Raimundo Fitero
DE REOJO

El silencio

En el Debate se vieron mujeres, antes de empezar, pero limpiando el plató. Así de clara está la cuestión. Cuando ustedes lean esto, algunas se habrán entretenido o desquiciado con la segunda parte del Debate, esta vez con publicidad, y ya estarán hasta allí de los supuestos especialistas que intentan justificar todo y dicen que lo ha ganado tal o cual contendiente. Todo es una auténtica farsa. Al terminar el primero en TVE, Pedro José Ramírez, ahora director de un digital de nombre El Español, aseguró que había ganado y de calle, el espídico Rivera, por lo que según se sabe de su ojo para estos asuntos, lo condenó a ser sin remisión el perdedor. 

Quizás debamos quedarnos en lo anecdótico porque no da para más. Iglesias muy constitucionalista, nos recordó al maestro Julio Anguita. Lo de Pedro Sánchez, el hieratismo defensivo que se coloca el armiño del poder y que tiene la sensación de que los dos mellizos se hacen daño entre sí justamente peleándose por decir el insulto mayor. El tercer mellizo, el pistolero de Amurrio no tuvo mucha presencia, más la tuvo Otegi, Torra, Puigdemont y hasta el PNV. Estos dos ultras se entrenan en la estulticia.

Casado es una máquina de repetir mentiras, consignas, tiene el discurso del orgullo del corrupto. Es muy flojo, no tiene fuste, su cara desencajada le delata. Rivera es mucho más inculto, más vacío, tiene una formación de caricato, de gamberro de extrema derecha, que la usa con solvencia. Es el ridículo personalizado, se comporta como si estuviera en una barbacoa con sus cuñados, indefinible con esa foto enmarcada con Sánchez y Torra en el atril, llegando al paroxismo de la mala interpretación, supuestamente entrenado por Felisuco, Cantó y Boadella, señalando un supuesto silencio patético, mientras sonaba una música de fondo. Los alcaloides dejan secuelas.