Raimundo Fitero
DE REOJO

Un lema

Por si estaban entretenidos en guerras, desfiles, espías o chapuzas electorales, les recuerdo que ha nacido una nueva estrella mediática, se llama Carlos, él pide que se le llame Carlitos, se apellida Alcaraz, y su misión en la Tierra es poner a Murcia en el mapamundi, más allá de lo coyuntural. Es un tenista que en tres días se ha cargado nada menos que a Nadal, Djokovic y Zverez a base de velocidad, potencia y un cierto descaro en la pista madrileña. 

Tiene diecinueve años, frescura en sus declaraciones y actitud que le está encumbrando y convirtiendo en un valor al alza. Pero su gran condición es que repite con una tranquilidad pasmosa el lema que le inspiró su abuelo: «cabeza, corazón y cojones», las tres ces que le están funcionando y que le hacen escalar en la clasificación y en los emolumentos conseguidos. Parece que se ha ganado el título de sustituto de Rafa Nadal, el rey, derrotado por el príncipe, para utilizar el estilo borbónico que tanto gusta en la prensa deportiva y se abren unas expectativas imposibles de tasar debido a su carácter, técnica y los resultados que encadena, ya que al ser un recién llegado a esas esferas, casi nadie ha tenido tiempo de estudiar sus golpes, sus recursos ni características tenísticas que son, al menos por ahora, de gran efectividad con las gradas, asunto que en un deporte individual es de suma importancia.

Estas tres ces del abuelo son importantes, como la prioridad de su uso. Si se empieza por los cojones, se entra en una reducción de posibilidades. Lo mismo si lo que antecede a cualquier decisión se elabora en la cabeza o el corazón. Es más, la experiencia nos dice que en más de una ocasión se produce una lucha, un debate, una contradicción entre lo que dicta cada una de las partes funcionales de nuestro cuerpo. Se llama duda. Y no cotiza en los discursos actuales.