Belén MARTÍNEZ
Analista social

Serás hombre, hijo mío

Hubo una época en la que el terrorismo íntimo resultaba algo trivial. Era aceptable, excusable y tolerable. Un hombre tenía licencia para corregir a su esposa o novia, y estaba autorizado para matarla, llegado el caso. Su derecho a castigarla estaba sancionado socialmente. Cuando Rosin lanzó las campanas al vuelo anunciando el fin de la dominación masculina y dando por finiquitado un ciclo, no lo celebré. Mutatis mutandis, las movilizaciones y la reprobación social van en aumento, gracias al combate feminista. Sin embargo, esto resulta insuficiente.

Asier, el joven de Urnieta golpeado en la Aste Nagusia, fue una víctima «colateral» de la violencia machista. Esta muerte nos muestra el ángulo muerto de una violencia en la que hombres son agredidos por otros hombres, no por el hecho de serlo, sino porque en algún momento empatizaron con la mujer-objetivo que estaba en su punto de mira. Urge incorporar en la agenda política la promoción de otras masculinidades posibles. La literatura y las canciones contribuyen a modelar la identidad de los chicos. En el poema “If”, Kipling exhorta a su hijo, aprendiz de hombre, cumpliendo el mandato de género. La canción “Kid”, de Eddy De Pretto combate la supremacía masculinista. La llama «virilidad abusiva». Un manifiesto al que me adhiero.