Raimundo FITERO
DE REOJO

Cuerpos y mentes al límite

En tiempos de celebración de cientos de competiciones deportivas que se retransmiten a todo el mundo, al ver cómo se ponen los cuerpos en el espacio al límite del tiempo, la distancia y la gravedad, cuesta entender que todo ello se rige desde un ordenador central que está en la cabeza de cada individuo y que se conoce con el nombre de cerebro, que es donde debe habitar la mente, que probablemente sea una asamblea de neuronas y aminoácidos que se juegan a los dados ciertas decisiones sobre la continuidad de la línea sucesoria de mamíferos, peces y plantas.Sin entrar en detalle ni vinculaciones patrioteras, esos cuerpos labrados en el gimnasio, la preparación física exhaustiva, la piscina, las rutinas, una alimentación calculada y unos suplementos farmacológicos requieren de un extenuante trabajo mental, de una determinación que les permita entregar tantas horas de su juventud a lograr unos protocolos tasados para poder estar en París. En algunos casos, en plena competición y debido a las circunstancias ambientales y al propio ejercicio, uno siente que estamos contemplando a unos productos elaborados en unos laboratorios que llevan a esos seres hasta límites insalubres. Que han sufrido y sufren, que acaban con problemas crónicos y que todo se rige por un espíritu competitivo alimentado por los medios de comunicación, que son quienes se aprovechan de los resultados.Hay competiciones directas, donde se gana al marcar más goles o sumar más aciertos y puntos, pero en otros existe un jurado que puntúa desde la subjetividad informada y ahí la frustración aparece de la manera más cruel.