Aimar ETXEBERRIA
EL INDEPENDENTISMO, EXPECTANTE ANTE LA DECISIÓN DE STURGEON

Las dudas sobre el cómo y el cuándo de la segunda consulta

La primera ministra escocesa tiene que tomar una decisión definitiva sobre el segundo referéndum de independencia en el país: o echa el resto por ello o lo descarta. Mientras, las bases soberanistas exhiben músculo y evidencian que no han renunciado a sus aspiraciones independentistas.

Lejos queda ya el mes de marzo del año pasado para la memoria colectiva escocesa. Fue entonces cuando la primera ministra, Nicola Sturgeon, anunció la convocatoria del segundo referéndum de independencia, que debería celebrarse entre otoño de 2018 y primavera de 2019. Con aquel anuncio Sturgeon ponía fin a meses de especulaciones, pues la posibilidad de una segunda consulta independentista estaba encima de la mesa desde que los británicos optaran por abandonar la Unión Europea (UE) en junio de 2016.

Desde el anuncio de Sturgeon, y aunque ha habido avances en materia legislativa, poco se ha adelantado al respecto: el referéndum se sigue vislumbrando tan lejano como cuando fue anunciado. El revés sufrido por el gobernante SNP en las anticipadas elecciones generales de junio del año pasado –los nacionalistas escoceses perdieron 21 parlamentarios y, entre otros, Alex Salmond se quedó sin escaño– hizo recular a Sturgeon, que pospuso sine die la convocatoria de la consulta.

Mucho se podría especular sobre las razones que llevaron al SNP a cosechar dichos resultados, que para nada pueden calificarse de fracaso –volvieron a ser el partido más votado en Escocia–. Por una parte, los nacionalistas escoceses venían de hacerse con 56 de los 59 escaños que el país tiene en Westminster, resultados prácticamente imposibles de repetir. Por otra, el efecto Corbyn también atrajo el voto de un determinado sector del independentismo escocés. Pero, según las malas lenguas, fue el empeño de Sturgeon de proseguir con el referéndum de independencia lo que más castigó al SNP. Sea como fuese, es obvio que la decisión de la primera ministra escocesa de aplazar la consulta –que no de descartar– estuvo influenciada por los resultados de los citados comicios.

¿A qué espera Sturgeon?

Basta una charla con la redactora política de “The National” Kathleen Nutt para hacerse una clara idea de lo que hace que Sturgeon no se pronuncie sobre la consulta independentista desde hace meses. Su último pronunciamiento al respecto fue a principios de año, cuando dijo que tomaría la decisión final sobre la celebración del refrendo en otoño de este año. Así es que la espera se está haciendo larga y, lo que es peor, llena de rumores y especulaciones.

La decisión de la primera ministra escocesa está supeditada a las negociaciones del Brexit, y es que su idea pasa por volver a las urnas una vez los términos de salida de Gran Bretaña de la UE estén claros. Esa supeditación hace que Sturgeon no sea dueña de los tempos de su propia iniciativa política. Además, el periodo de transición acordado entre Londres y Bruselas –que aplaza la culminación del Brexit hasta finales de 2020– pospone aún más si cabe la decisión de la primera ministra escocesa, que aguarda como agua de mayo avances significativos en las negociaciones entre el Ejecutivo de Theresa May y la UE que ayuden a dilucidar el periodo post-Brexit.

No es el timing el único problema para Sturgeon; digamos que es el mal menor. Uno de los principales quebraderos de cabeza de la sucesora de Alex Salmond tiene que ver con el enfoque del referéndum. Durante la resaca de la votación del Brexit –un 62% de los escoceses votaron por la permanencia en la UE– el Ejecutivo de Edimburgo optó por ligar la consulta independentista con la permanencia europea. «Una Escocia independiente dentro de la UE», era el mensaje que insistentemente vendía el Gobierno escocés. Pero con el paso del tiempo han ido aflorando y adquiriendo fuerza otros sectores, que o bien desean una Escocia independiente fuera de la UE o, al menos, desligan ambas opciones. El país está dividido en cuatro alternativas políticas: independentistas a favor y en contra del Brexit, y unionistas a favor y en contra de la salida de Gran Bretaña de la UE. Construir una estrategia ganadora que consiga sumar a ciudadanos de diversos sectores al proyecto independentista será clave para que su devenir resulte exitoso. En ese sentido, la periodista de “The National” no descarta un referéndum con doble pregunta: una sobre la independencia de Escocia y otra sobre la pertenencia a la Unión Europea.

La tercera variable por la que Sturgeon no se anima a dar pasos firmes e irreversibles hacia una nueva consulta tiene que ver con su homóloga británica, a quien la legislatura le está resultando un tanto convulsa. A las negociaciones tortuosas que está llevando a cabo con Bruselas hay que sumar los frecuentes escándalos que salpican a su propio Ejecutivo, que ha tenido que ser renovado en varias ocasiones. Theresa May no quiere más complicaciones y, en ese sentido, dejó claro que no quiere hablar de un referéndum de independencia en Escocia hasta, al menos, 2021, año previsto para la celebración de elecciones al Parlamento de Holyrood. El mandato de la primera ministra británica termina en 2022, por lo que se eximiría de una eventual carga de la cual sí se responsabilizó en su día David Cameron.

Oportunidades a la vista

A pesar de que el tiempo de espera se está haciendo largo, el independentismo escocés no ha desistido en su empeño y la manifestación celebrada el primer sábado de mayo en Glasgow es un buen ejemplo. Al menos 35.000 personas –según la Policía, ya que el número asciende hasta 80.000 en boca de los convocantes– reclamaron la celebración de un nuevo referéndum. Una protesta que no debe ser subestimada en un país donde la movilización social masiva no es pan de cada día. La marcha anual convocada por la plataforma no partidista All Under One Banner ha ido creciendo en número de manifestantes desde la celebración de la consulta independentista en 2014.

Otro factor que puede influir en la decisión de Sturgeon es el proceso de elección del vicepresidente del SNP –marcado principalmente por el debate en torno a los tempos de la consulta–, cargo que está vacante desde la dimisión de Angus Robertson en febrero. La renuncia estuvo motivada por la pérdida de su escaño en Westminster tras las últimas elecciones generales. Dos de los tres candidatos en liza defienden que el referéndum ha de ser celebrado durante esta legislatura, es decir, antes de los comicios escoceses de 2021, deseo contrario a las intenciones expresadas por May. La designación del nuevo vicepresidente del partido se anunciará el 8 de junio durante la primera jornada de la conferencia del SNP.

Pero lo que realmente puede precipitar que Sturgeon se lance a la convocatoria del referéndum es el propio Brexit, proceso que hasta la fecha está actuando de freno para las aspiraciones soberanistas del país. Edimburgo y Londres debaten sobre a manos de quién tienen que ir a parar las competencias que tras la salida de Gran Bretaña de la UE volverán a ser “repatriadas” a las instituciones de la isla. May considera que competencias tales como agricultura o pesca necesitan ser controladas por el Gobierno central, mientras que Sturgeon opina que, al no estar incluidas entre las “materias reservadas” del Scotland Act de 1998, tendrían que recaer sobre Holyrood. Una colisión institucional de ese tipo entre Edimburgo y Londres podría acelerar los acontecimientos que tanto se están haciendo esperar. Mientras, en la redacción del independentista “The National” siguen a la espera del pronunciamiento de Sturgeon, anunciado para otoño.