integrado se sumen otros países.

«La consigna es que estamos unidos, pero unidos en la diversidad», afirmó la canciller alemana, Angela Merkel. «Hay que ser capaces de avanzar más rápido a veces», insistió el presidente francés, François Hollande, porque Europa ha mostrado que no era capaz de tomar decisiones en el momento adecuado». Y citó la defensa, la zona del euro, la armonización fiscal y social como algunos de los ámbitos en los que los socios de la Unión deben ser «capaces de ir más deprisa, más lejos, sin cerrar la puerta».

Gobiernos como el español, el belga, o el luxemburgués apoyaron esta idea, que suscita no pocos recelos en los países del este europeo. Para intentar calmarlos, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, aseguró que este escenario no establecerá «un nuevo telón de acero ente el este y el oeste. Esa no es la intención».

Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia –el grupo de Visegrado– y países bálticos son los principales reticentes a este proyecto, en el que temen verse relegados a miembros de segunda fila de la UE.

La primera ministra de Polonia, Beata Szydlo, aseguró que una UE de varias velocidades abriría la puerta a construir «clubes de élites» y en su lugar pidió que la Declaración de Roma incida en la unidad.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y Juncker insistieron además en defender la unidad, lo que ven compatible con que los países avancen a distintas velocidades, en función de su proyecto de integración, poniendo el euro y el espacio Schengen como ejemplos que ya existen.

Varsovia sumó su recelo a la oposición a la reelección de Tusk, al que el Gobierno polaco considera un enemigo político, por lo que propuso al eurodiputado Jacek Saryusz-Wolski como alternativa. Al no contar con el apoyo de sus socios comunitarios a su candidato, Polonia decidió no apoyar las conclusiones sobre inmigración, economía, defensa o la situación e los Balcanes de la cumbre, que, finalmente, tuvieron que ser publicadas como una declaración del propio Tusk.

Polonia rechaza el «chantaje»

Szydlo se refirió, además, a la amenaza que, según medios polacos, esgrimió presidente francés en la cena del jueves. «Vosotros tenéis vuestros principios, nosotros tenemos los fondos estructurales», le lanzó François Hollande, en una advertencia de que Bruselas podría cerrar el grifo de ayudas a Polonia.

La primera ministra polaca auguró un futuro funesto a la UE si se produce ese bloqueo de fondos estructurales y «si los hombres políticos en la UE creen que pueden hacer chantaje».

Szydlo afirmó que Hollande «no fue elegante» e ironizó sobre si se tiene que «tomar en serio el chantaje de un presidente que tiene un apoyo en los sondeos del 4% y que pronto ya no será presidente».