Aritz INTXUSTA
GARESTIK GASTEZA, 21. KORROKA

KORRIKA SERPENTEA ENTRE TUTERA Y TAFALLA PARA TOMAR ZANGOZA

EL GRAN MARATÓN POR EL EUSKARA ENTRÓ EN ERRIBERA DE MADRUGADA Y AMANECIÓ EN TUTERA. POR LA TARDE, ENTRÓ TRIUNFAL EN TAFALLA PARA PERDERSE DESPUÉS POR EL ALTO DE LERGA EN BUSCA DE ZANGOZA. LA CARRERA SUPONE TODO UN ACONTECIMIENTO PARA LOS PUEBLOS MÁS PEQUEñOS QUE BATALLAN POR RECUPERAR LA LENGUA QUE PERDIERON.

El palizón de Alizia Iribarren arranca a la dos de la mañana. La furgoneta que grita “Tipitapa” va dejando atrás Lodosa, Lizarraldea y se aleja de la fiesta con la que arrancó todo en Gares el jueves. Toca renovar el equipo de a bordo. La noche apuntaba larga. Aunque, por fortuna, aguantó sin llover. «Unas pocas gotas a las seis de la mañana, nada más».

La carrera nocturna bajó el pistón a su paso por Cascante y Murchante. «Siempre que sale más gente hay que bajar la velocidad. En carretera apretamos un poco para ponernos en hora», explica Iribarren. Cinco minutos arriba o abajo, pero han conseguido ir en hora. Había que estar en Tutera al amanecer... y estuvieron.

Los kilómetros con más gente a la mañana fueron los del euskaltegi y el de la ikastola Argia. «Hemos sacado toda la ikastola a la calle. Los 200 alumnos con padres, abuelos y amigos», explica Argiñe Korta, directora de Argia. El lekuko se lo han estado pasando los alumnos de mano en mano por etapas, desde infantil a secundaria. «Resulta muy emocionante para ellos», remarca Korta.

A la vuelta al centro de Fontellas había fiesta, bailes y talleres. Argia acogerá dentro de unos meses el Nafarroa Oinez y eso implica que durante todo el año hay que esforzarse a lo grande. Ya por la tarde, la fiesta en la ikastola continuaba con un espectáculo de Pirritx eta Porrotx.

El testigo salió de la capital por Valtierra. Allá esperaba una treintena de agricultores y voluntarios de Errigora, una iniciativa que une el comercio local y de kilómetro cero con el impulso a la lengua propia. «Es una gozada poder correr un kilometrico y juntarnos con más genteque defiende el euskara y lo fomenta», comenta Ibai Sueskun.

Poco después, la furgoneta avanzaba entre el zumbido de los cazabombarderos que las maniobras militares de Las Bardenas. Iba rumbo a Alesbes, donde el maratón de Iribarren llegaba a su fin. Después de doce horas levantando los ánimos a los euskaltzales que sudaban el asfalto, había que renovar el equipo de las furgonetas. Se subió entonces Arrate Febrero, que llevaba toda la mañana en danza colocando carteles e indicaciones para que la caravana pudiera continuar durante el siguiente tramo.

Tafallaldea

El plato fuerte de la tarde era la entrada en Erriberri y, sobre todo, Tafalla. Allá estuvieron los obreros de Luzuriaga para empujar el testigo hasta dentro del pueblo, donde el protagonismo pasaría a manos del Ayuntamiento y también a la Ikastola Garcés de los Fayos, responsable de ampliar el mapa lingüístico de la Ciudad del Zidakos. La carrera se regodeó por los adoquines de la parte vieja antes de salir disparada hacia Puiu.

Hubo txikis tafalleses que realizaron carreras titánicas con sus petos morados, sobrepasando el Eroski y la zona de huertas en su afán por seguir con la carrera. Aunque el repecho del puente de la Tejería se hizo demasiado y, a partir de la recta, la afluencia mermó. Cuadrillas y grupos de amigos continuaron la tarea.

En esta ocasión, Korrika buscó Zangozaldea trepando por las carreteras de Orbaibar hasta el alto de Lerga. En Olleta esperaban los valdorbeses, que llevan de celebración desde el domingo. En el tiempo en que ha tardado Korrika en regresar, se ha abierto una línea de modelo D pública en el colegio rural de Barasoain (la única de 2018, junto a la de Azkoien). De algún modo, esa reivindicación que siempre traía Korrika a su paso ya es una realidad. Ahora falta afianzarla.

El domingo pasado, los txikis de Orbaibar hicieron una Korrika Txiki de entrenamiento. El testigo llevaba dentro un mensaje de agradecimiento a esas familias y unas medallas para los pequeños pioneros.

«Hemos celebrado cuatro asambleas desde hace dos meses para preparar los actos de la Korrika», explica Febrero. Además de Korrika Txiki y las animaciones, los valdorbeses celebraron ayer la llegada de la carrera con un pintxopote y un DJ en Olleta. «Un kilómetro lo compran las entidades locales y los demás los compramos los euskatzales con los bonos de ayuda», prosigue la iratxetarra.

De entre los pueblos y amigos que cubrían los kilómetros de la NA-132 por la que Korrika saltó de merindad, cabe destacar el esfuerzo que realizaron los de Beire. En la pasada edición, el pueblo perdió al principal dinamizador de Korrika a nivel local, Carlos del Villar. Hace dos años, reaccionaron corriendo con un enorme cuadro con la foto de Del Villar. Y este año, se han superado. No ha sido tan llamativo y el recuerdo al euskaltzale lo realizaron poniéndose pegatinas en su recuerdo. Sin embargo, llevan toda la semana esforzándose para que Korrika sea algo especial. El fin de semana pasado celebraron su Korrika Txiki, pero después llegó una marcha en bici, programación de películas en euskara a lo largo de la semana y sesiones de mintzapraktika. Cuando terminaron su kilómetro entre Lerga y Eslaba se fueron juntos a cenar y acabaron con euskal kantak. Hoy tienen previsto desplazarse hasta Iruñea.

Tras mejorar el tiempo, la noche alcanzó la Korrika poco antes de llegar a Oibar. La carrera estaba a las puertas de tocar otra cabeza de Merindad, Zangoza. Pero Korrika no para. La madrugada se ponía cuesta arriba, pues había que visitar el prepirineo y estar de vuelta a tiempo para que, este mediodía, el gran auzolan euskaltzale haga su entrada en hora en Iruñea.