Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Peter Rabbit»

La americanización de un conejo de la campiña inglesa

El público familiar suele responder masivamente a la oferta de películas mixtas que combinan imagen real y animación generada por ordenador, independientemente de su calidad o contenido. Las aventuras del conejo creado por la escritora e ilustradora británica Beatrix Potter están funcionado en la taquilla mundial en esta adaptación detrás de la cual se encuentra el estudio Sony con toda su logística comercial, pero carecen de la autenticidad que por el contrario si tienen las entregas de la franquicia “Paddington”. Le falta ese toque tan “british”, sin disimular su cocinado al gusto de la industria de Hollywood. Junto a esa americanización se da también una actualización plagada de referencias coyunturales a otras películas de éxito, algo muy perceptible en una banda sonora que incluye aves cantoras con actitud rapera. No está mal para unos cuentos que ya han cumplido más de un siglo, y que responden a una mentalidad de finales del XIX.

En la vertiente técnica y visual no se puede negar que “Peter Rabbit” supera con creces a sus franquicias hermanas como “Alvin y las ardillas”, lo que no oculta la pobreza argumental en su intento de compaginar la vida animal con la humana. Unos y otros seres forman parte de un mismo espectáculo caricaturesco hasta extremos del todo alejados del diseño original de la autora, ya que se sitúan al servicio de un sentido de la acción vulgarizado, a fuerza de gags físicos repetitivos y dotados de un humor agresivo.

El conejo protagonista y el nutrido grupo de bichos de distintas especies que le rodean parecen salidos, por sus actitudes provocativas, de una comedia gamberra ambientada en un campus universitario estadounidense. No conviene confundir la supuesta rebeldía del personaje con su desprecio hacia el trabajo del hortelano, destruyendo la plantación con un comportamiento que de gracioso tiene bien poco.