Esther Muñoz Alonso
Ingeniera industrial energética (Kisar, energía e innovación social)
KOLABORAZIOA

Comunidades ciudadanas de energía renovables

Sin duda, la energía solar fotovoltaica para autoconsumo es una de las claves, no la única, para paliar la situación de emergencia climática actual. Para un aprovechamiento sostenible de la energía solar debemos, primero, acercar las instalaciones de generación a las de consumo; esto puede hacerse con lo que se denominan instalaciones de «autoconsumo», sistemas diseñados para generar tanta energía eléctrica como es consumida en los puntos de consumo próximos a la instalación o instalaciones.

La energía solar fotovoltaica puede instalarse en las cubiertas de nuestras casas, edificios de pisos, polideportivos, escuelas, centros de salud..., podemos aprovechar un gran número de superficies existentes, sin construir nuevas infraestructuras para ubicar placas solares y generar energía eléctrica para autoconsumirla (consumirla durante las horas que existe producción solar).

Y podemos compartirla. Una instalación ubicada en una cubierta grande podrá producir más energía de la que consume ese edificio y, por tanto, podrá repartir esa energía entre las personas que consuman energía en las proximidades del mismo, aprovechando toda la energía generada deforma cercana y eficiente.

Pero, además de tener la oportunidad de juntarnos y organizarnos para compartir esa energía generada con las personas de nuestro edificio de pisos, de nuestro barrio, las pequeñas empresas de las bajeras, el ayuntamiento..., podemos formar una comunidad ciudadana de energías renovables. Una comunidad ciudadana (con un CIF) en la que nos organizaremos de forma democrática, con un sistema de participación abierto y voluntario, para ser agentes activos del sector energético, algo que de otra forma no podríamos hacer.

En esta comunidad, no sólo podremos producir y consumir energía renovable; además, podremos impulsar la eficiencia energética, combatir la pobreza energética, prestar servicios energéticos a los miembros, distribuir, suministrar y/o almacenar energía, generando un beneficio económico, social y ambiental a la comunidad, que será su objetivo principal.

Nuestra comunidad ciudadana de energías renovables puede comenzar por compartir la energía producida por una instalación solar fotovoltaica para un autoconsumo colectivo ubicada en el polideportivo, centro cívico, escuela..., de nuestro barrio o pueblo.

Y con este primer paso, no sólo ahorraremos en nuestra factura, estaremos, además, impulsando la transición energética que queremos, una transición justa, democrática y sostenible.