Víctor Manuel Egia Astibia
KOLABORAZIOA

Obras y tapas de registro

Esta misma semana el Ayuntamiento de Pamplona ha iniciado las obras de adecuación de las aceras de la avenida de San Ignacio. Su ejecución corre a cargo de la empresa ErriBerri, contrata del mantenimiento del servicio de obras de Conservación Urbana. Pongo por delante que considero necesaria la intervención y que la adecuación, homogeneización de la planimetría de las aceras es una obra que seguro supone una mejora para todos. Sin embargo, me parece importante señalar que algunos de los elementos del suelo antiguo merecerían, en mi opinión, su conservación. Las calles de la ciudad están llenas de pequeñas o grandes tapas de registro de las diferentes conducciones subterráneas: saneamiento, recogida de pluviales, agua de consumo, electricidad, etc. Normalmente son placas de hierro fundido y algunas llevan la marca de la fundición en donde se hicieron o el nombre de la empresa responsable de lo que esconden en su interior. Como cualquier elemento del mobiliario urbano, unas tienen más antigüedad que otras, sujetas a los cambios urbanísticos en el tiempo. Pero observándolas podríamos escribir al menos unas pequeñas líneas de nuestra historia. En el caso que nos ocupa, encontramos alguna antigua tapa correspondiente a la empresa El Irati, marcada ahora con una cruz azul, cuyo significado, según los operarios que están trabajando, significa su desaparición. Muy cerca otra marcada como Sº Eléctrico Aguas de Arteta. Sucesores de Pinaquy que también considero valiosa. Tienen, además, una característica especial que las hace singulares y es que están enmarcadas en grandes piedras de sillería, no en hormigón como se hace hoy en día.

La empresa El Irati fue una de las más importantes en la historia del desarrollo industrial de nuestra comunidad a lo largo de la primera mitad del siglo XX. Entre otras cosas sirvió la electricidad al menos a un tercio de nuestra capital o dio la única alternativa al transporte público urbano con su tranvía eléctrico, importantes actuaciones que marcaron toda una época. Según mi consideración, quizás por desconocimiento, la entidad El Irati ha sido muy poco valorada por la población y por sus entidades dirigentes, Ayuntamiento o Gobierno de Navarra. Pasa lo mismo con el gran Salvador Pinaquy. Casi nada hay que los recuerde, cuando han formado parte importante de nuestra historia reciente. No pretendo un monumento, hay que considerar las cosas en su justa medida. Pero perdiendo esas pequeñas cosas también se pierde un poco de la memoria. Y muchas pequeñas cosas hacen una grande.

Creo que, sin necesidad de modificar mucho la actuación ni en tiempo ni en presupuesto, esas históricas tapas de alcantarilla podrían conservarse en nuestros suelos, aunque sea sin utilidad práctica, tan solo como un pequeño testimonio. No creo que ello conlleve cambios en la adecuación planimétrica de las aceras ni siquiera un mínimo estorbo para caminar por ellas. Pero, si mirando al suelo mientras paseamos por nuestra capital, alguna vez nos fijamos en que pone El Irati, casa Sancena, Aguas de Arteta, sucesores de Pinaquy o Electra Pamplona, entidades que sin duda forman parte de nuestra historia contemporánea, estaremos recordando y escribiendo una parte de la misma.