M.I.
LOS AÑOS MÁS BELLOS...

Un amor inmortal de película reencarnada

El retorno a Cannes del maestro Lelouch con “Les plus belles anées d’une vie” (2019) contó con la presencia en la alfombra roja y en la rueda de prensa de la pareja estelar más eterna de la historia del cine, formada por una Anouk Aimée de 87 años y un Jean-Louis Trintignant de 88. Fue toda una celebración, porque siguen vivos y porque el mito romántico perdura a través de unas miradas que no se apagan nunca. Claude Lelouch pertenecía a la “nouvelle vague” y todavía era un veinteañero cuando les dirigió en “Un homme et une femme” (1966), ganando la Palma de Oro del festival de Cannes, junto con dos Óscar y dos Globos de Oro. Nunca ha podido olvidarse de su historia de amor y la cinefilia tampoco, tal como corresponde al mayor clásico en su género de todos los tiempos.

En otras circunstancias y de tratarse de otro cineasta menos excepcional, no cabe duda de que la película número 49 de Lelouch habría tenido una presentación discutida, rayando con el escándalo. El nuevo material lo rodó en poco más de una semana, debido a que un tercio del montaje final, media hora exacta, lo ocupan escenas de la obra original, incluidas a modo de intermitentes y constantes flash-backs. Es posible que dicho planteamiento valga antes que para el público nostálgico para las nuevas generaciones que no conocen la película madre, y que así llenan una laguna cultural.

En su día Lelouch hizo una continuación titulada “Un hombre y una mujer: 20 años después” (1986), aunque su escasa repercusión la relegó al olvido prontamente, y por eso este nuevo y tardío reencuentro omite dicho intervalo, retomando la condición de secuela oficial. No deja de ser un milagro, gracias a que la actriz Anouk Aimée conserva intacta su belleza, su atractivo para la cámara. Al conservarse mejor que su viejo partenaire le toca hacer de guia y ser el objeto de deseo que revive la memoria del anciano que ya esta perdiendo su capacidad de recordar, por lo que necesita revivir su romance de juventud, regresando a los lugares en los que empezó todo. El hotel de Deauville y las playas solitarias de Normandía invitan de nuevo a la escapada por las mimas rutas sobre las que se pasearon en el Ford Mustang del piloto de carreras, ahora retirado en una residencia de la tercera edad. El hijo de él (Antoine Sire) y la hija de ella (Souad Amidou) materializan la reencarnación.