Ramón SOLA
DONOSTIA

Arrasate hace memoria del dolor mientras va cerrando heridas

Apenas una semana después de que Andoain presentara su «memoria compartida» de las violencias políticas en la localidad, ayer Arrasate también presentó la suya. Una recopilación que ya en su volumen (más de 330 páginas) refleja el alcance del sufrimiento, aunque aún quede pendiente de completarse en una doble dirección: por un lado, la de los casos que se presentan como «sin esclarecer», y por otro, el espacio temporal, dado que esta memoria realizada por Argituz se centra en el periodo 1956-2018 y habrá otra segunda en la que ya trabaja Intxorta 1937 sobre la fase histórica anterior (1936-1956).

Lo relevante, en cualquier caso, es el objetivo de fondo, el mismo de Errenteria, Lasarte-Oria, Elgoibar o Andoain: dejar escrita una memoria compartida y que a su vez impulse la reconciliación y la convivencia. Y es ahí donde se apunta que Arrasate es un pueblo en el que muchos han sufrido y siguen sufriendo mucho, pero es también la localidad en que hoy pueden compartir mesa con un espíritu constructivo jóvenes como Olatz Etxabe (hija y sobrina de dos víctimas mortales de la guerra sucia, Iñaki Etxabe y Agurtzane Arregi) y Sandra Carrasco (hija de Isaías Carrasco, uno de los últimos muertos por ETA). Ha ocurrido en la iniciativa de la Plaza de la Memoria.

En el prólogo se destaca el «ejercicio de generosidad mutua» que ha alimentado este trabajo, en el que además de la escalofriante recopilación de datos se recogen 18 entrevistas con diferentes arrasatearras que han padecido estas décadas de violencia y reflexionan sobre las heridas que ha dejado en Arrasate y cómo ir cerrándolas. El trabajo cuenta con la implicación de los cinco grupos municipales: PNV, EH Bildu, PSE, Baleike e Irabazi.

18 muertes y 4 más

Desde los primeros guardias civiles que mató ETA en 1974 o el citado caso de Etxabe (víctima de guerra sucia en 1975) hasta el atentado mortal contra Carrasco hace diez años, el informe refiere 18 muertes de arrasatearras en acciones de violencia de motivación política. De ellas 9 fueron perpetradas por ETA, 6 tuvieron autoría parapolicial o policial y las otras tres conllevan diferente catalogación. Se les añaden cuatro muertes más que se definen como «por esclarecer».

Con ser esa la parte más dolorosa, el iceberg del sufrimiento en Arrasate resulta mucho mayor y más complejo. Hay, por ejemplo, un capítulo sobre hechos que causaron especial impacto en el pueblo, como el fallecimiento en 2001 en accidente provocado por la dispersión de Iñaki Saez (vecino de Soraluze pero que trabajaba en Arrasate) junto a Asier Heriz, el descubrimiento de que el funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara estaba secuestrado por ETA precisamente en Arrasate, o –acaban de cumplirse 40 años– las tres muertes a disparos de la Guardia Civil.

Más allá de las irreparables pérdidas de vidas humana, esta memoria de Arrasate ha identificado 111 personas torturadas entre un total de 404 detenciones políticas; 10 atentados de ETA sin resultados letales en el municipio; 8 acciones parapoliciales contra arrasatearras en diferentes puntos de Euskal Herria; 15 heridos en ataques de este tipo, incluido un niño de dos años...

Sugerencias de futuro

Del pasado, al futuro. De las 18 entrevistas citadas sale un catálogo de sugerencias finales, como «emprender procesos de acercamiento entre víctimas» –emulando el citado encuentro entre Etxabe y Carrasco–, «profundizar en la búsqueda de la verdad», «garantizar la transmisión a los jóvenes» o «elaborar un Plan Específico de Educación»&flexSpace;sobre el tema. En torno a este informe en concreto, se plantea abrir un proceso de debate que incluya a todos los sectores de Arrasate a través de diversas asociaciones.