Ramón SOLA
donostia

Las presas de EPPK están solas en 15 de las 22 cárceles de los dos estados

La obsesión por mantener la dispersión en el Estado español, sumada a la reducción paulatina del Colectivo, hace que hoy 27 presas de EPPK estén repartidas entre 19 cárceles, a una media de 1,4 por penal. En el Estado francés hay otro escollo; las nueve prisioneras están lejos al no haber módulos de mujeres en Mont de Marsan y Lannemezan.

Cuando el 19 de diciembre Itziar Plaza acabó su condena en la prisión de Estremera, esa cárcel madrileña se convirtió en la número quince en que únicamente hay una presa vasca (Itziar Alberdi). El último número de ‘‘KaleraInfo’’ pone el acento en esta derivada de la política carcelaria, en un artículo que lleva por título «La soledad tiene rostro de mujer».

Efectivamente, de las 19 cárceles del Estado español en que hoy están diseminadas las mujeres de Euskal Preso Politikoen Kolektiboa, solo en cuatro de ellas cuentan con alguna compañera de militancia. En Villabona (Asturias) comparten cárcel Olga Comes e Iratxe Yañez; en Granada, Agurtzane Delgado y Ainhoa Mujika; en A Lama (Pontevedra), Lierni Armendariz e Idoia Martínez; y en Picassent (Valencia), hay hasta seis, pero esto tiene una explicación especial. Se trata de una prisión con módulo de madres, en el que los bebés pueden permanecer con ellas hasta cumplir los tres años, y esa es la situación en que viven María Lizarraga, Idoia Mendizabal, Olatz Lasagabaster y Aitziber Coello, con quienes comparten penal también Ainhoa Barbarin y Maite Pedrosa.

Esas cuatro cárceles son las excepciones. Sin explicación alguna para ello, las quince presas restantes están separadas en otras tantas cárceles, y salvo Marta Igarriz (traída a Logroño y en segundo grado), todas lejos o muy lejos de sus localidades. En Andalucía están Eider Pérez (Algeciras), Lexuri Gallastegi (Almería), Anabel Egues (Córdoba), Irantzu Gallastegi (Huelva) y Oihane Bakedano (Jaén). En las cárceles del sur del Mediterráneo, Alicia Sáez de la Cuesta (Castelló), Ainhoa Gartzia Montero (Murcia) y Josune Oña (Foncalent-Alacant). En Madrid y el resto de Castilla, Beatriz Etxeberria (en Aranjuez-Madrid, también con su bebé dado que ahí también existe esa opción), Lola López Resina (Brieva-Ávila), la citada Itziar Alberdi, Maite Aranalde (Soto del Real-Madrid) y Josune Arriaga (Topas-Salamanca). Y en Curtis (A Coruña) se encuentra Oskarbi Jauregi.

En total, por tanto, en el Estado español hay 27 prisioneras vascas dispersadas en 19 cárceles, a una media de 1,42 por penal. Y se percibe que solo el hecho de que cinco de ellas estén cuidando a sus bebés alivia un cuadro de dispersión prácticamente absoluta.

En paralelo, cabe destacar que de los 20 traslados realizados por el Gobierno del PSOE, únicamente tres han correspondido a mujeres. El ya mencionado de Marta Igarriz (de Castelló a Logroño), el de Iratxe Yañez (de Algeciras a Villabona) y un tercero presentado como acercamiento sin serlo: la navarra Olga Comes ha pasado de Mansilla (León) a Villabona, algo más lejos.

Por lo que respecta al Estado francés, las presas vascas se han visto afectadas por una cuestión «técnica»: ni en Mont de Marsan ni en Lannemezan, las dos cárceles a las que han sido trasladados buena parte de los prisioneros de EPPK desde otoño de 2017, hay actualmente módulo de mujeres.

Además de reivindicar que se abra esa infraestructura en la cárcel de las Landas, subsidiariamente la delegación vasca ha planteado en las conversaciones con el Ministerio de Justicia francés que todas las presas vascas sean agrupadas en una misma cárcel. No hay respuesta positiva por el momento.

Así las cosas, las nueve prisioneras se hallan actualmente divididas en tres cárceles: Marixol Iparragirre, Izaskun Lesaka, Ainhoa Ozaeta e Iratxe Sorzabal cumplen condena en Réau; Alaitz Aramendi, Lorentza Beyrie e Itziar Moreno, en Roanne; y Marina Bernardó y Alaitz Areitio, en Rennes. En esta prisión está también Saioa Sánchez, que no pertenece a EPPK. Todas ellas, por cierto, a más de 700 kilómetros de sus localidades.