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Etxerat: «Debe prevalecer el derecho a la salud»

Etxerat envió ayer dos notas diferentes con un nexo en común, la situación de los presos vascos gravemente enfermos. Saludó el retorno a casa de Gorka Fraile y mostró su indignación por la situación de Josu Urrutikoetxea, que continúa en prisión pese a padecer una grave enfermedad. «En este contexto de emergencia en el que debe prevalecer el derecho a la salud, reiteramos la necesidad inmediata de excarcelación de los presos gravemente enfermos».

Etxerat remitió ayer a los medios de comunicación sendos comunicados en los que evaluó las decisiones adoptadas sobre las situaciones de Gorka Fraile y Josu Urrutikoetxea –ambos con graves enfermedades–, después de que el primero, que estaba encarcelado en el Estado español, haya recibido luz verde a su libertad condicional, algo que se le ha denegado al segundo, preso en una cárcel francesa.

La asociación, en la que participan los allegados de los represaliados vascos, saludó la vuelta a casa de Fraile y mostró su indignación por la decisión de la Cámara de Apelación de París. «La petición de excarcelación se había producido dado el delicado estado de salud de Urrutikoetxea, encarcelado en La Santé, prisión en la que se han detectado al menos 19 casos positivos de coronavirus, y contaba con el beneplácito del director médico del centro», explicó Etxerat antes de censurar que no se notificase la decisión a la familia «hasta el momento de la intervención de su abogada».

«Nos remitimos a la denuncia pública que han realizado, tanto la familia como Bake Bidea y los Artesanos por la Paz, quienes califican la decisión de incomprensible y un verdadero escándalo, y nos sumamos a la petición de libertad para que Urrutikoetxea reciba el cuidado que necesita, petición que hacemos extensiva a Jakes Esnal, Gurutz Maiza Artola, Jon Parot, Xistor Haranburu, todos ellos presos en el Estado francés que tienen más de 65 años de edad», añadió, e incidió en que Maiza, Haranburu, Urrutikoetxea «sufren de patologías que los hacen extremadamente vulnerables al Covid-19».

A este respecto, Etxerat indicó que, a día de hoy, hay diecisiete prisioneros vascos con enfermedades graves e incurables, cuatro de los cuales prefieren no hacer pública su identidad. «En este contexto de emergencia en el que debe prevalecer el derecho a la salud, reiteramos la necesidad inmediata de excarcelación de los presos gravemente enfermos, los mayores de 70 años y quienes están en situación de acceder a la libertad condicional, así como de quienes han salido ya de permiso por aplicación del tercer grado», manifestó la asociación, que advirtió de que Fraile figuraba en la lista pública de los presos que padecen graves enfermedades.

Progresión de grados

Recordó que el durangarra es el primer preso del Colectivo de Presos Políticos Vascos (EPPK) que ha logrado culminar su recorrido jurídico-penitenciario hasta quedar en libertad condicional «tras la decisión que nuestros familiares presos adoptaran hace tres años». «Desde Etxerat hemos instado en diferentes momentos, tanto a la Administración penitenciaria como al Gobierno español, a no poner traba, ni impedimento alguno a que nuestros familiares presos puedan realizar de manera individualizada el recorrido jurídico-penitenciario, ya que, esta situación, no perjudica solamente a nuestros familiares encarcelados que han optado por esas vías, sino que supone un castigo añadido para nosotras y nosotros», apuntó.

Además, remarcó que los familiares y amigos de los presos y presas vascas «consideramos impresentable que del total de 73 presos políticos vascos que a lo largo de 2020 van a cumplir tres cuartas parte de sus condenas, tan solo 28 estén en segundo grado y que únicamente a ocho se les hayan concedido permisos ordinarios de salida».

En este sentido, recordó que Fraile era «el único preso vasco, de los 237 repartidos en diferentes cárceles españolas y francesas, que se encontraba en tercer grado, mientras que el 80,5% continúan en primer grado, a pesar de que una gran parte de ellos tiene ya cumplidas las tres cuartas partes de su condena, y debieran de estar en tercer grado penitenciario».

No obstante, reconoció que se trata de «una buena noticia. [...] Esperamos que el paso dado con Gorka Fraile no se convierta en una anécdota y que, por el contrario, se comience a aplicar una política penitenciaria diferente, donde el humanismo sea la regla de funcionamiento hacia un colectivo que lleva padeciendo la vulneración de sus derechos más de tres décadas».