Beñat ZALDUA
DONOSTIA
INVESTIGACIÓN ABIERTA EN CORNELLà

Los Mossos matan a un hombre que entró con un cuchillo en comisaría

Abdelouahab Taib, vecino de Cornellà de Llobregat, entró en una comisaría cuchillo en mano y al grito de «Allahu akbar». La agente de la entrada lo mató en el acto. Mossos y Govern hablaron de «acto terrorista», pero su mujer declaró que «quizá» quiso suicidarse por la vergüenza que sentía de que su entorno conociese su homosexualidad.

Un vecino de Cornellà de Llobregat (Barcelona) entró ayer a las 5.50 de la mañana en una comisaría de los Mossos d’Esquadra. Llevaba un cuchillo en la mano y gritaba Allahu Akbar (Alá es grande). La agente que custodiaba la puerta le disparó y el hombre, de 29 años, murió en el acto. Esto es lo que se sabe más o menos a ciencia cierta que ocurrió ayer en esta ciudad del área metropolitana de Barcelona. A partir de aquí, versiones policiales, cierre de filas institucional y una declaración de la esposa filtrada a última hora que lo podría cambiar todo, situando lo ocurrido en la esfera de la represión sexual.

El muerto se llamaba Abdelouahab Taib, era de origen argelino pero llevaba tiempo en el Estado español. Vivía en el barrio de la Gavarra de Cornellà, núcleo obrero encajado entre dos polígonos industriales que floreció con la llegada de migrantes andaluces y extremeños en los años 60 y 70, y adonde en los últimos años ha llegado bastante población extranjera (un 15% eran inmigrantes en 2010). Un barrio más del extrarradio barcelonés. Taib se estaba separando de su esposa y vivía a escasos 200 metros de la comisaría en la que ayer murió a disparos de los Mossos.

El juzgado de guardia de Cornellà se hizo cargo del caso en un primer momento, incautando el arma de la agente que disparó y encargando un informe de balística para determinar cuántos disparos se realizaron y a qué distancia. A media mañana, sin embargo, ante los indicios de que «pudiera tratarse de un atentado terrorista», el juez de la Audiencia Nacional española Ismael Moreno tomó las riendas de la investigación.

Este carácter «terrorista» del acto estuvo ayer en el centro del debate. En un inicio, tanto la delegada del Gobierno español en Catalunya, Teresa Cunillera, como la fiscal general del Estado, María José Segarra, pidieron no precipitarse a la hora de calificar los hechos, pues podía tratarse de la acción «de un perturbado», según las palabras de la primera de ellas. Pero para las 12.00, en la primera comparecencia de los Mossos d’Esquadra, el jefe de la Comisaría Superior de Coordinación Central, Rafel Comes, trató el acto de «atentado terrorista» sin matiz ninguno. «La voluntad era claramente predeterminada de matar a agentes de nuestro Cuerpo», añadió.

Por la tarde, la reunión de un «gabinete antiterrorista» presidido por el president, Quim Torra, alimentó la tesis de los Mossos, si bien apenas trascendió nada acerca del registro que los Grupos Especiales de Intervención (GEI) de la Policía catalana realizaron en la vivienda de Taib, sobre quien los Mossos no tienen constancia de antecedentes penales ni policiales. Tras obtener la pertinente orden judicial y desalojar por precaución todo el bloque de viviendas, los agentes entraron en la casa cerca de las 14.00, con el objetivo de determinar la motivación de Taib. Nada se sabía al cierre de esta edición de lo que encontraron, más allá de que no había ni armas ni explosivos.

Al acabar la reunión, el conseller de Interior, Miquel Buch, se felicitó por la «rápida intervención» que permitió «neutralizar» el ataque. Denunció que los Mossos son un objetivo de primer orden y que están bajo amenaza, y también mantuvo la calificación de «atentado terrorista». Sin embargo, definió lo ocurrido en Cornellà como un «hecho aislado», descartando la pertenencia de Taib a un grupo yihadista organizado.

Una versión lo cambia todo

A última hora, sin embargo, la filtración de la declaración de la esposa de Taib en la Cadena Ser ofreció una nueva versión de los hechos y, sobre todo, de las motivaciones del joven muerto en comisaría. A falta de confirmación oficial, la mujer habría asegurado que hace cosa de un año descubrió que su marido era homosexual y que, tras reconocerlo él, la relación se fue enfriando hasta que decidieron iniciar los trámites de la separación.

La mujer habría asegurado, asimismo, que le habló en más de una ocasión de la posibilidad de suicidarse por la vergüenza que sentía ante la posibilidad de que su entorno pudiese conocer su homosexualidad. Algo que «quizá», siempre según la versión de la emisora radiofónica, habría hecho ayer con la excusa de atacar una comisaría en nombre de la lucha yihadista. Un cambio de guión que no hace sino multiplicar las incógnitas acerca de un drama que está bajo secreto de sumario.

 

La contundencia de la Policía catalana, marca de la casa

Los sucesos de ayer llegaron apenas tres días después del primer aniversario de los ataques yihadistas del 17 de agosto de 2017. Unos hechos que conmocionaron a la sociedad catalana y encumbraron a los Mossos como Policía efectiva capaz de gestionar la seguridad de un territorio. Aunque sea a un nivel secundario, sin embargo, su actuación dejó algunos interrogantes acerca de la contundencia empleada con algunos de los atacantes. Por ejemplo, en los sucesos de Cambrils, tras matar por la vía rápida a cuatro de los cinco ocupantes del coche que embistió a varios transeúntes, dio caza al quinto medio kilómetro más adelante. Y también lo mató directamente a tiros. Cuatro días después, en unos viñedos de Subirats (Barcelona), fue encontrado Younes Abouyaaqoub, el joven que condujo la furgoneta con la que se perpetró la masacre en la Rambla. Los mossos encargados de la persecución también lo mataron, al sospechar que llevaba un cinturón explosivo. Los cinco de Cambrils también llevaban cinturones de este tipo. Sin embargo, resultaron ser falsos.

Si bien la capacidad de respuesta de los Mossos quedó fuera toda duda, la contundencia empleada dejó en el aire la pregunta de si algunos de los muertos podían haber sido reducidos y detenidos. Una pregunta repetida ayer.B.Z.