KOLDO LANDALUZE
DONOSTIA

Hace 60 años, un hombre cayó a la Tierra

Walter Tevis aportó con “El hombre que cayó a la Tierra” (1963) una novela referencial de la ciencia ficción. Una obra teñida de la desazón del existencialismo de posguerra.

David Bowie encarnó al extraterrestre de «El hombre que cayó a la Tierra».
David Bowie encarnó al extraterrestre de «El hombre que cayó a la Tierra». (COLUMBIA PICTURES)

Entre las prioridades literarias de Walter Tevis figuraban la ciencia ficción y el mundo del billar. En ambos territorios aportó varias obras de gran calado y referenciales en sus respectivos géneros.

En los territorios de la ciencia ficción nos legó “El hombre que cayó a la tierra” y en el submundo del taco y las bolas de marfil ofreció dos propuestas tan referenciales como “El buscavidas” y “El color del dinero”, ambas inmortalizadas en el cine con Paul Newman como protagonista. A este imaginario tan variado habría que sumar también su aportación al ajedrez con una novela que inspiró recientemente una aclamada serie, “Gambito de dama”.

Dejando a un lado el ajedrez y centrándonos en la ciencia ficción, “El hombre que cayó a la Tierra” ha pasado a convertirse en una obra referencial dentro del género debido, entre otras cuestiones, a un hecho diferencial a sus coetáneas: si en muchas de ellas la presencia extraterrestre obedecía a una invasión feroz e implacable del planeta Tierra, el alienígena proveniente del planeta Anthea que imaginó Tevis era extremadamente humano, tanto en sus anhelos como en sus inquietudes.

LA SOLEDAD DEL SER HUMANO

Publicada en 1963, cuenta la historia de Thomas Jerome Newton, un extraterrestre que llega a la Tierra desde su planeta natal, Anthea, en busca de agua para salvar a su civilización. Newton se disfraza de humano y utiliza su avanzada tecnología para establecer una empresa y obtener los recursos necesarios.

La novela exploraba temas como la alienación, la soledad y el deseo de escapar de la decadencia y la autodestrucción de la humanidad. En opinión del escritor y periodista James Sallis, «en su superficie, es la historia de un extraterrestre que viene a la Tierra para salvar a su propia civilización y, debido a la adversidad, las distracciones y la pérdida de fe -“Lo deseo... pero no lo suficiente”-, falla. Entre líneas asoma el convencionalismo de la década de 1950 y de la Guerra Fría. Entre muchas otras cosas es, según Tevis, «una autobiografía muy disfrazada», la historia de su partida cuando era niño de San Francisco, “la ciudad de la luz”, hacia la rural Kentucky, y la enfermedad de su infancia que lo confinó al reposo, dejándolo, ya recuperado, débil, frágil y apartado. La novela también se trató (como se dio cuenta el autor una vez que la hubo terminado) de su transformación en un alcohólico.

Más allá de eso, es, por supuesto, una parábola cristiana, y el retrato de un artista. Es, finalmente, uno de los libros más desalentadores que conozco, un relato de gran ambición y terribles fallas, y una evocación de la absoluta e irremediable soledad humana».

La novela fue aclamada por la crítica y obtuvo un gran éxito, lo que llevó a su adaptación cinematográfica en 1976.

Y BOWIE ATERRIZÓ EN LA TIERRA

Nueve años después de la publicación de la novela de Walter Tevis, David Bowie convulsionó el panorama musical con “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars”, un disco conceptual en torno a un un rockero andrógino y extraterrestre que llegaba a la Tierra como un mensajero del espacio para advertir sobre la inminente destrucción del mundo.

El personaje de Ziggy Stardust le permitió a Bowie explorar temas como la fama, la identidad, la autodestrucción y la naturaleza efímera de la vida artística.

Cuando el cineasta Nicolas Roeg le propuso a Bowie protagonizar la que sería su primera película como actor, el artista británico aceptó motivado por el gran interés que tenía en la novela y su curiosidad por experimentar dentro del formato audiovisual.

A todo ello se sumaba su imagen excéntrica y su capacidad camaleónica para transformarse en diferentes personajes.

Su androginia y su apariencia única se convirtieron en parte de su identidad artística. Además, la anisocornia, que es una diferencia en el tamaño de las pupilas, le dio un aspecto distintivo y enigmático. Todo ello hizo que fuera perfecto para encarnar al extraterrestre Thomas Jerome Newton.

Bowie, consciente del poco tiempo que le quedaba de vida, estrenó en diciembre de 2016 el musical “Lazarus”, en el que prolongó la ruta existencial de su personaje de “El hombre que cayó a la Tierra”.