Curro VELÁZQUEZ GAZTELU
Elkarrizketa
EDUARDO GUERRERO
BAILAOR

«Para bailar flamenco hay que escuchar cante»

Eduardo Guerrero (Cádiz, 1983), es un bailaor hecho en grandes compañías, con los grandes maestros. Una forma de entender el baile flamenco que va al unísono con sus coetáneos. Porque el baile de Guerrero es un todo y en él se refleja cómo esta disciplina está traspasando fórmulas estancas y arcaicas.

Bailaor, bailarín, coreógrafo, director, participa en la escenografía de sus propuestas, en el vestuario, en el diseño de luces, etc… Es una manera de entender un todo, donde nada es al azar. Algo que cada vez está más en boga entre los bailaores y bailaoras contemporáneos en relación estrecha con sus producciones.

Eduardo Guerrero estará hoy a las 20.00 horas en la Sala BBK de Bilbo con su espectáculo “Guerrero”. Estará acompañado de un elenco de artistas que le viene como anillo al dedo, tanto por su forma de entender el baile y el flamenco en general, como por la estructura vital de la propuesta en sí.

¿Cuánto de necesario es para un bailaor flamenco conocer el cante desde la raíz?

Lo primero es el cante y a través de ello los bailaores nos manifestamos. La voz y las letras dicen mucho para que luego el bailaor se exprese. El cante es importantísimo, es nuestra base de transmisión. Tienes que conocer profundamente el cante para saber dónde y cuándo irán los pasos correspondientes. Actualmente las personas que se inician en el baile flamenco manejan muy bien lo coreográfico y lo técnico. Cuando doy clases, digo a nuestros alumnos que para bailar hay que escuchar cante, mucho cante flamenco. Porque los bailaores le bailamos al cante.

Cádiz capital ha tenido una larga e importante trayectoria en la historia del flamenco, de donde han salido grandes maestros, especialmente en el cante. ¿Podemos decir lo mismo refiriéndonos al baile?

Sí es cierto que Cádiz no tiene la misma proyección como puede tener Sevilla o Jerez con eventos a nivel mundial como la Bienal o el propio Festival jerezano. Además, antiguamente sobre todo, al cante siempre se le ha dado más protagonismo que al baile.

¿Cree, por tanto, que la danza está aportando nuevos ingredientes al flamenco en general?

No cabe la menor duda de que el baile ha evolucionado de tal forma que no lo ha hecho el cante. Sí es cierto que en programaciones de fuera de nuestro entorno, lo que más se demanda es baile. Bien sea por lo del idioma o por la manera de transmitir, pero el hecho es que el baile está cogiendo un protagonismo importantísimo.

¿Qué le aporta a su arte un bailaor de la «Tacita de Plata», el haber nacido entre los vientos de poniente y levante, entre el salitre y la propia idiosincrasia gaditana?

Pues para nosotros eso lo es todo. Se dice que para bailar por Alegrías (cante y baile genuino de Cádiz) no hace falta ser de Cádiz, pero se nota quién es de Cádiz cuando alguien baila por Alegrías. Ese salero, esa forma, ese paladar, esa espontaneidad, es el sello inconfundible. Pero no porque nos lo propongamos hacerlo así, sino porque nos sale naturalmente. Yo se lo digo a muchos compañeros cuando bailan por Alegrías, Bulerías de Cádiz, Tanguillos… y que veo que le falta la luz de Cádiz en su baile. Les digo que les falta darse una vueltecita por la Cádiz trimilenaria, sentarse en una de tantas plazas para ver a la gente pasar e ir a una tabernita para tomarte un vino de Chiclana… Porque eso es imprescindible, esos detalles que lo son todo a la vez. Ese aire de la bahía gaditana, y que me perdonen, solo lo tenemos los que somos de allí y los que saben palpar su esencia.

Hoy en día vemos cómo bailaores echan mano de recursos que siempre han sido reservados para mujeres, como la bata de cola, el mantón. ¿Qué está cambiando?

Hace tiempo hicimos caso a Bernarda Alba con Canales, nuestro director, nos decía que aunque se trataba de mujeres, pero que nosotros no teníamos que esforzarnos y bailar como lo harían ellas. Teníamos que defender nuestro baile, a pesar de que nuestro fondo era el de las hijas de Bernarda. Por ejemplo, Carmen Amaya bailó con pantalón y chaquetilla y no lo hacía masculinamente. Ella como nadie supo defender la feminidad en el baile a pesar de también tocar bailes que eran exclusividad hasta entonces de hombres, como la Farruca. O Manuel Liñan, que aunque baila con bata de cola y mantón, algo reservado a mujeres, él lo hace con tal dignidad y sabe defenderlo a tal extremo, que no resulta algo forzado.

Y en Bilbo, ¿qué nos vamos a encontrar?

Bueno, pues es un espectáculo que yo le tengo mucho cariño: “Guerrero” fue una propuesta que me posicionó en un lugar importante. Ha sido premio del Público en el Festival de Jerez, estuvo nominado a los Max. Considerado en EEUU, donde acabamos de girar durante un mes, como uno de los veinte espectáculos del mundo que hay que ir a ver. Es un espectáculo con mucho cante, algo que me encanta. Llevo a tres cantaoras, mujeres: Anabel Rivera, Samara Montañez y May Fernández. Tres cantaoras que no solo están para cantar, sino que pertenecen a la obra. Toman el papel de la mujer desde varios puntos de vista. Una forma que coge mucha consistencia. El leitmotiv es mi punto de vista de mi relación con las mujeres. Se titula “Guerrero”, porque aparte de que es mi apellido, es porque yo quería hacer una “guerra” de sentimientos. De sentimientos sin agresividad. Pasando por alto lo que tantas veces se ha contado desde ese punto de vista y que está ya muy manido. Sentimientos bonitos. El público entrará en un contexto donde lo pasará bien, lo disfrutará y terminará considerando que el cante es una pieza esencial dentro de la obra y del flamenco. La música enriquece mucho al espectáculo, con las guitarras de Javier Ibáñez y Juan José Alba. Con muy buen vestuario y diseño de luces… Y la coreografía me la contaréis todos ustedes, los lectores, porque os espero en la sala BBK de Bilbao hoy jueves a las 20.00 horas (risas).