¡Soy un hombre circuncidado!

La lista de pequeños festivales internacionales en los que “Inxeba” ha sido premiada es interminable. Pero fue en el de Londres donde le concedieron el premio de Mejor Debut Cinematográfico, confirmando que es una de esas óperas primas que dejan huella, y por algo va a representar a su país para optar al Óscar de Mejor Película de Habla No Inglesa. En dichos certámenes se la ha comparado con la oscarizada “Moonlight” (2016) y con la reciente “Tierra de dios” (2017), por su temática homosexual en un contexto hostil, aunque esta cinta sudafricana ofrece las suficientes peculiaridades raciales y antropológicas como para ser juzgada por separado y sin posibles equiparaciones con el cine occidental.
Es completamente diferente a todo lo visto por la sencilla razón de que introduce al espectador en el rito de iniciación masculino de la etnia xhosa, y que se identifica con la denominaciones de ukwaluka o ulkwaluko. No debe de ser nada fácil acceder a este tipo de ceremonia con cámaras, porque está rodeada de un secretismo ancestral, y porque está siendo objeto de denuncias ya que la práctica de la circuncisión sin las debidas medidas higiénicas ha provocado más de una muerte entre los jovenes iniciados, a los que se llama individualmente umkhwetha y en grupo abakhwetha, mientras que los tutores encargados de guiar a los jóvenes en el paso a la madurez son los khankathas.
El debate interno de la película apunta hacia el conflicto entre tradición y modernidad, en la medida en que la cultura xhosa defiende el primitivista ritual como una señal identitaria frente a la sociedad blanca de la globalización. Desde el otro lado se contempla tal postura como un atraso, en cuanto que implica el rechazo de las relaciones homosexuales, al considerarlas un signo de debilidad y de invasión de las costumbres urbanas sobre el medio rural. Los iniciados gritan al ser circuncidados: ¡Soy un hombre!

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