Iñaki ZARATIEGI
CLÁSICOS PARA EL DESCONFINAMIENTO

Épicas

Tras un primer LP recopilatorio y la puesta de largo discográfica con “oro laño mee batek…”, Benito Lertxundi Ansoain (Orio, 1942) se embarcó en una travesía de tres discos muy conceptuales: “...eta maita herria, üken dezadan plazera” (1975), “Zuberoa / Askatasunaren semeei (1977) y “Altabizkar / Itzaltzuko bardoari” (1981), los dos últimos dobles. En la primera de esas obras, había mostrado su sublimado amor por Zuberoa. Unos quereres de ultrapuertos que prosiguieron en el disco uno de la siguiente grabación cuyo título anunciaba las vibrantes cantatas a las tierras a la sombra del Orhi, más otros aires a la suletina, cantados (“Prima eijerra”, “Mundian malerusik”, “Goizian argi hastian”) o instrumentales.

La presentación gráfica, con la imagen de las ruinas de Orbaizeta y triple portada, era ya una rica novedad formal. Y la generosidad instrumental (cornamusa, arpa, acordeón, violín, txirula, flauta, piano, órgano, guitarra, txanbela…) arropaba un discurso melódico que esta vez no recuperaba tanto viejos versos zuberotarras sino sobre todo la poética de Joxe Angel Irigaray.

El título del segundo vinilo remitía a la evocación global: un canto a los “hijos de la libertad” (“Aiezkoako mendietan”, “Orbaizetako arma olaren kantua”). Si al inicio del doble álbum resonaban atmósferas sinfónicas a lo Alan Stivell y en este nuevo capítulo seguía entonando cantares de épica (además de albergar la epopeya “Balearen bertsoak”), su ropaje musical y los mensajes poéticos (“Bizkaia maite”, “Zortearen kolpeak”, “Amodiozko poema”) se asomaban también a los cantautores urbanos. El abandono de la vieja fábrica orbaizetarra hizo que Irigaray-Lertxundi cantaran al «resto muerto y viviente de nuestra entraña dolida». La “historia maltrecha” le añadió después al lugar el desgarrador recuerdo de su ultrajado hijo Mikel Zabalza.