Cuando uno estornuda puede deberse a un resfriado, un constipado, una alergia, una gripe o un coronavirus. En lo cultural, siempre se estornuda en seco. Los que tuvimos un pasado en los tiempos de la dictadura soñamos siempre con la Huelga General, como ese momento histórico en donde se derrumbaría el régimen, el sistema, todo. Llevo varias huelgas generales, decenas quizás, varias más sectoriales, algunos empresariales y al final la huelga parece ser una parodia. En lo cultural las huelgas parecen siempre a contracorriente. Es como una resistencia a pertenecer a un ordenamiento social y laboral común, con regímenes de cotización especiales, con tantas singularidades, algunas lógicas y otras meramente rutinarias que cuando llegan circunstancias tan atroces como este coronavirus se ven con claridad las costuras mal cosidas de todo este entramado.

Las quejas, las reivindicaciones son necesarias. Pero también deben tener un objetivo superior al instantáneo, a la reparación de lo que sufren todos aquellos que han quedado desamparados por las malas estructuras previas, por el ingente número de trabajo en negro que se produce, todavía, en este ámbito, por las condiciones absurdas en todos los sentidos.

Estamos en una pulmonía perenne. Hay que colocarse ya en otra fase, en el día después y no repetir los errores. Difundir de manera digital y gratuita las obras es una idea cuestionable. Desde el primer día.