GARA
MADRID

Fallece el escritor de izquierdas y amigo vasco Andrés Sorel

El escritor Andrés Sorel, quien fuera fundador, del diario «Liberación», falleció el lunes a los 81 años, según informó ayer Jesús Espino, subdirector de la editorial Akal y amigo del autor de «La guerrilla antifranquista», «ETA», «Las voces del Estrecho» y «... y todo lo que es misterio». Un amigo de Euskal Herria que colaboró en ‘‘Egin’’&flexSpace;y presentó a Sortu en Madrid.

«Siempre he sido más de dudas que de catecismos», renonocía Andrés Sorel (Segovia, 1937) a Mertxe Aizpurua en la entrevista realizada en GARA en abril de 2016 con motivo de la publicación de su libro “Antimemorias de un comunista incómodo” (Planeta).

Comunista sin carnet y sin partido desde que abandonara el PCE en 1973, Sorel vivió in situ muchas de las experiencias revolucionarias del siglo XX. «La lucha por contribuir a cambiar el mundo es una lucha difícil. A veces me preguntan si he dejado de ser comunista. Y digo que yo siempre he sido más de dudas que de catecismos. Odio los catecismos, sean religiosos o políticos. En esto sigo a Norberto Bobbio, que decía que un intelectual inquieto por la sociedad en la que vive no debería militar en un partido para ser un florero, sino para mantener siempre un planteamiento crítico», remarcaba el autor.

Preguntado sobre si consideraba que aún hoy hay espacio para la utopía, afirmaba que sí, «porque de lo contrario no solo entregamos el mundo a los corruptos y a la explotación inicua, sino también a la destrucción de la libertad de pensamiento. De las sensaciones que tuve en el campo de Auschwitz hace muchos años, cuando todavía no se había convertido en un parque temático, guardo algo que me aterra y que Hannah Arendt lo explica en su constatación sobre la banalidad del mal: la aceptación de las órdenes, la asunción del papel de funcionarios de un sistema es el fenómeno que ahora mismo se está dando en el genocidio europeo con las miles de personas que huyen de los países destruidos por los mercaderes para apoderarse de su petróleo o de su coltán. Primero destruyen los países, llevan a la miseria a sus habitantes y, no, ahora no los queman, pero los meten en campos de refugiados y ahí van muriendo…»

Desde esa concepción de la justicia, no dudó en respaldar al pueblo vasco en momentos muy delicados. Así, en 2011 participó en la presentación de Sortu en Madrid, en un rueda de prensa marcada por el acoso de los periodistas a los promotores de la formación independentista. Aquella implicación le granjeó críticas en la prensa española y círculos literarios. Antes había colaborado habitualmente en ‘‘Egin’’&flexSpace;entre otros medios.

Clandestinidad y exilio

Pasó media vida en la clandestinidad y el exilio. En París dirigió el semanario “Información Española”, que se realizaba para los emigrantes españoles en Europa, y fundó y presidió el diario “Liberación”. Durante el franquismo colaboró en la prensa clandestina del Partido Comunista y fue corresponsal de Radio España Independiente de 1962 a 1973.

La censura del entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, prohibió la publicación de sus novelas en Seix Barral y Ciencia Nueva. Muerto Franco, colaboró en medios como “Egin”.

En 2010 editó “Las guerras de Artemisa”, en la que narraba los abusos cometidos por el imperio español durante la guerra de Cuba y los campos de concentración puestos en marcha en la isla a finales del siglo XIX por el general Valeriano Weyler.

Galardonado en 2013 con el premio José Luis Sampedro, publicó 50 libros, entre novelas y ensayos (en editoriales como Libertarias, Cátedra, Muchnik, Planeta), e impartió más de mil conferencias en diversas ciudades del mundo.

Con la editorial Txalaparta publicó cuatro títulos: “Regreso a las armas” (1998), “Yo, García Lorca” (2002), “Guerrila antifranquista) (2002) y “Siglo XX, Tiempo de Canallas” (2006).

Sorel comenzó a trabajar con Jesús Espino en 2012, en la edición de “Último tango en Auschwitz” y allí nació una relación de amistad y confianza: «Tu integridad, tu coherencia, tu compromiso político e ideológico, tu espíritu crítico que evitaba cualquier atisbo acomodaticio en estos tiempos paniaguados de ideas veleta», recordó ayer el editor.