En italiano, «piovra» significa pulpo. Pero también se utiliza para referirse a la mafia, que es a su vez un concepto polisémico. No se si el epicentro de la mafia está en Puerta del Sol 7, en Génova 13 (sede pagada «en negro») o en el yate en el que navegaban Alberto Núñez Feijóo y Marcial Dorado, el narcotraficante. No hay dos sin tres. Unos se dedicaban al balandrismo y otras predican la joie de vivre, que es sinónimo de libertad tabernaria.

Existe una forma corrupta de gobernar donde siempre existen una caja B, una incógnita «X» en la jerarquía de mando y una mano invisible (que me perdone Adam Smith) en una transacción comercial con dinero público. Nepotismo, cohecho, tráfico de influencias, «voto di scambio», vendettas clánicas... Politiquería y metaverso.

La concepción patológica de la política provoca desafección por la misma. El descrédito de los partidos «hegemónicos» –y de la política en general– es tal, que aumentan los agnósticos radicales. Sin embargo, lo que antes llevaba a la abstención, hoy conduce directamente a una extrema derecha capaz de aglutinar la rabia y el descontento ciudadano.

No se puede caracterizar una conducta como irreprochable en tanto que no es sancionada por la justicia. ¿Cuestión de formas? Lo peor de la política está por venir. De «Génova connection» a Vox. Uno stronzo di merda.