Miguel FERNÁNDEZ IIBÁÑEZ
PRISTINA
Elkarrizketa
REXHEP SELIMI
FUNDADOR DE LA GUERRILLA UçK

«Kosovo no dirigió limpieza étnica alguna, sino que la sufrió»

Cofundador del Ejército de Liberación de Kosovo (UÇK), la guerrilla albanesa que contó con la cobertura de los bombardeos de la OTAN para derrotar en 1999 a la Serbia de Milosevic, Rexhep Selimi niega que en venganza hubiera limpieza étnica contra la minoría serbia.

En 1989, Slobodan Milosevic cumplió su más arriesgada promesa-amenaza electoral: retiró la autonomía de Kosovo. Los albanokosovares, que perdieron sus empleos públicos y el derecho a educarse en su idioma, respondieron con estructuras paralelas en sanidad y educación ideadas por Ibrahim Rugova, estandarte de la resistencia pacífica kosovar. Pero esta vía comenzó a resquebrajarse a mediados de los años 90. Muchos comenzaron a ver en la lucha armada la única opción. Este sentimiento, paralelo a la represión, se extendió aún más tras la conferencia de Dayton, donde ni se habló de Kosovo.

En 1997, Rexhep Selimi, Daut Haradinaj y Mujë Krasniqi se convirtieron en las tres primeras caras públicas del grupo que canalizó esta desesperación: UÇK, fundado en 1991 y especialmente activo desde 1996.

Fue en 1998 cuando comen zó la guerra de Kosovo. En diciembre los enfrentamientos volvieron, y comenzó la ofensiva serbia «Herradura de Caballo», que pretendía expulsar a los albaneses de sus casas.

En este contexto, el 23 de marzo de 1999, diez años después de que la suspensión de la autonomía kosovar, comenzó la intervención de la OTAN, condicionada por el recuerdo de la masacre de Srebrenica y la decidida presión de la Administración Clinton. Alegaron razones humanitarias para atacar objetivos de la República Federal de Yugoslavia, que capituló 78 días después.

Para hablar precisamente sobre aquel conflicto, que dejó 13.000 muertes y en el que los miembros del UÇK se convirtieron «en las fuerzas terrestres de la OTAN» Rexhep Selimi, de 46 años, se cita con GARA en la sede central de Vetëvendosje, el partido político opositor del que actualmente es diputado.

¿Cuál era la situación entre 1989 y el inicio de la guerra?

Los problemas entre albaneses y serbios no comenzaron en 1989, pero fue el inicio de una nueva escalada represiva. Lo que no se había vivido antes fue esa crueldad con la juventud: mi generación fue envenenada (sic) en los colegios. Además, la suspensión de la autonomía kosovar trajo consigo el despido de albaneses de sus trabajos y las deportaciones. Milosevic quería expulsarnos de Kosovo, y muchas personas abandonaron el país por falta de trabajo, por sus ideas políticas o para evitar el servicio militar yugoslavo, en el que los albaneses eran asesinados, aunque aducían siempre que eran suicidios. En este contexto tuve que tomar decisiones vitales: huir, estar aquí y ser minoría reprimida, o quedarme y hacer algo más. Y eso condujo finalmente a la lucha.

En Dayton no se habló de Kosovo. ¿Cómo les afectó?

El UÇK existía antes de la conferencia de Dayton, aunque es verdad que esa cumbre mostró que los albanokosovares no estaban en la agenda. Parecía que para estar en la agenda teníamos que luchar. Fue un punto de inflexión en el que se terminaron las ilusiones de una resistencia pacífica que conduciría a una mejor vida. Entonces llegamos a la siguiente conclusión: «Gracias, Rugova, pero este camino no funciona».

¿Cómo fue la relación entre la guerrilla de UÇK y los seguidores de Rugova?

Necesitábamos su apoyo, pero no lo obtuvimos. Aún no entiendo el por qué. La movilización habría sido mayor si hubiéramos tenido apoyo político, aunque también es cierto que muchos de sus seguidores lucharon y se convirtieron en mártires. Pese a todo, hubo solidaridad y la sociedad no se divque dió.

¿Provocaron un incremento de la represión de la Serbia de Milosevic para forzar la intervención de la OTAN?

No podíamos arriesgarnos a esa carta. No provocamos a Serbia. Muchas veces pensamos en Srebrenica. Supimos luchar, organizar la logística y movilizar a la gente. Por algo nos llamaban la guerrilla más exitosa del mundo. Durante 18 meses, con varios centenares de jóvenes, los miembros del UÇK se convirtieron en las fuerzas terrestres de la OTAN.

Tras los bombardeos de la OTAN, la ofensiva de Milosevic dejó más de 700.000 refugiados. ¿Habrían ganado sin el apoyo de la OTAN?

Si hubiéramos pensado solamente que Milosevic era mucho más fuerte, algo que ya sabíamos cuando comenzamos la resistencia, ¿qué podríamos haber hecho? ¿Rendirnos? Pues no fue así. Vencimos, y ahora vivo en libertad. Entonces, nosotros no empezamos una guerra para provocar a Serbia, sino para luchar contra Serbia. No luchamos contra Serbia para provocar la intervención de la OTAN porque no estábamos seguros de que sus miembros la apoyarían. Eran fuerzas de otros países, y no sabíamos si estaban listas para sacrificar sus vidas. Teníamos un objetivo que conseguimos utilizando lo que estaba a nuestro alcance.

Los observadores dijeron que masacres como la de Racak fueron casos aislados y que no había en marcha una limpieza étnica, que se precipitó con los bombardeos de la OTAN.

Son posiciones políticas. Antes decían que éramos terroristas. En muchos casos la comunidad internacional no puede romper las reglas o construir determinadas opiniones. Pero lo que aquí ocurrió fue mucho más grave de lo que dijeron. Por eso se produjo la primera intervención de la OTAN. Entiendo las declaraciones políticas, pero la intervención fue al servicio de la humanidad.

EEUU consideraba al UÇK como una organización «terrorista». ¿Qué significó la fotografía de Richard Holbrooke –enviado especial de la Administración Clinton– con el UÇK?

Significó que las personas apropiadas están en el lugar adecuado. Para algunos de nuestros soldados fue una bonita sorpresa, una motivación, pero lo fue mucho más aún para los civiles.

Antes de los bombardeos, ¿de qué hablaron con EEUU?

No puedo compartir todo, pero sobre todo querían asegurarse de que respetaríamos las convenciones de guerra y de que no expandiríamos la guerra fuera de nuestras fronteras, especialmente a Macedonia. Y así lo hicimos.

En la propuesta de paz de Rambouillet, la OTAN quería establecer tropas en toda la República Federal de Yugoslavia. Ciertos expertos creen que buscaba el rechazo de Milosevic, como así ocurrió. En paralelo, la Asamblea yugoslava propuso una descentralización. Como se vio después, el acuerdo de paz de Kumanovo no fue más que un punto intermedio entre la propuesta de Rambouillet y el texto de la Asamblea yugoslava. Al igual que se preguntaba Noam Chomsky en el libro «El nuevo humanismo militar: las lecciones de Kosovo», ¿se pudo evitar la guerra?

Lo intentamos y no sólo durante el periodo de Milosevic. En los años 80, después de las protestas de 1981, todo albanés pasó por la Policía serbia. Había muchos presos políticos. Las protestas en la calle eran los últimos intentos de evitar una guerra. Pero nos mataban. Con la guerra hemos logrado la paz. Sin ella, habríamos vivido un largo periodo de inestabilidad en el que no se habría podido encontrar la paz.

Los libros recuerdan la matanza de jóvenes serbios en Pejë o el asesinato del alcalde de Fushë Kosovo, atribuido este último al UÇK por la OTAN. ¿Se cometieron crímenes de guerra?

Nadie del UÇK ha sido hallado culpable por la escaramuza de Pejë. El UÇK no lo hizo. Hay muchas acusaciones sin argumentos. En el caso de Fushë Kosovo, puedo decir que no controlábamos ese territorio y, yendo aún más lejos, era una operación innecesaria. Entiendo que las partes opuestas en guerra intenten culparse, pero para eso hacen falta pruebas. Yo luché contra Serbia y su opresión. Los objetivos no eran las comunidades que vivían en Kosovo, sino Serbia y sus mecanismos de opresión. Lo que hice en esa época lo haría hoy de nuevo.

Fiscales del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia aseguraron que se produjeron crímenes de guerra contra los serbios.

Entiendo que la gente que luchó por la liberación también lo hizo por la justicia. La presencia internacional en Kosovo ha sido descomunal: primero fue UNMIK, luego EULEX y ahora tenemos también una Corte de Justicia Especial. No han funcionado y estoy convencido de que la Corte de Justicia Especial –creada para juzgar los crímenes de guerra hasta el 31 de diciembre de 2000– no funcionará. Si la ONU y la UE han fallado, ¿por qué no lo va a hacer esta Corte? No somos estúpidos: estos tribunales son injustos porque no sólo se dirigen contra los individuos, sino también contra mi Estado.

Quien comete un crimen de guerra, ¿tiene que ser condenado?

La guerra es sucia, pero no se la puede limpiar haciéndola aún más sucia. He leído el informe -del fiscal John Clint-Williamson y es injusto. No hay pruebas. Dice que hubo una limpieza étnica de serbios, pero no de albaneses. Esto significa una cosa: el Estado kosovar, que nació en 2008, fue fundado tras una limpieza étnica de serbios. También dice que no fueron medidas tomadas por individuos, sino organizado por el UÇK. Por lo tanto, no me ataca a mí como individuo sino a mi país y mi guerra. Las acusaciones de crímenes de guerra tienen que tener nombres y apellidos. Mi país no es un Estado criminal ni dirigió una limpieza étnica; mi país la sufrió..