Aritz INTXUSTA
SEGUNDA GRAN MOVILIZACIÓN CONTRA EL CAMBIO

UNAS 9.500 PERSONAS SECUNDAN LA MANIFESTACIÓN CONTRA EL EUSKARA

LA ORGANIZACIÓN DE LA MANIFESTACIÓN CONTRA LOS CAMBIOS EN LA POLÍTICA LINGüÍSTICA EN NAFARROA SACÓ A LA CALLE AL MENOS A UNAS 9.500 PERSONAS, SEGÚN EL RECUENTO DE GARA. LOS CONVOCANTES ESPERABAN MUCHO MÁS Y DIJERON HABER REUNIDO A 30.000 PERSONAS, PERO NO LLEGARON A LLENAR EL RECORRIDO DE LA MARCHA (620 METROS).

Los partidos de la derecha se peleaban por un hueco en la pancarta principal en la que se leía: “Por un futuro de todos en igualdad”. Y abajo, más en pequeñito: “Berdintasunezko etorkizun baten alde”. A Fermín Pérez-Nievas, de Ciudadanos, lo arrinconaron en un lateral. Para Javier Esparza, el líder de UPN, sí hubo un lugar preferente. Ana Beltrán, del PP, acudió con una enorme chapa y vestuario rojigualda. Vox envió a un señor muy alto, que quiso agarrar la tela casi en el centro. Ricardo Guelbenzu, que luego realizó la lectura final, tuvo que echarlo en nombre de la organización.

El PSN, sin embargo, pese a apoyar la iniciativa, optó por esconderse. Mandó a Ramón Alzórriz, una representación de tercera fila. Su líder, María Chivite, prefirió dejarse llevar por los nuevos vientos que soplan tras el desalojo a Mariano Rajoy. Y eso, pese a que en la manifestación del año pasado convocada por las mismas organizaciones con motivo de la bandera, todo el grupo parlamentario del PSN se hizo un selfie sonriente. UGT sí fue incluida en los agradecimientos. Era el único sindicato de peso que apoyaba.

El arranque no fue demasiado bueno. Empezó a llover. La diferencia en la afluencia a la convocatoria con respecto al año pasado era palpable y minaba la moral. En junio pasado, la llegada al paseo Sarasate instantes antes era prácticamente imposible. Y en esta ocasión no constituía mayor problema. Según el recuento de GARA, en la manifestación de la bandera reunieron a 16.000 personas, lo que supone una cifra más que notable para el tipo de movilizaciones que acostumbran a verse en Iruñea. Por poco, pero el recorrido no se llenó ayer (y era de tan solo 620 metros). Finalmente, sacaron a la calle a poco más de la mitad de su anterior protesta. Lograr 9.500 asistentes es un gran número, pero ya no se trata de una movilización extraordinaria. Y los convocantes confiaban en dar un golpe encima de la mesa. Guelbenzu, para animar a los suyos en el acto final, soltó la cifra de 30.000 personas, 5.000 menos que los que intentaron vender el año pasado.

Los convocantes repartieron unos papeles con los lemas a gritar mientras la protesta avanzaba. No funcionaron nada bien. Alguien lanzó también junto a la cabecera unos panfletos de penoso gusto en los que se leía: “No es amor, es violación. Navarra dice ¡¡¡no!!! Basta de agresiones abertzales”. Es dudoso que formaran parte de la propaganda oficial, pero marcaban el talante de algunos. Lo que los convocantes trataron de cantar sin éxito fue: “Médicos buenos, euskera lo de menos” o “La imposición del euskera solo trae a los de fuera”. Pero la única consigna que sí se escuchó fue: “‘¡Esto es Navarra, no Euskadi!”, y «vivas» a España y Navarra.

A mitad de marcha hubo un pequeño encontronazo con gente que se encontraba dentro de la estación de autobuses y que salió coreando: “Euskal Herrian, euskaraz!”. Los de la organización estuvieron bien colocando un cordón de seguridad, aunque hubo algún paraguazo. “En Navarra se habla castellano”, respondían manifestantes bajo un enorme banderón español con el toro de Osborne. Al poco, acudió la Policía Nacional a identificar. Según el periodista de “Berria”, Ion Orzaiz, un agente se dirigió a una persona de Iparralde: «Tú has sido el que ha ido provocando, sacando carteles. Y te puedo detener delante de tu familia».

Comunicado final

La arenga a cargo de Guelbenzu defendió la tesis de que la política lingüística «favorece a unos pocos, para perjudicar a una mayoría». Comparó el saber euskara con tener «conocimientos sobre cine». Aseguró que para la administración pública el euskara «no se necesita ni se habla tanto». El excomunista aseguró que «tan legítimo es estudiar euskara como no hacerlo».

Una vez leído el discurso principal, se sumó al micrófono el ultracatólico Patxi Mendiburu (el que sostuvo que los euskaltzales quieren educar a sus hijos en euskara par que no vayan a clase con «deficientes» como argumento para acudir a la protesta). Mendiburu, euskaldun, leyó unas frases en euskara que Guelbenzu traducía. Antes de que se escuchara la primera palabra en vascuence, Guelbenzu pidió «respeto, por favor», para evitar pitos. No hubo ninguno. El orador quiso visualizar con este gesto, que a los convocantes el euskara «sí nos interesa». No obstante, se equivocó al leer las traducciones y Mendiburu tuvo que cortarle porque había dicho otra cosa. Finalmente, remataron el discurso leyendo las consignas que habían difundido para que la gente las repitiera. El efecto que consiguieron fue como de arenga de cura, de adoctrinamiento.

Antes de que Guelbenzu arrancara, amenizaron la espera unos joteros. El de la guitarra avanzó que iba a cantar una pieza en honor a «una de las capitales más bonitas de España». La vocalista, según avanzó, venía de Cortes en uno de los autobuses fletados gratuitamente por UPN. Acto seguido, la jotera se arrancó con “Pamplona, eres la perla del norte”.

El líder de UPN, convocante oficioso de la protesta, al empezar a andar declaró que la manifestación «reivindica la libertad para poder aprender euskera o no hacerlo, libremente, para que se nos considere a todos con los mismos derechos».