Faltan algunos detalles para cerrar definitivamente el escrutinio para certificar la derrota sin paños calientes de los conservadores británicos. Si miramos esta foto con distancia y perspectiva no hay manera de encontrar muchas excusas, alivios, análisis que expliquen estos resultados sin emplear demagogia o lugares comunes. Se parten de detalles de los últimos gobiernos nefastos que se enroscan en el Brexit y sus consecuencias. Se acumulan circunstancias que hacen a esos aparentes detalles en vinculantes con la vida cotidiana de la ciudadanía, lo que se convierte en un voto de salvación junto al voto de repulsa.

Si se miran los resultados resulta que además del crecimiento de los laboristas de Keir Starmer que les permitirá gobernar con holgura hay un claro crecimiento electoral de la extrema derecha, lo que nos advierte de la tendencia general europea u occidental, un aviso claro a las políticas populistas de las derechas supuestamente moderadas. Intentar contener o contentar a los ultras con deslizamientos a sus posturas no hace otra cosa que aumentar la influencia ultra que se convierte, al final, en voto a la extrema derecha más recalcitrante.

Y mañana tenemos la prueba del algodón en Francia. Macron va a seguir, colocado en un centro virtual que no se sustenta nada más que en la teoría geométrica mágica, pero cohabitando con la extrema derecha lepenista o con un primer ministro a determinar del conglomerado de la izquierda. En estos momentos todos llevan un disfrazar de camuflaje. Y con unos Juegos Olímpicos en unas pocas semanas.