Beñat ZARRABEITIA
Periodista

AUSTRIA: CON ACENTO BALCÁNICO Y UN COMPLICADO EQUILIBRIO

La UEFA abrió un expediente disciplinario y sancionó con un partido al delantero austriaco Marko Arnautovic después de los insultos que profirió contra el macedonio Ezgjan Alioski tras anotar un tanto en el partido que enfrentó a ambos combinados. Pese a los intentos de David Alaba para cerrar la boca de su compañero, este profirió una serie de improperios y ofensas contra su rival, incluida la frase «me follo a tu madre, shiptar» de claro componente machista y xenófobo. A la conclusión del encuentro, Arnautovic pidió disculpas a Alioski y en redes sociales negó ser «un racista» pero el máximo organismo europeo actuó de oficio y Austria se quedó sin una de sus grandes estrellas para medirse a Países Bajos.

El conflicto de los Balcanes ha vuelto a aparecer de forma evidente en un partido de fútbol, al igual que ya ocurrió con el célebre dron albanés que sobrevoló Belgrado o los gestos de Shaqiri y Xhaka en el choque mundialista entre Serbia y Suiza. Según explicó la asociación Drina Zubia Elkartea –grupo destinado a la divulgación de cuestiones referidas a la antigua Yugoslavia– en su cuenta de Twitter, desde mediados de los setenta el concepto «shiptar» adquirió una connotación claramente irrespetuosa y despectiva hacia la minoría albanesa. De hecho, según explican, en 2018, el tribunal Supremo de Serbia dictó que se trata de un «concepto racista, contrario a la ley, discriminatorio e incitador al odio».

Atendiendo a los datos ofrecidos por Naciones Unidas, casi el 20 por ciento de la población austriaca es de origen inmigrante siendo mayoría los procedentes de los países balcánicos. Así, alrededor de un 6 por ciento del censo total, tiene su origen en la antigua Yugoslavia y eso se refleja también en la selección austriaca. El caso más conocido, obviamente, es el de Arnautovic.

Reflejo multiétnico

Junto a Arnautovic que tiene padre serbio y madre austriaca, otros tres futbolistas que integran la convocatoria tienen raíces balcánicas. Es el caso del guardameta suplente Pavao Pervan. Un veterano de 33 años y que actualmente milita en las filas del Wolfsburgo alemán. Nacido en la pequeña localidad bosnia de Livno, se trasladó junto a su familia a Austria siendo un niño.

El defensa Aleksandar Dragovic es otro jugador de amplia experiencia. Nacido en la capital austriaca en el seno de una familia procedente de Belgrado, debutó con apenas 18 años tanto en el primer equipo del Austria de Viena, conjunto con el que se midió al Athletic en la Europa League, como en la selección absoluta. Posteriormente firmó por el Basilea suizo, una estancia en la que ganó tres Ligas, y estuvo en el centro de la polémica ya que durante la celebración del título de 2012 golpeó en varias ocasiones –haciendo lo que coloquialmente se definiría como «dar unas collejas»– al entonces vicepresidente de Suiza Ueli Maurer. Dragovic tuvo que desplazarse personalmente al Bundeshaus de Berna a pedirle disculpas.

Tras dejar el conjunto helvético ha formado parte del Dinamo de Kiev, el Bayer Leverkusen y el Leicester. Hace escasos días firmó por el Estrella Roja de Belgrado, cumpliendo uno de sus grandes sueños ya que es un hincha declarado del equipo. El cuarteto lo completa el delantero Sasa Kalajzic, también de origen serbio. De apenas 23 años, ha firmado una campaña sobresaliente en el Stuttgart alemán marcando 17 goles en 36 partidos. Jovo Marjanovic, uno de los ayudantes de Franco Foda, es natural de Bosnia-Herzegovina.

Entre los jugadores austriacos de origen balcánico que contaban con opciones de acudir a la Eurocopa pero que finalmente no han sido citados se encontraban el meta Cican Stankovic, el zaguero Albert Vallci, los medios Husein Balic, Peter Zulj y Dejan Ljubicic o el delantero Adrian Grbic. Además, en las últimas décadas, cabe recordar la figura del exseleccionador Otto Baric o futbolistas como Ivica Vastic, Sanel Kuljic, Bozo Kovacevic o Zlatko Junuzovic como integrantes del Das Team.

A pesar de la influencia de la antigua Yugoslavia, en cuanto a nacionalidades concretas, la mayor comunidad de migrantes residente en Austria procede de Alemania. Se estima que son 270.000 personas y eso también se deja manifiesta también en la selección. Para empezar, con la figura del director técnico Franco Foda. El que fuera internacional germano es un auténtico icono del Sturm Graz, primero como jugador y después como entrenador. 

El centrocampista Louis Schaub, por su parte, pertenece a una familia mixta de padrealemán y madre austriaca. Su progenitor Fred Schaub, que jugó en el Eintracht, el Borussia Dortmund y el Hannover, falleció en accidente de tráfico en 2003. En el siniestro resultó herido su hijo Louis. Una tragedia que marcó a una familia totalmente vinculada al fútbol, ya que Chiara Schaub también ha sido internacional en las categorías inferiores del combinado austriaco.

El reflejo multiétnico se completa con David Alaba, Karim Onisiwo y Valentino Lazaro. Los padres de los dos primeros son de origen nigeriano y cuentan con una gran amistad. Alaba, reciente fichaje del Real Madrid, nació en Viena en el seno de una estirpe muy polifacética. Y es que su ascendiente, príncipe en su región originaria, se ha ganado la vida como rapero, mientras que su madre es una enfermera de raíces filipinas. Su hermana Rose May cuenta con gran fama gracias a sus dotes de cantante y compositora; en Youtube acumula cientos de miles de reproducciones. Descartado Alaba hasta 2016, la federación nigeriana mantuvo la esperanza de poder convocar al delantero Karim Onisiwo pero el delantero del Mainz se mantuvo firme en jugar con Austria. Desde entonces, ha disputado 12 partidos con el conjunto centroeuropeo.

Formado en la factoría futbolística de Red Bull en Salzburgo, Valentino Lazaro fue una de las grandes y fallidas apuestas de Antonio Conte en su llegada al Inter de Milán. La entidad lombarda pagó 20 millones por un jugador que acabado cedido en el Newcastle y el Borussia Monchengladbach. Lazaro, nacido en Graz y de progenitor angoleño y madre griega, debutó con la selección cuando apenas contaba con 18 años. Una promesa que no ha terminado todavía de explotar.