La reacción rojilla no cuaja tras regalar el primer acto
El Rayo fue superior en juego y ocasiones ante un Osasuna que solo tuvo veinte minutos de arreón.

OSASUNA 1
RAYO VALLECANO 1
Un tiempo para cada equipo y empate final. Pudo ganar cualquiera, es verdad; generó más peligro el Rayo, también; le echó el mismo arrojo Osasuna que su capitán en el gol tras el 0-1, es así, pero la primera mitad local fue para hacérselo mirar. Así no.
Once previsto en el bando rojillo, aún resonaban los sones por megafonía de ‘‘Shake it out’’ cantado por la osasunista declarada y participante de ‘Operación Triunfo’ Amaia, cuando el Rayo ya tuvo su primera gran ocasión de gol. Apenas treinta segundos y el ‘pichichi’ madrileño Raúl de Torres enviaba alto un balón franco. Un aviso de la superioridad que los franjirrojos iban a mostrar en una primera mitad en la que ambos pelearon por hacerse con la pelota, pero en la que acabó por imponerse un conjunto visitante que manejó mejor el esférico, sumó más ocasiones y al final, casi sobre la bocina, se adelantó en el marcador con un latigazo lejano de Embarba en una jugada eléctrica del Rayo en ataque que pilló a la defensa navarra abierta y desprotegida. 0-1 a vestuarios entre silbidos y sones del himno de Europa escrito a partir de la Novena Sinfonía de Beethoven.
Entre la primera ocasión rayista y el gol, apenas dos ocasiones rojillas, donde solo una encontró los tres palos. Fue un duro disparo de Kike Barja que sacó con apuros el portero rival. Fue a la media hora, primer chut de los de Diego Martínez. El Rayo, en cambio, dispuso de alguna más, como la que se tragó un indeciso Aridane y que casi introduce en propia puerta, o la que sacó Sergio Herrera a remate de Raúl de Torre tras un defectuoso despeje del central canario de Osasuna.
Reacción en la segunda mitad
Dominio del Rayo, mejor circulación del balón, un veterano Chory Rodríguez imperial, poco de la medular osasunista, algunas llegadas por la banda de Roberto Torres como la que acabó conectando Quique González pero se le fue fuera. Pero muy poco de un Osasuna demasiado precipitado en su juego, fallón en los pases, peleón eso sí, y que apenas sí mandó unos minutos mediada la primera mitad. Por lo demás, nada que hable bien de un equipo que pelee por el ascenso, romo arriba y con más sombras que luces atrás. Un fútbol más parecido a un Segunda B con todos los respetos.
Peor era imposible jugar. Así que Osasuna, azuzado por el resultado en contra, salió decidido a poner contra las cuerdas al Rayo. Y a fe que lo hizo. Como de la noche del día. Acogotó de tal manera al rival que no pudo en una jugada imposible, con tres remates consecutivos y un poste, que no entró de milagro, pero sí el testarazo con todo del capitán Oier en el 63. Cabezazo de bravura a centro templado de Kike Barja, gol de rabia, culminando una combinación de acoso y derribo al Rayo. Merecido premio al tiempo que la nieve arreciaba sobre El Sadar con fuerza aunque sin el suficiente itiempo para cuajar en el verde. Como no cuajó este arreón rojillo al que el Rayo no perdió la cara, tuvo dos ocasiones para el 1-2 pasado el minuto 80, acabó curiosamente mejor pero sacando un empate que le sabrá a poco, como quizá dé por bueno el punto Osasuna, tras regalar los primeros 45 minutos.

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