Maitane
ALDANONDO

«SI NO CONSEGUIMOS FINANCIACIÓN NO PODREMOS CONTINUAR»

La startup bilbaína Arrecife Energy Systems ha desarrollado un sistema de turbinas para extraer la energía de las olas. Seis años de trabajo en un sector complicado en el que aún le queda camino por recorrer para llegar al mercado. Siempre que logre el capital necesario.

El mar es un entorno muy agresivo que presenta grandes retos a quienes tratan de obtener energía de las olas. La start-up bilbaína Arrecife Energy Systems lleva seis años desarrollando un equipo que permita aprovecharla de forma más eficiente y barata. Han testado y validado varios equipos, pero dado que la llegada al mercado no se dará a corto plazo, necesitan financiación para seguir y sobrevivir.

El proyecto parte de José Javier Doria, catedrático en Hidrodinámica de la Escuela de Ingenieros de Bilbao. No hay una formulación exacta sobre cómo sacar energía de las olas, sólo teorías. De forma simple, la suya es que la ola se comporta como una onda y la energía está en las superficie; para obtenerla, hay que oponerse y romperla. Tras comprobar su premisa en el laboratorio, pensó en hacerla realidad, pero no sabía por dónde empezar. Así, en 2015, su hijo Iñigo, CEO de la sociedad limitada, y Oscar Villanueva se sumaron a la aventura.

No ha sido un camino fácil, pero han contado con el apoyo y reconocimiento de varios programas. El director destaca que gracias a una iniciativa de la Diputación Foral de Bizkaia accedieron a una estancia de seis meses en Estados Unidos en la que participaron en la competición MIT Water Innovation Prize: «Nos ayudó especialmente. Creo que nos dio una imagen más internacional y sirvió de trampolín para convencer a socios e inversores». También obtuvieron 50.000 € en la fase uno del programa europeo Horizon 2020. En la fase dos les han dado varios sellos de excelencia, pero los fondos, que subvencionan los proyectos hasta en un 70%, se agotan antes de llegar a su nota.

Construyeron el primer prototipo en 2017 y un año después Grupo JIS-Tacomi entró en el accionariado con una ampliación de capital. Juntos pudieron construir un equipo de 10 toneladas que testaron en 2019. La falta de financiación es lo que más limita las iniciativas de energías marinas y Doria apunta que existe cierto desencanto «porque se ha invertido mucho dinero, pero aún no hay una solución eficiente y rentable o un equipo comercializable». En su caso, calcula que con el capital necesario les faltan «seis o siete años» para llegar al mercado, lo que complica acceder a financiación privada, aunque están en contacto con distintos fondos e inversores privados. «Si no conseguimos financiación, no podremos continuar; porque hay unos gastos de patentes, de pruebas, de fabricación… que exigen capital», afirma.

Mayor eficacia, menor coste

Su sistema de turbinas de acción directa imita a un arrecife de coral, de ahí el nombre de la empresa. Es una especie de catamarán con un ancla para fondear que se enfila contra las olas, estas impactan contra la turbina y la hacen girar, moviendo los generadores eléctricos. El responsable explica que el resto de sistemas son «tipo boya, están flotando en un punto fijo y sacan la energía del movimiento vertical de las olas». Frente a eso, Arrecife absorbe el movimiento horizontal de la ola y, al romper, trata de extraer también el vertical. De este modo, logra más energía con costes de instalación y mantenimiento más reducidos. Han dimensionado las turbinas y los generadores para que funcionen con el espectro de ola más común, 1-5 metros, y cuenta con la ventaja de que cuanto más peso y tamaño tiene, mejor funciona, al contrario de las boyas, que pierden eficiencia. Además, se trata del «primer y único equipo» que funciona tanto en mar como en río o en corrientes marítimas.

El covid les ha obligado a parar todo y ha echado al traste sus previsiones. Han perdido una ronda de financiación de 300.000 € y debido a la falta de capital han optado por equipos pequeños que pueden fabricar en el taller y testar por su cuenta. Han creado un equipo de 1kW que funciona bien en la carga de baterías y puede instalarse, por ejemplo, en una casa aislada. Así mismo, tienen un proyecto en Perú para abastecer de electricidad una chata –un sistema flotante para transportar pescado– y otro con un hotel en Noruega para poner el equipo en un río. No obstante, Doria apunta que en el largo plazo, el cliente debería ser «una multinacional, una eléctrica o un fondo de inversión que quiera hacer un campo de energías marinas».

Respecto al camino realizado, el directivo admite que es una experiencia «muy intensa y enriquecedora» y que «ha sido muy divertida». Siempre ha sido «un poco inquieto» y durante la carrera de Económicas realizó un estudio para abrir una cafetería con una tostaduría de café. Tiene claro que «lo difícil es pasar de la idea al negocio y que funcione. En Arrecife no lo hemos conseguido. Somos una startup con una tecnología, pero no estamos vendiendo equipos ni somos rentables. Esa es la espinita que tengo clavada y lo que tengo que lograr». Era consciente de los retos, por eso decidió tomárselo como un máster. «Esto es ser muy constante y cuesta. Sicológicamente hay que tener mucho autocontrol», asegura.