Aritz INTXUSTA
Periodista

¿Hasta cuándo se puede aguantar mirando hacia otro lado?

Al parecer, solo ha habido dos testigos ajenos a la Hermandad que hayan estado una de esas misas que siempre han sido un secreto a voces. En 2012, un equipo de GARA se infiltró en su celebración anual más importante, la del mes de julio. Estos caballeros escogieron celebrar sus misas mensuales los días 19 para celebrar la publicación del Bando de Mola del 19 de julio de 1936, ese que desató el horror. Con más corazón que cabeza, nos colamos hasta dentro del nacionalcatolicismo de alcanfor. Nos recibieron con los brazos abiertos. Supongo que les ilusionó encontrar sangre nueva para ese culto tan macabro. Nos largamos aprovechando que la misa estaba por terminar y que no iban a detener al cura para hacer preguntas a ese par de desconocidos. No me han vuelto a ver el pelo. La noticia la leyeron dos días después en las páginas de este periódico.

Ayer, cuando a los hermanos Garralda y Urroz les preguntaban si estas misas son públicas, ambos recordaron aquel artículo de GARA. Releer lo que dijeron ese día o las maravillas que contaron de Mola les parecía «mal, muy mal». Supongo que nunca les han gustado los taquígrafos. O siquiera la luz. Prefieren que sus misas sigan a oscuras.

La celebración continuada de estas misas durante tantas décadas es síntoma de que una parte de la ciudad está enferma. Aunque la Hermandad pervive hoy reducida a un puñado de viejos mustios, de ahí salió hace no tanto un tarado condenado por amenazas y al que detuvieron hace pocos meses con una pistola amartillada encima. No se puede seguir mirando hacia otro lado. Milesker, Carolina y Clemente, por no apartar la mirada.