Mikel ZUBIMENDI

IDENTIFICACIÓN FACIAL: DAR A LA POLICÍA DE SU PROPIA MEDICINA

Cumpliendo órdenes de arriba, los policías se encapuchan, se quitan o esconden sus placas de identificación. Abren así la puerta al abuso y brutalidad. Ante ello, activistas del mundo desarrollan tecnologías de identificación facial para usarla con esos policías.

Darle la vuelta al calcetín y ganarles en su propio juego, utilizando sus propias herramientas. Para responsabilizar a los policías cuando intenta ocultar sus identidades, un número creciente de activistas está desarrollando herramientas de reconocimiento facial que los identifican, en una irónica y sorprendente inversión de las formas en que la Policía tiende a usar el reconocimiento facial contra manifestantes y sospechosos. Se invierten radicalmente los roles: los policías se encapuchan, ocultan sus identidades mientras toman medidas enérgicas contra las protestas, solo para ser delatados por la misma tecnología invasiva que utilizan para vigilar a los activistas y a la población en general.

Desde hace un tiempo, ya se sabía que los poderosos podían usar esa herramienta para identificar y oprimir a las minorías y a los pobres, pero ahora nos estamos acercando al umbral tecnológico donde los pequeños pueden hacerlo con los grandes. La creación de estas herramientas se ha vuelto simple, debido a que el software comercial con su algoritmo de búsqueda es cada vez más común, de la mano de empresas poderosas pero poco conocidas como Clearview AI y Rank On. El verdadero desafío, según coinciden los activistas, es encontrar suficientes imágenes de los policías para entrenar el algoritmo. Pero los activistas están de enhorabuena, han encontrado la suerte en las redes sociales, en la cantidad de imágenes que cuelgan los policías, además de en la necesaria aportación de los reporteros gráficos de la prensa que cubren las manifestaciones.

En EEUU, durante las protestas por la muerte de George Floyd, en decenas de ciudades, la Policía ha repartido leña con una violencia sin precedentes. Innumerables incidentes involucraron a policías que no pudieron ser identificados y, como resultado de su anonimato, no ha habido responsabilidades. En varios estados, la Policía recibió órdenes de arriba y tomó medidas como quitarse las placas de identificación o cubrirlas. Legalmente era una violación directa de las políticas de la mayoría de los Departamentos de Policía, pero a ningún político, alcalde, gobernador ni a los principales medios de comunicación pareció importarle.

En EEUU y en Euskal Herria, los policías que ocultan su identificación son siniestros. Pueden ejercer brutalidad contra inocentes y no se sabe quiénes son para hacerlos responsables. Además, cualquiera puede vestirse como un policía sin número de placa y hacer lo que quiera, incluso incitar a la violencia, detener a personas o cualquier otro acto contrainsurgente sin escrúpulos.

Controvertida tecnología

El reconocimiento facial es una controvertida tecnología que se está desarrollando a velocidad de crucero y su uso se está extendiendo ampliamente, hacia horizontes desconocidos. Una tecnología que cataloga y reconoce rostros humanos, por lo general registrando las proporciones únicas entre los rasgos faciales de un individuo, como los ojos, la nariz y la boca. Hablamos de una tecnología que se puede aplicar a casi todo, desde el seguimiento de las emociones hasta la animación, pero, sin duda, lo más controvertido es el uso de rasgos faciales como identificadores biométricos, es decir, hacerse con el poder de identificar y categorizar a las personas basándose solo en una foto o un video de su rostro.

El reconocimiento facial frecuentemente despierta dos temores distintos: que no funcione lo suficientemente bien o que funcione demasiado bien. La primera preocupación destaca que el hecho de que la tecnología es propensa a falsos positivos y falsos negativos, sobre todo cuando se utiliza con imágenes de las cámaras instaladas hace años o décadas. Cuando esa tecnología se utiliza para detener, condenar o encarcelar a personas, sobre una base potencialmente defectuosa, puede causar un daño real e irreparable.

Peor aún, los errores no se distribuyen uniformemente, el algoritmo tiene sesgo: los sistemas de reconocimiento facial suelen ser inexactos para identificar a las personas con piel más oscura.

Una búsqueda mundial

En setiembre, el Ayuntamiento de Portland (Oregón) se reunió en pleno –virtual– para aprobar una legislación que prohibiera el uso de la tecnología de reconocimiento facial. No solo se prohibiría a la Policía usarlo para identificar a manifestantes e individuos capturados en imágenes de vigilancia, también se quería evitar que las empresas utilicen el software para identificar a una persona desconocida. Durante el turno de ruegos y preguntas, un paisano, Christopher Howell, tomó la palabra y mostró su preocupación sobre una prohibición general. Y dio una razón sorprendente que no pasó desapercibida para la prensa: «Estoy involucrado en el desarrollo del reconocimiento facial para usarlo con los policías de Portland, ya que no se identifican».

En verano Portland fue escenario de fuertes disturbios y protestas y el Departamento de Policía dio la orden a los agentes de tapar su identificación con cinta adhesiva. Howell, de 42 años, activista de toda la vida y programador autodidacta, que trabaja con la tecnología de redes neuronales, una inteligencia artificial que aprende a tomar decisiones a partir de los datos que se alimentan, como las imágenes, quería saber si se iba a ilegalizar el uso de la tecnología.

El alcalde de Portland, Ted Wheeler, le dijo que su proyecto era «un poco espeluznante», pero el secretario del Ayuntamiento aclaró que los proyectos de ley no se aplicarían a las personas. A continuación, el pleno aprobó la legislación por unanimidad. Howell se sintió aliviado. Según declaró a “The New York Times”: «Hay mucha fuerza policial excesiva aquí en Portland, saber quiénes son los oficiales parece un punto de partida", dijo en una entrevista. Gaseado por la Policia en una protesta a mediados de junio, comenzó a investigar cómo construir un producto de reconocimiento facial que pudiera derrotar los intentos de los oficiales de proteger su identidad.

Howell no está solo en su búsqueda. Activistas de todo el mundo, en Portland o París, Hong Kong o Bielorrusia, están cambiando el guión y utilizando herramientas de reconocimiento facial contra la Policía en casos de abuso y brutalidad.