Floren Aoiz
@elomendia
JO PUNTUA

De Francia y de Navarra...

Ocurrió por casualidad, o si se quiere por serendipia, esto es, al encontrar algo diferente a lo que buscaba. Con una amiga, queríamos comprar en Internet no sé bien qué cosa que ella necesitaba para su casa. El caso es que en aquella búsqueda topé con una expresión en lengua francesa que no conocía, que traducida venía a decir que aquello podía encontrarse en cualquier tienda «de Francia y de Navarra». Aquello me sorprendió y mi amiga me explicó que es una expresión relativamente habitual en francés para indicar algo muy extendido, algo así como «en todos lados», siempre con la escala francesa en mente, claro.

Así se explicaba el sentido de la frase, pero no su historia. Más tarde he podido leer algunas explicaciones, que hay más de una, claro, pero lo importante es que el dicho nos da cuenta de la sedimentación, fosilización si queremos, de la existencia autónoma de un ente, «Navarre», en su día diferenciada de Francia. Dicho de otro modo, esta expresión condensa la historia de Navarra tras la conquista española y la partición que esta impuso y la absorción de la soberanía del territorio continental por Francia, algo que resulta sugerente cuando se cumplen cuatrocientos años de ese suceso de 1620. Muchas veces tengo la sensación de que en esa curiosa frase hay mucha más memoria –aunque involuntaria e inadvertida– de nuestra trayectoria histórica que en muchos discursos actuales.

Ya estamos otra vez con la historia a vueltas, pensará acaso alguien al leerme. Sí, ¿qué le vamos a hacer? Tengo grabada la frase de Karl Marx en el “El 18 de brumario de Luis Bonaparte” de que las tradiciones de las generaciones pasadas oprimen como una pesadilla el cerebro de las vivas y cada vez tengo más claro que esto ocurre tanto cuanto se habla del pasado como cuando se hace como si no hubiera tal cosa. Diferente es, claro está, qué se hace con la historia, que en mi caso no es querer repetirla, pero tampoco olvidarla.