Ingo NIEBEL
Colonia

DIE LINKE DISCUTE SOBRE CÓMO REACCIONAR AL DECLIVE DEL SPD

La socialdemocracia alemana y europea está a la deriva. El partido socialista Die Linke debate ahora cómo reaccionar ante esa situación, si fortaleciendo las actuales estructuras o pasanado al modelo de confluencias. La discusión reaviva la lucha interna en el Linke.

Durante la campaña electoral de 2017, las dos facciones de Die Linke (La Izquierda) mantuvieron enterrada el hacha de la guerra y el partido obtuvo el 9,2% de los votos, un incremento del 0,6%. Conservaban la frágil paz porque parecía que el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) de Martin Schulz pasaría a la oposición. Este escenario podría haber contribuido quizás a que el SPD volviera sus raíces. Así se habría sentado la base para un posible acercamiento entre ambos partidos de cara a los comicios del 2021, una posibilidad que, en principio, ha desaparecido después de que la cúpula del SPD haya optado por una tercera edición de la Gran Coalición con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller en funciones, Angela Merkel. Sin embargo, podría volver este domingo si el congreso extraordinario del SPD dice no a los planes de Schulz. La cuestión que los estrategas de Die Linke tienen que plantearse es qué hacer si finalmente hay otra GroKo.

Ante este escenario, el ala izquierdista, identificada con la copresidenta del grupo parlamentario Sahra Wagenknecht y su marido, el expresidente del SPD Oskar Lafontaine, propone que Die Linke impulse un movimiento de confluencias con caras conoci- das y abierto a aquella corriente de socialdemócratas descontentos con la estrategia de Schulz. La idea en sí coincide con la línea estratégica de Wagenknecht y Lafontaine que siempre han considerado al SPD más un rival al que hay que combatir que un aliado en potencia. Por eso, ha sido todo menos casualidad que en el discurso de Año Nuevo del grupo parlamentario, Wagenknecht hablara también el líder de La Francia insumisa, Jean-Luc Mélenchon, quien alabó su amistad con Lafontaine ya que ambos mantienen una trayectoria política parecida.

Esos objetivos chocan con el rumbo defendido por la denominada «ala reformista», personificado por los dos copresidentes de Die Linke, Katja Kipping y Bernd Riexinger, quienes realizaron otro discurso paralelo para recibir el año. Su ala ve al SPD y a los Verdes como potenciales aliados pero no sólo por eso rechazan la idea del movimiento de confluencias. También por la abierta enemistad entre Kipping y Wagenknecht que se traduce en posiciones políticas distintas.

Los dos temas que más preocupan a los alemanes son la inmigración, o sea la mal llamada «crisis de refugiados», y la situación social. Tras esas cuestiones aparecen las siglas de la xenófoba y neoliberal Alternativa para Alemania (AfD), que con el 12% de los votos es la tercera fuerza política en Alemania. La AfD usa la llegada de más de un millón de refugiados desde 2015 para alimentar su discurso racista. Al mismo tiempo, pretende defender los intereses de aquel 30% de la sociedad alemana que vive de ayudas estatales. Aunque en la letra no tan pequeña de sus programas favorece las políticas neoliberales, su mensaje cuaja, restando un importante número de votantes no sólo a la CDU sino también a Die Linke.

El qué hacer divide a las dos alas. Wagenknecht y Lafontaine han levantado ampollas al proponer que se regule la acogida de refugiados y crear las condiciones que eviten el éxodo masivo de personas de sus países de origen. Se les acusó de cercanía con la AfD, porque el Linke defiende una política de «fronteras abiertas».

«Contra el giro a la derecha»

El pensador Raúl Zelik, que pertenece a la dirección del Linke, recuerda en su página de Facebook que la mayoría de los 60 representantes federales y regionales de su partido ha rechazado la reciente propuesta de Wagenknecht. En el manifiesto que él y otros han firmado se lee que «contra el giro hacia la derecha ponemos la no dividida solidaridad, una orientación antirracista e internacionalista. La lucha contra la derecha es también parte de la lucha por la justicia social». Además, considera a Die Linke «el movimiento central de confluencias en Alemania», lo que se corresponde con la posición de Kipping.

En adelante, el Linke tendrá que decidirse si quiere ir tanto a por el SPD como a por la AfD. Para hacer frente a esta última tendrá que pasar a la ofensiva también en la batalla de las ideas. Sólo ganará terreno si con el mensaje «alemán/a-es-quien-habla-alemán» ofrece una definición progresista de lo que es la nación alemana del siglo XXI y qué república quiere. Para ello, tendrá que dejar de esconderse detrás de su interpretación del «internacionalismo» que le sirve para no tocar su palabra tabú «nación».