Curro VELÁZQUEZ GAZTELU
IRUÑEA
Elkarrizketa
PASTORA GALVÁN
BAILAORA

«Con tanto abusar de la técnica, a veces se olvida el arte»

Pastora Galván de los Reyes (Sevilla, 1980), es sin duda una de las bailaoras del siglo XXI, que mejor sabe nadar entre la tradición y la heterodoxia. Reivindica la escuela bailaora de su ciudad natal, pero lo hace con nuevas fórmulas que la hacen crecer como mujer y como artista. Hoy actúa en Baluarte.

¿Cómo se siente más cómoda bailando, según los cánones establecidos por el flamenco más ortodoxo o arriesgando, con discursos que abran nuevos caminos?

Yo opto por esos dos conceptos, ya que en mi casa ha habido y hay esas dos corrientes, tanto por mi padre y anteriormente mi madre, como por mi hermano Israel. Por una parte tengo “la pureza” y por otra tengo esa línea más vanguardista. Por lo tanto no te puedo decir por cuál me decanto. A mí me gustan los dos conceptos, me gusta arriesgar y también me gusta ir a la raíz.

Hoy en día el flamenco, sobre todo en el baile, está viviendo un momento de cambios, de creación, de corrientes. ¿Qué opina de ello?

Hay que partir de que en el flamenco está todo hecho. La bailaora catalana Carmen Amaya, ya hace más de tres cuartos de siglo, hizo incursiones más allá de lo que se venía viendo en el flamenco. Se atrevió a bailar con orquesta, se vestía de forma diferente… Hoy en día las producciones de baile flamenco están a la misma altura que proyectos escénicos de primer orden. Se le está dando importancia a la escenografía, al diseño de luces y sonido y todo lo que haga que la producción tome una relevancia importante. Se introducen recursos del teatro. Vemos cada vez más cómo dentro del elenco de bailaores predomina el baile más dinámico, donde la técnica cumple un papel primordial. Es agradable que estemos viviendo momento de corrientes, eso denota que el público quiere algo más. Que los artistas opten por abrirse a otros derroteros significa que están vivos, que buscan su camino. Esto quiere decir que estamos creciendo.

¿Cree, por tanto, que todas estas nuevas tendencias son positivas para el flamenco?

Claro. Esto puede abrir camino y sobre todo a la gente joven que empieza a acercarse al flamenco. Para crear un público nuevo y joven, hay que ir creciendo con los tiempos y mostrarle que nuestras inquietudes son las de ellos, reflejándose así en el escenario. Sin dejar de tener presente que hay un sector de la juventud, aunque sea más minoritario, que también entiende y le gusta el flamenco más ortodoxo.

¿Cuáles son los espejos donde Pastora Galván suele mirarse a la hora de crear y bailar?

A mí Carmen Amaya me disloca, al igual que Manuela Carrasco. Me gusta mucho la raíz, por ello me suelo mirar en estas dos bailaoras puras y salvajes. Pero no por ello dejo de dejarme seducir por nuevos conceptos.

¿De qué manera ha evolucionado la mujer flamenca del siglo XXI, con respecto a la mujer flamenca de la generación de su madre?

Con respecto al baile, la figura de la mujer ha evolucionado más que la del hombre. Sabemos que son conceptos diferentes.

Antes era imprescindible para la mujer, y sobre todo en la escuela sevillana, la ejecución en las manos, la cadera, con la bata de cola, los palillos, el mantón, etc… Y ahora, desde mi punto de vista, la mujer está abusando mucho de los pies.

Yo tengo claro que el baile de hombre es el de hombre y el de la mujer es el de la mujer. Por parte de la mujer no se debe perder esa sensualidad, esas caderas, esas manos, como decía Matilde Coral, “como palomas”. Esa forma de darle tanto salvajismo al pie lo veo más de hombre y creo que la mujer está abusando de ello y es lo que no me gusta por parte de la mujer bailaora del siglo XXI. Algo, además, que no es tanto de la escuela sevillana.

Tanto por como lo ejecuta como por sus referentes, lleva a hierro la esencia sevillana. ¿Qué le aporta la escuela de su ciudad?

Me aporta mucho arte. Es una escuela donde se escucha mucho el cante, la guitarra. Una escuela donde se sabe meter los pies en su momento, sin pisar al cantaor cuando está cantando. Rematar en su momento. Lo que es un mantón, una bata de cola, ir bien vestida, peinada, esas manos. La escuela sevillana me gusta mucho por su clasicismo y su feminidad.

¿Qué queda de aquel baile pícaro, sensual, casi sexual del baile trianero en las actuales bailaoras sevillanas, o del mismo Triana, y por ende de Las Tres Mil Viviendas?

Precisamente ese baile lo llevo en uno de mis espectáculos. A mí Triana me ha robado el alma. Bailaoras como Pastora del Pati, Carmen Cachero, la Rubia... no les hacía falta meter un pie para decirles “¡Ole!”, por su baile. Porque a primera vista parece que no hacían nada, pero a la vez lo hacían todo. Y hoy en día vas a un teatro y las nuevas promesas se hartan de bailar, pero sin decir nada. Con mucha floritura, pero sin esencia. Y al final el público se queda igual que como llegó, sin ponerte los vellos de punta. No debe faltar ese tipo de baile al que te referías en las nuevas generaciones y hoy en día se tiene muy olvidada esa manera única que tenía Triana y sus mujeres de bailar. Con tanto abusar de la técnica, a veces se olvida el arte.

Por tanto, ¿echa de menos el baile de Pepa la Calzona, Carmelilla Montoya, Loli Lérida, Carmen del Titi…?

Por supuesto. Debería haber seguido existiendo ese tipo de baile y no haber quedado para la historia. El hacer ese baile tan provocativo, tan sensual en esa oscura época, era digno de tener en cuenta. Yo lo llevo en mi corazón y siempre intento recordarlas en mi baile.

Con bailes largo o con cantes como los Romances, Soleá por Bulería, Utrera-Lebrija… está como pez en el agua, ¿no?

Yo me siento muy identificada con ese cante de la tierra. Con él entro en trance. Lo disfruto mucho y a veces no me gustaría salir de ahí.

¿Dónde disfruta más, dónde podremos ver la verdadera esencia de Pastora, creando coreografías, dirigiendo, dando clases de baile, diseñando propuestas…?

Rotundamente, bailando en escena.

¿Cuál es su inspiración?

Yo siempre intento tener en mis espectáculos estas dos vertientes de las que antes hablábamos. Esa parte más racial, así como la parte más moderna, por decirlo de algún modo.

¿Suele contar con alguien para el desarrollo de sus proyectos?

He contado con mi hermano Israel Galván desde mis comienzos, pero también eché mano de la sabiduría de Antonio Canales en mi tercer espectáculo, “Entidades”, donde hacíamos un homenaje a las bailaoras del siglo pasado de Sevilla: Loli Flores, Matilde Coral, Manuela Carrasco y mi madre, Eugenia de los Reyes, así como Milagros Menguar. Después también conté con Rubén Olmos en mi espectáculo “Moratana”. Él fue compañero mío de la carrera de danza y quería que él me dirigiese. Ahora para la Bienal me dirige nuevamente mi hermano Israel, ya que haremos una versión en femenino del aclamado espectáculo “La Edad de Oro”.

¿Qué nos vamos a encontrar hoy en Flamenco On Fire?

Será un espectáculo de flamenco al encuentro con el jazz. Con el piano del maestro David Peña “Dorantes” (de los Peñas de Lebrija), con el saxofonista de los Rolling Stones, Tim Ries, el contrabajo de Adam Ben Ezra y la percusión de Javi Ruibal. Un espectáculo en el que con mi baile, aporto la esencia flamenca.