Aritz INTXUSTA
IRUÑEA
Elkarrizketa
MALU MARTÍNEZ-CHANTAR
INVESTIGADORA DEL CIC BIOGUNE

«Un hígado graso e inflamado es un factor de riesgo para el covid»

La doctora Martínez-Chantar acaba de publicar un artículo sobre una conexión directa entre el hígado graso e inflamado y el coronavirus en la mejor revista médica especializada en hígado, “Journal of Hepatology”.

Cada vez que alguien muere con covid, solo se informa de su edad. Aunque es cierto que la edad es el principal factor de riesgo, quizás la foto que se ofrece desdibuja la realidad que viven los hospitales, puesto que los años no constituyen el único elemento a tener en cuenta. Cuatro de cada cinco enfermos graves son obesos. El sobrepeso es el segundo factor de riesgo, por encima de la genética. La investigadora Martínez-Chantar parece haber dado con una de las claves que explican esto.

Entiendo que el punto de partida de su estudio fue dar una explicación científica a por qué el virus es tan peligroso para las personas obesas.

Exacto. Se sabía por estadística que el virus afectaba sobre todo a las personas con sobrepeso y síndrome metabólico. Estos enfermos tenían una progresión peor que otros pacientes normales. Empezamos a mirar y los pacientes que ingresaban en UCI eran pacientes con las transaminasas muy altas. Las transaminasas miden el daño hepático. Así que nos pusimos a investigar si esto podía tener alguna relación con el virus.

Hablamos de un virus respiratorio y del hígado. No parece fácil una conexión directa.

De partida había tres situaciones, que probablemente no sean excluyentes sino que se combinen, y que podían explicarlo. En estos pacientes se da la famosa tormenta de citoquinas y el hígado es sensible a esa tormenta. También son pacientes polimedicados y todos esos fármacos los tiene que procesar el hígado, que es el órgano que los metaboliza. En último termino, es común que los obesos padezcan falta de oxígeno, de hipopsia, que afecta a todos los tejidos, incluidos los del hígado. Todo esto podía explicar lo de las transaminasas altas, pero nosotros nos preguntamos: ¿y si el virus también afecta al hígado?

Déjeme que se lo pregunte yo. ¿Y si el virus también afecta al hígado?

Vale, le explico. Lo que hicimos fue grupos clínicos gracias a colaboradores nuestros, el Cima de Navarra y el hospital de Valdecillas. Allí encontramos una cohorte de pacientes obesos y diabéticos con hígados grasos para estudiarlos. Lo que decidimos el doctor Rubén Nogueiras y yo fue mirar si los puntos de entrada críticos para el virus a nivel celular: el AC2 y la proteasa, la molécula que corta la proteína S del virus y le permite fundirse con la membrana de la célula, estaban inducidas.

Pare, pare, que esto se ha vuelto muy técnico. Le compro la definición de proteasa y sé que la proteína S es la que forma los pinchitos del coronavirus, pero ¿qué es el AC2?

El AC2 es el receptor que reconoce la proteína S. Imagínate una cerradura y una llave. El AC2 es la cerradura de nuestras células y la proteína S es la llave.

Entiendo. Sigamos.

Lo que hicimos fue mirar a los pacientes diabéticos y obesos para ver si tenían los índices alterados. Al principio no encontramos ningún tipo de variación, ni en el AC2 ni en la proteasa. En mujeres diabéticas, de hecho, los niveles de estos puntos de entrada estaban disminuidos. Sin embargo, cuando nos fuimos a pacientes obesos que tienen no ciatosis, que es la acumulación de lípidos en el hígado, sino que su estadío de enfermedad es más grave, porque además de lípidos hay inflamación, vimos un aumento clarísimo de estos receptores. A medida que el hígado se encuentra en un estadío más grave, la asociación entre los receptores de entrada y el virus era más clara. Cuanto peor estaba el órgano, más receptores de entrada.

Entiendo que, hasta cierto nivel, el deterioro del hígado no es relevante, pero si ya existe inflamación sería más fácil que el virus infecte el órgano.

Como poco, está más expuesto al virus. Eso, por lo menos.

¿En qué punto está su investigación ahora?

Estamos entendiendo el mecanismo. Queremos ver cómo el virus entra en el hígado y, cuando entra, qué es lo que hace. Para eso incubamos hepatocitos humanos (células del hígado) en un medio que hace que acumulen grasa. Por otro lado, cultivamos dominios de proteínas del virus para ver si hay una interacción y compararla después con hepatocitos que no tienen esos lípidos. Lo que queremos comprobar es si un mayor nivel de estas moléculas facilita la unión del virus a las células del hígado. Después nos iremos a estudios preclínicos, con modelos de ratón humanizados. Son ratones a los que les hemos construido un hígado humano. La idea es generar una ciatosis e inducirles un contagio y ver qué hace el virus.

No sé si debemos esperar a ver estos resultados o ya se puede lanzar un aviso a quienes padezcan esta enfermedad.

Desde el punto de vista clínico, al menos si nos movemos en lo que es la prevención, los pacientes con NASH [hígado graso e inflamado] deberían tener cuidado de no enfermar.

¿Cómo de amplio es el colectivo de enfermos NASH?

Hay unas 7.000 millones de personas en el mundo. Hay una prevalencia de hígado graso de 1.900 millones, un 25% de la población mundial. De verdad, no queremos que estas dos enfermedades se encuentren. Lo importante ahora es que hemos encontrado esta conexión y la hemos descrito. Sabemos que estos receptores le van a permitir al virus entrar en el hígado con mayor facilidad. El NASH es un factor de riesgo. Y esto debiera de tenerse en cuenta, por ejemplo, a la hora de vacunar.

¿Cómo puede agravar el cuadro de un paciente covid que se infecte su hígado?

De la afección al hígado de este virus se sabe muy poco, porque a los pacientes no se les hacen necropsias, ya que el protocolo para su cremación es muy rápido. Nos hemos perdido muchísima información. Aun hoy resulta complicadísimo encontrar una biopsia de hígado. Si realmente vemos que el virus es capaz de replicarse e infectar a fondo el hígado, estará tocando uno de los órganos diana de un paciente. El hígado regula el metabolismo de la glucosa, el metabolismo de los ácidos grasos… es nuestra máquina metabólica. Si a un paciente en el hospital le das un caldo, esa bebida tiene que ser metabolizada en el hígado y solo después de eso el cuerpo es capaz de digerirlo. Si el hígado no funciona...

...tendrá pocas posibilidades de superar la enfermedad.

Sí, muy pocas.