Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

Campos, la poesía y Benedetti

El miércoles, Koldo Campos nos recordaba con su columna que la poesía también existe, que las palabras escritas al azar de una sensación a veces construyen pequeños oasis de quietud interior que nos ayudan a contar la vida de otra manera. Dicen que los poetas vienen, viven y se van sin avisar, como los vagabundos de Steinbeck, de cosecha en cosecha, de una utopía a otra, levantando barricadas de compromiso y sin traiciones ni rutinas que los aprisionen. Eso me recuerda que mañana, 17 de mayo, se cumplirán once años de la muerte de Mario Benedetti, un poeta que narró la vida y el mundo a golpe de verso, entre exilios y revoluciones ganadas o perdidas; entre dictadores y democracias que se quedaron a medio camino; entre tácticas y estrategias de amor y grises felicidades que llegaron tarde pero sobrevivieron y defendieron la alegría como si fuera «una trinchera». Entre 1969 y 1973 escribió una serie de versos a los que él llamó “Versos para cantar”. Allí, en un inventario de poemas, encontré este “Pobre señor” que, en Lakua y cincuenta años después, tiene un destinatario muy apropiado: «Pobre señor presidente/ ya no hay quien le aguante/ nunca hubo aquí gobernante/ con menos dedos de frente/ pobre tirano casero/ tan pacheco y tan porfiado/ mandón pero bienmandado/ si el que manda es un banquero...». La poesía y Benedetti, incluso en la ironía, siempre geniales.